
"Soy la guía friki, la que lleva tatuado Jaén en el brazo"
El sol que Rufino Martos volcó en sus paisajes se deja caer con ganas a orillas de los Baños Árabes, pero la entrevistada de esta semana trae consigo un soplo de aire fresco que, como la Rafaela de Genio y figura, hace huir hasta al calor de las cinco de la tarde en la ciudad de sus amores y parece trasladar este Zoom a las puertas mismas de la nevería de Conchica, la legendaria heladería del Pósito de las primeras décadas del XX.
Se llama Helena Arjona Morales (Linares, 1997) y vive de la hermosa labor de enseñar Jaén a las gentes de aquí y de allá. Licenciada en Turismo por la UJA y, también, guía oficial de la Alhambra (¡palabras mayores!), es la cara visible de una empresa que hasta en su denominación comercial destila jaenerismo.
—Es usted más de aquí que el paso de aire, Helena, y ahora resulta que no nació en la capital del Santo Reino...
—Nací en Linares, porque mi madre trabajaba allí, en el hospital, y por comodidad nací allí, pero mis padres son de aquí, del Gran Eje, yo me he criado y he vivido toda mi vida en el Gran Eje. Ahora vivo en el Polígono del Valle.
—Otra paradoja eso de vivir en el Jaén de abajo, porque se pasa usted la vida hablando del casco antiguo, del centro histórico.
—Yo no puedo vivir sin venir al casco antiguo, me lo pide; de hecho, la etapa más gris de mi vida fue la pandemia, el estar fuera de las calles, el quitarme esto, no poder visitar todos los días esto me mataba. Ha habido veces que he tenido que irme a trabajar fuera y lo primero que venía era a ver mi Catedral, el casco histórico, mi Judería...
—¿Pero de dónde le viene ese amor por el Jaén de siempre? ¿Quién tiene la culpa de esa querencia?
—Mi padre, que me mandaba mucho a dar paseos con él, y aunque no sabía explicarme mucho sí que me contaba las leyendas, me llevaba al callejón de la mona y en vez de contarme datos, me decía: "Si pides un deseo a la mona, se te cumple": cosas curiosas, aunque no sean lo más históricamente fehaciente, y eso hizo que me picara un poquillo la curiosidad. Recuerdo también...
—Diga, diga.
—Cuando caminaba con mi madre por la zona del centro, le pedía que me llevara a la Plaza de los Huérfanos, una plaza que de siempre me ha gustado, me daba buenas 'vibras'. Luego, de mayor, cuando me he dedicado a investigar la Judería (no tanto a estudiarla, sino a buscar en las fuentes) sentía conexión con esos lugares.
—Su padre, su madre... Al final hay más de un responsable de su perfil jaenita a más no poder.
—Y me gustaba también ir todos los Miércoles Santos con mi abuela y con mi madre a ver al Abuelo, a llevarle flores. Siempre he palpado lo de Jaén, me he empapado mucho desde muy chica.
—Y esa necesidad suya de compartirlo con los demás, ¿también es cosa de la infancia?
—Tenía claro que yo quería comunicar (quería estudiar Periodismo, no Turismo), se me daba bien el palique [ríe] Entonces, cuando llegó la etapa en que tenía que elegir hacia dónde orientar mi vida profesional, sabía que (no pudiendo irme a Málaga a estudiar Periodismo) si me quedaba en Jaén era para estudiar Turismo y para ser guía en Jaén. Por cierto...
—Cuente, cuente.
—En cuarto de la ESO y segundo de Bachillerato tuve de profesor a Juan Lerma, a quien no voy a olvidar en la vida, es por quien decidí ser guía. Venían los chicos de Erasmus y teníamos que hacerles nosotros las visitas, nuestro viaje de fin de curso fue a Roma y a mí me tocó explicar el Vaticano, ¡eso fue una pasada!
—Una duda: ¿por qué no pudo irse a estudiar a Málaga? ¿Tanto quiere a Jaén que no podía pasar cuatro años fuera?
—Porque mis padres no se lo podían permitir.
—Me ha puesto usted en mi sitio. La cuestión es que estudió Turismo en la UJA, donde seguramente muchos compañeros de carrera soñarían con terminar y ampliar horizontes, colocarse de guía en Venecia o Florencia, ¿no?
—Yo no, yo en Jaén, no me quiero mover de aquí. La gente me decía: "Tú estás loca". ¿Por qué? Porque Turismo, ¡y en Jaén...! Y yo siempre les decía que si el turismo es la base del PIB en España, ¿cómo no íbamos a tener una oportunidad en Jaén, teniendo dos ciudades que son Patrimonio de la Humanidad, Cazorla... A lo mejor no pensaba tanto en quedarme en la capital, que era lo que yo quería, pero en la provincia sí, y no me he equivocado. Es cierto que he trabajado en otros lugares, pero la mayor parte de mi carrera profesional la he hecho en Jaén capital, lo cual es una hazaña.
—Y en un momento en el que no se apostaba mucho por Jaén capital como centro de destino turístico.
—No, no, de hecho yo empecé en el año 2019; había algo, pero después hemos visto un crecimiento descomunal, sobre todo en la pandemia, que nos benefició muchísimo.
—¿Perdone? ¿He oído bien? ¿Ha dicho usted que la pandemia nos benefició muchísimo, turísticamente hablando?
—Muchísimo: teníamos los cierres de fronteras, primero provinciales, y ya veíamos a la gente de Jaén que quería conocer lo suyo; menos mal, porque eso ayudó mucho a cambiar el chip de la propia gente de Jaén de que aquí no hay nada; y luego el resto de los andaluces.
—Vamos, que tuvo que venir una pandemia para despertar la conciencia de la gente de aquí sobre su propia patria chica.
—Es penosísimo [ríe], pero nos ha beneficiado. Yo alucinaba cuando veía las colas para entrar en los Baños Árabes, eso no lo había visto yo en mi vida. Y es verdad que las colas no son comunes aquí en Jaén, gracias a Dios; muchas veces la gente me dice que el turismo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, y aquí en Jaén hay algo bueno.
—¿A qué se refiere?
—Veo en el turismo de Jaén un turismo constructor, no algo destructor, tenemos un turismo muy sostenible que no afecta, de momento, a la población local. De hecho, esta recibe con los brazos abiertos al turista, y que así siga. Tenemos que seguir queriendo que venga gente, porque Jaén es un tesoro, pero de manera sostenible, que no tengamos que echar a la gente de estas calles de la Magdalena para hacer apartamentos turísticos de una manera masiva.
—Pues parece que cada vez hay más.
—Yo no lo recibo como una mala noticia, siempre y cuando se mantenga lo local, que al final es lo que más valora el turista que viene a Jaén: lo autóctono, lo auténticos que somos, el comercio pequeño (aunque es cierto que cada vez hay menos), que en el casco histórico se mantiene; si te vas a otros lugares, el comercio pequeño no existe en los cascos históricos, hablo de Córdoba y de Granada o incluso en algunos pueblos de la provincia de Jaén. Aquí sí los seguimos manteniendo, eso es lo que me gusta a mí de nuestro casco histórico.
—Piletas hay menos, ¿no cree? Hoy mismo, mientras usted y yo hablamos con la lengua hecha una alpargata por el calor, entrevista, a las mismísimas puertas de uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad no hay más fuente que la pila del Pato. Y no es cuestión de mojarse ahí los labios.
—No, no, imposible. Por eso creo que hay que incentivar también los negocios, yo hablo mucho con ellos: es verdad que hace calor, que abriru na tienda a las cinco y media de la tarde puede llegar a ser una pérdida de tiempo.
—Quien dice una tienda dice también, por ejemplo, una cafetería. ¡Qué calor, Helena, qué sed!
—Ahí está la cosa, eso es una asignatura pendiente. Pasa lo mismo con las tascas: no voy a entender nunca que abran de sábado a domingo, o los domingos si eso, cuando hay grupos que vienen entre semana, los lunes, y es muy complicado llevar a esos turistas a comer aquí en Jaén, es imposible. Dicen que los lunes no hay turismo, pero yo discrepo un poco: la mayor parte de mi volumen de trabajo entre semana lo tengo los lunes, curiosamente.
—¿Esas inquietudes suyas han llegado a la mesa del sector, o hace usted como el padre del cartero de Neruda, que renegaba pero solo para adentro?
—Sí, sí; y además doy mucho las gracias a algunos restaurantes que se están dando cuenta de que los lunes tienen que abrir, porque se hacen de oro, ¡como no hay sitios donde comer, todo el mundo va allí! A partir de septiembre y hasta junio, todos los lunes, martes y miércoles vienen tres autobuses de cincuenta y cinco mayores con el Imserso; hagamos cuentas, ¡eso es una barbaridad!; y esa gente, ¿dónde come? Sí sabemos dónde se hospedan, el hotel más grande de la ciudad es el Condestable Iranzo, es el que recibe grupos, ¿pero dónde come esa gente si se lo encuentra todo cerrado? Es una pena. Y otro tema, la monumentalidad los lunes, es muy complicado.
—De hecho, el lunes suele ser el día de cierre de los museos.
—Exactamente, y es un poco difícil darle una alternativa al turista los lunes.
—O sea, que hay tajo por delante en el ámbito del turismo en Jaén.
—Sí, hay tajo, pero igual que digo esto digo lo que hemos avanzado, es una barbaridad: de adecuación, de restauración, es cierto que quedan cosas por hacer, pero hemos pasado de ser la ciudad más sucia de España a que la gente diga: "¡Jolín, qué bonito está Jaén!". Eso es una maravilla, para mí es un orgullo, vamos.
—¿Lo suyo es vocacional, o no es para tanto?
—Sí, te diría que sí.
—Aparte de estudiar Periodismo, ¿nunca se le ha pasado por la cabeza cambiar de oficio, tirar por otros caminos?
—Bueno, sí; de hecho he sido camarera, profe de Inglés, un poco de todo, pero al final lo que más me gusta es comunicar, la divulgación: el trabajo de guía me da de comer, pero me gusta que la gente conozca la historia de Jaén, quitarle al turista esa venda de que en Jaén no hay nada. Cada vez hay menos turistas que vienen ya con esa idea, somos más los de Jaén los que lo decimos.
—¿Qué le dicen los turistas, qué le agradecen más?
—El hecho de que les descubras lugares distintos a los que aparecen en las guías de Jaén: la Catedral, los Baños Árabes y el Castillo. Las guías se quedan tan a gusto, ¡y tenemos una Judería que es una maravilla, un barrio de San Juan que están poniendo en valor los propios vecinos, y es una pasada; un barrio de la Magdalena que está precioso, lugares tan bonitos como San Ildefonso, el Archivo Histórico, San Juan de Dios, la zona de la Merced, que está tan bonita; el Almendral... ¿Cómo puedes decir que en Jaén no hay más que la Catedral, los Baños Árabes y el Castillo?
—Detallado y apasionado repaso al catálogo histórico artístico, pero seguro que a los lectores también les interesa conocer otra ruta, otro itinerario: el de su propia ruta profesional, su trayectoria. ¿Dónde, cuándo, cómo empezó usted a ejercer?
—En Cláritas Turismo, con los mejores. Empecé con muchas ganas y Kevin [Izquierdo] me dio la oportunidad de empaparme más; Kevin confió en mí y estuvimos trabajando juntos tres años, hasta 2022.
—En su camiseta repta un entrañable anfibio, icono de su empresa actual, Lagarto Tours.
—Sí, desde su fundación Fulgencio [Meseguer] quiso contar conmigo, lo vi como una oportunidad de crecimiento y aunque agradezco mucho a Kevin lo que me enseñó, suponía un pasito más. Yo tenía ya otras metas, quería independizarme y con Lagarto veía esa oportunidad de crecimiento personal, un poquito más que con Cláritas. Me enseñaron la estructura de la empresa, me hablaron de los autobuses que habían comprado, de la web, y me encargué de diseñar las rutas y los discursos, de pedir permisos, de perfilar la página web, de llevar unas redes sociales que fueran dinámicas...
—Lo de los autobuses turísticos por la ciudad hizo ruido en Jaén...
—El tema de los autobuses fue una estrategia valiente.
—E inédita.
—Sí, y necesaria, completamente necesaria. El problema fue cambiar la mentalidad del jiennense, tuvimos que soportar muchas mofas.
—Eso es más de Jaén que un cantón, ¿a que sí?
—Sí, el reírse de lo desconocido sin probarlo. Luego, los autobes desaparecieron, la empresa tomó caminos distintos, me ofrecieron seguir adelante con la marca y no podía decir que no, aunque yo no pusiera el dinero para montar la empresa, ha sido mi bebé, quería seguir, teníamos una filosofia muy clara: hay que utilizar Lagarto para poner en valor lugares:
—Disculpe, me he perdido y eso no puede ser, entrevistando a una guía.
—Quiero decir, por ejemplo, que yo soy la única guía que pasa por la Judería en sus rutas habituales, y eso los vecinos te lo agradecen. Y estamos muy al tanto cuando a algún desquiciado se le ocurre hacer un grafiti en la Judería, quien da el aviso suelo ser yo.
—a día de hoy, entonces, usted no es solo la cara visible de la empresa, también la empresaria.
—Llamémoslo como queramos, pero sí. Para mí fue una responsabilidad, me dio un poco de miedo, porque siempre he trabajado por cuenta ajena; ¿ahora ser tu propia jefa? Dices "¡puff!", pero dije sí, "palante".
—¿Contenta con la decisión, convencida de que hizo lo mejor?
—Sí, es lo mejor que me ha podido pasar, y estoy muy agradecida a las dos empresas que han estado conmigo desde el principio, una me enseñó y me inculcó el amor a Jaén y la otra me ha enseñado el valor empresarial y el ver oportunidades: creo que es una combinación muy bonita, y que la Helena de 2025 no es la de 2019, cuando empezó, ni la de 2022, cuando comenzó Lagarto. Ha habido un crecimiento muy grande.
—¿Tiene entre manos nuevas ideas para la empresa, trabaja en algo innovador, llamativo?
—Lagarto se ha especializado mucho en el turismo personalizado, la gente ya está un poco cansada del abc, de ser un número, yo intento que eso no sea así; hemos comenzado a colaborar con otra empresa (un poco más que antes, que ya lo hacíamos), Xperiencies Stage, con Salva Cantero (que es una joven promesa de Jaén y tiene veintitrés años: ¡esa cabeza vale oro!).
—¿En qué consiste esa colaboración?
—Hacemos visitas teatralizadas, cosa que en Jaén no existía, y las hacemos a menudo; hacemos juegos personalizados basados en la historia, para aprender la historia de Jaén a traves de juegos, resolviendo Cluedo; también intentamos atraer lo que la gente de Jaén más valora, para dejar de decir que en Jaén no hay nada: abrirle los monumentos que están cerrados, eso es lo que más les gusta. Intento ngegociar, colaborar con monasterios, iglesias, entidades públicas..., para atraer a la gente a ese patrimonio más desconocido.
—Hay quien dice que sobra frikismo, que se cae en mucho falseo histórico en favor de sacar adelante efemérides fabricadas, historias inventadas, cosas que no son...
—Sí, hay mucha falsa difusión; yo intento siempre ser lo más veraz posible, cuando no sé algo o no estoy segura, lo pregunto.
—Para terminar, Helena: parece claro a estas alturas que a usted, quien quiera escucharla, que no la busque en el Vaticano.
—[Ríe] Cuando viene el turista, yo le digo que le ha tocado la guía friki: soy la que tiene Jaén tatuada en el brazo, la que hace vídeos de Tik Tok para que la gente conozca cuatro frikadas, como digo yo, cuatro detallitos, que al final es con lo que se queda y le ayuda a valorar su ciudad. ¡Me tienen que echar con agua hirviendo, de aquí no me muevo!
VÍDEO Y FOTOGRAFÍAS: ESPERANZA CALZADO
Únete a nuestro boletín