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"Perdemos siete millones de euros diarios por no tener precios justos"

"Perdemos siete millones de euros diarios por no tener precios justos"

Por Esperanza Calzado - Abril 13, 2025
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Jesús Cózar Pérez (La Puerta de Segura, 1983) ha sido recientemente elegido nuevo secretario general de UPA Andalucía con el 98,6% de los votos de los delegados. Es licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Jaén y ha estado vinculado a la política local, en las filas del PSOE, desde 2007.

Por delante tiene retos importantes como el relevo generacional en el campo, la obtención de unos precios rentables para las producciones, el cambio climático, la falta de mano de obra o los aranceles del Gobierno de Estados Unidos. El también vicesecretario general de Agricultura de UPA Jaén tiene, además, el desafío de sustituir a un histórico, a Cristóbal Cano, para quien solo tiene palabras de elogio. Sobre ello, y mucho más, hace zoom Lacontradejaén.

—¿Cómo han sido sus primeros días como nuevo secretario general de UPA Andalucía?

—Justo acabo de cumplir una semana y coincidió con la celebración de nuestro noveno congreso en UPA Andalucía, con 150 delegados de todas las provincias. Presentamos una propuesta desde UPA Jaén para que yo fuera secretario general y conformar una comisión ejecutiva con miembros de todas las provincias. Obtuvimos un 98% de respaldo, lo que refleja el trabajo previo de semanas antes. Llevábamos una candidatura de consenso con los secretarios generales de las ocho provincias, una posición común para centrarnos en los próximos cuatro años en los problemas del sector y trabajar por nuestros afiliados, sin distraernos en otras cuestiones.

—La vocación de servicio se le presupone porque además se ha dedicado a la política, pero cuando empezó su andadura en UPA, ¿se imaginaba ser el portavoz de toda Andalucía?

—No, ni por asomo. Comencé en UPA como técnico en 2008, lo que me permitió curtirme y estar cerca e ir de la mano de los afiliados, viendo sus necesidades. Hace pocos años asumí el testigo de una explotación familiar, aunque antes también estaba vinculado. Todos esos pasos me han llevado a tomar las riendas de la organización a nivel de Andalucía. Lo haremos con la mayor responsabilidad, humildad y trabajo para que nuestras explotaciones sigan adelante y podamos de vivir de ellas los pequeños agricultores.

—Habla de su explotación familiar. ¿Cómo es?

—Mi padre se jubiló hace dos años y nos cedió 200 olivos. Con otros 200 que me dejó mi suegra, también jubilada, juntamos 400. Es una explotación que me gusta mucho, lo llevamos en la sangre y no pienso dejarla mientras sea viable. Hay que seguir adelante por el bien de la explotación y de la familia.

—Jaén parece liderar en UPA. ¿Qué tiene esta provincia que marca la diferencia?

—Jaén es la provincia con más afiliación de UPA en España, no solo en Andalucía. Hasta hace dos o tres años, Cáceres tenía ese lugar, pero gracias al trabajo desde que Cristóbal Cano asumió la secretaría general en Jaén, logramos este objetivo. Esto nos da peso en los órganos de decisión de UPA. Pero lo importante es respaldar a nuestros afiliados, defenderlos y ofrecerles los servicios que necesitan día a día.

—Ha llegado en un momento complicado, con los aranceles de Estados Unidos. ¿Cómo afectan al sector?

—Entré a puerta gayola, como decimos en Andalucía. La situación está convulsa por las políticas de Trump, que ya puso aranceles en su primer mandato. Esto genera incertidumbre, es una guerra comercial en la que el gobierno americano es el virus. Pero en el aceite de oliva, el impacto podría no ser tan grave. El año pasado, con precios altos, el litro estaba a 11-12 dólares en supermercados americanos y batimos récords de exportación. Con un arancel del 20%, el precio podría ser incluso más bajo que en campañas pasadas. Aun así, hay que ser cautos. Pedimos a las administraciones que trabajen juntas, sin rifirrafes políticos, y a nivel europeo, que no usen al sector primario como moneda de cambio, como ya pasó antes. 

—El presidente del CES provincial, Manuel Parras, ha defendido que hay que trabajar unidos como en la pandemia de Covid-19. ¿Está de acuerdo?

— Sí, por supuesto. Creo que las cosas se están haciendo bien. Es cierto que se está viendo otra línea en los distintos partidos políticos que dirigen las distintas administraciones y creo esto puede ser un punto de inflexión.

—La campaña va bien, pero los precios del aceite bajan. ¿Por qué ocurre esto?

—En marzo tuvimos una salida de 125.000 toneladas, pero el sector perdió unos 200 millones de euros en España porque el precio está a 3,70 euros por litro, cuando debería rondar los 5 euros para cubrir costes.  Si echamos números, estamos hablando de unos 7 millones de euros diarios que estamos perdiendo el sector del olivar en España por no tener un precio dignamente justo, que es lo que demandamos. Aunque los consumidores están dispuestos a pagar más y se ha demostrado en estos dos últimos años, lo cierto es que la ley de la oferta y la demanda, con expectativas de buenas cosechas, presiona los precios. Hay un factor psicológico en esto, poco sentido común. Los olivareros debemos hacer autocrítica y ponerle un precio justo a nuestro producto, no vender por debajo de costes. La ley de la cadena alimentaria de 2021 nos respalda para eso.

—Se ha demostrado que el consumidor está dispuesto a pagar más.

—Nosotros lo que venimos a decir es eso. Ni tan bueno es que esté a nueve o diez euros como este año atrás, ni tan bueno es, por supuesto, que se sitúe a dos o tres euros y pico, como está ahora mismo. Entendemos que un precio razonable es en torno a los cinco euros que cubren nuestros costes de producción. No porque lo digamos nosotros, sino porque hay estudios que así lo exponen, sobre todo en el olivar tradicional, que es el que principalmente defiende nuestra organización, el familiar.

Somos los propios olivareros y olivareras los que realmente tenemos que hacer la fuerza necesaria para que a nuestro aceite, que es nuestro, le pongamos un precio. Que realmente vendamos y no nos compren. Es un poco una frase que solemos decir a ciertas personas, pero es que tiene que ser así.

—El envejecimiento del campo y el relevo generacional son retos clave. ¿Cómo se combaten?

—El principal problema es la falta de rentabilidad. Sin ella, nadie se enganchará al campo, joven o no. Las subvenciones a la incorporación ayudan, pero muchas son ficticias. No es la única solución. Proponemos incentivar la jubilación anticipada para que las explotaciones pasen a jóvenes, y un banco público de tierras para facilitar el acceso a hectáreas suficientes para vivir de la agricultura, porque actualmente es muy dificil acceder a ella. También necesitamos servicios en el medio rural —educación, sanidad, ocio, infraestructuras— para que los jóvenes quieran quedarse. Sin rentabilidad y sin servicios, no hay relevo.

—En definitiva, se trata de luchar contra la despoblación. 

Consideramos que tiene que ser un medio rural vivo. Entendemos que la mejor medicina que tiene para contrarrestar la despoblación es la agricultura y la ganadería familiar, la que representamos, que es la que realmente hace que los agricultores y agricultoras y ganaderos y ganaderas vivan en sus pueblos, puedan desarrollar su medio de vida en su pueblo y puedan quedarse y vivan y puedan hacer actividad económica, actividad funcional en estos municipios. Por tanto, creemos que defendemos dignamente y humildemente la agricultura y ganadería familiar, que es la que mejor puede combatir la despoblación.

—¿Qué otras líneas estratégicas plantea UPA para los próximos años?

—Trabajamos con el Ministerio en la Ley de Agricultura y Ganadería Familiar para blindar las explotaciones pequeñas y medianas, que producen más del 85% de los alimentos en España. Otro reto es la falta de mano de obra, sobre todo en la recolección, donde debemos afinar soluciones. La innovación y digitalización agraria es clave, porque nuestros afiliados lo necesitan para cumplir exigencias administrativas. También nos preocupa la igualdad en el campo, promoviendo la titularidad compartida y combatiendo la violencia de género. Buscamos unidad de acción con otras organizaciones, respetando diferencias, y seguimos luchando contra la despoblación, defendiendo la agricultura familiar como la mejor herramienta para mantener vivos los pueblos. Por último, queremos seguir dando servicios y atención diaria a nuestros afiliados a través de nuestras oficinas comarcales.

— ¿Y la mano de obra?

—La falta de mano de obra está ocasionando un problema bastante grande en la provincia. Cada vez más difícil encontrar a la gente para que pueda hacer los trabajos y sobre todo la recolección y creo que esa es una de las líneas de trabajo que tenemos que afinar mucho más y poner mucho más la carne en el asador para intentar despalear ese problema. Es otro de los retos que tenemos por delante. 

—¿Qué pasa con la unidad de acción de las organizaciones agrarias?

—También nos preocupa. Se rompió un poco tras el 'espíritu de las batallas' aunque sí es cierto que seguimos teniendo contacto y creo que es otro de los retos que tenemos estos cuatro años. No significa que tengamos que tenerla por obligación, pero entendemos que es mejor la unidad de acción. 

—Una pregunta personal: ¿Qué le dicen en casa sobre este nuevo cargo?

—Lo hemos pensado mucho en familia. Sé lo que implica porque he estado cerca de Cristóbal, el anterior secretario general. Hay mucho tiempo que pierdes con la familia, y eso te hace dudar. Pero lo asumí por responsabilidad. Hay que echarse al ruedo y torear.

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