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"Tenía que sacrificarme o reinventarme, y me reinventé"

"Tenía que sacrificarme o reinventarme, y me reinventé"

Por Javier Cano - Agosto 04, 2024
Compartir en X @JavierC91311858

Cuando Jovellanos dijo aquello de que sólo falta el tiempo a quien no sabe aprovecharlo, seguro que pensaba en cualquiera menos en José Águila Lara (Martos, 1975). Una personalidad inabarcable que lo mismo se vuelca en los coches antiguos que en la poesía, el baloncesto o el vino y que, también en lo profesional, no le teme a los nuevos retos.

—Es usted eso que Cela llamaba un hombre poliédrico, una persona polifacética, repleta de aficiones, pero ¿cómo se ha ganado la vida?

—Profesionalmente he sido, hasta hace un año, técnico de manten¡miento; he tocado todas las ramas del mantenimiento industrial, domestico, de edificios..., pero por avatares de la vida me he tenido que reiventar, hacer borrón y cuenta nueva, partir de cero, y viendo que tenía veintitantos años de experiencia profesional en esta rama me he visto no obligado, pero sí impulsado a ser docente. Llevo desde octubre del año pasado como docente para la Formación Profesional para el Empleo, intentándome ubicar, y afortunadamente llevo ya tres meses trabajando para el Ayuntamiento de Alcaudete. 

—Ahora que habla de formación... ¿Era usted un manitas de nacimiento, o hincó los codos para lo que ha sido su pan hasta hace nada y menos?

—A mí me gustaba, pero no lo veía yo como una capacidad innata para dedicarme a eso. Surgió entre un grupo de amigos, decidimos apuntarnos y empecé en Electricidad; hice el FP 1 antiguo en Martos y la FP 2, ya como técnico especialista, en Jaén, en Las Fuentezuelas, con tan buena suerte que fue terminar, me fui a la mili y al volver fueron a buscarme adonde yo estaba echándole una mano a mi padre, que era constructor. Llevaría una semana y me llamaron para trabajar en Valeo, como técnico de mantenimiento, y a raíz de eso, de un lado para otro. En Mercadona he estado también veinte años. 

—¿Se sentía realizado en su puesto de trabajo?

—Si no no hubiera estado veinte años haciendo ese trabajo. Lo que pasa es que, en un momento dado, me iba a costar la salud y tuve que plantearme sacrificarme o reinventarme: y me tuve que reinventar, hace un año. 

—Perdone que se lo pregunte, ¿qué lo obligó a reinventarse?

—En 2023 sufrí un ataque de ansiedad en el trabajo que me dijo que tenía que parar.  

—Y paró. ¿Cómo ha vivido ese proceso de reinvención (que dicen que no es fácil precisamente)? 

—Afortunadamente buenos amigos me dijeron que como tenía tanta experiencia en mi campo, don de gentes y dialéctica, tenía también mucho que mostrar, que me lo planteara. Me saqué el certificado de docente de Formación para el Empleo, hice las prácticas en Cruz Roja y viendo ofertas (en Jaén está la cosa muy conplicada, era todo coger la maleta e irse), esperando otra oferta me salió una en el Ayuntamiento de Alcaudete, y allí estoy como técnico de Empleo y Formacion en un proyecto muy bonito, "Alcaudete Emplea". 

—¿Qué hace exactamente?

—Insertamos en empresas a personas sin experiencia. Yo las formo en el ámbito que trabaja la empresa; la verdad es que es muy bonito, la inserción laboral me está llamando, creo que tengo esa inquietud que yo mismo he vivido en mis carnes, de tener que buscarte la vida como sea. ¡Qué mejor si alguien te coge la mano y te ayuda! 

—¿Ha descubierto una vocación desconocida, entonces?

—En parte ya había hecho algo parecido, soy también entrenador de baloncesto con niños, adolescentes y personas adultas, estoy terminando el nivel 1 de entrenador; pero en cierto modo siempre tienes ese miedo, esa incertidumbre de no saber cómo vas a encajar con ellos, y ellos conmigo. Es un mundo totalmente diferente, pero lo bueno es que tengo mucho que enseñar, creo yo, si ellos están dispuestos a aprender.

—Es usted casado y padre de dos hijos.  todo esto, jose, un padre, ya casado. ¿Esa situación personal no le hizo dudar a la hora de embarcarse en un proceso de reinvención, en un cambio tan importante en su vida?

—No, porque llegué a verme muy mal para tomar esa decisión. Yo no quería, han sido veinte años trabajando y me gustaba, me sentía bien, con buenas condiciones económicas y laborales; ha sido una decisión dura, pero no me arrepiento a día de hoy. 

—¿Ha tenido que abandonar alguna de sus múltiples aficiones, o han salido intactas?

—Sinceramente, desde el covid están paradas o sacrificadas, de alguna manera. A mí me tocó trabajar, en pandemia, en primera línea, una situación muy dura. Afortunadamente mi libro pudo publicarse y presentarse antes del confinamiento, pero a raíz del covid me he enfriado en muchos aspectos. A raíz de mi situación laboral se me quitaron las ganas de todo, hasta que mi cuerpo dijo "¡hasta aquí!". 

—Está claro que José Águila ha venido a hablar, también, de su libro: Los adoquines señalados, su primera obra poética...

—Son los primeros sentimientos, que he denominado adoquines para señalar esa primera senda de creación, de expresividad. Este libro ha sido un primer pretexto, en parte gracias a los talleres de poesía a los que he asistido. Siempre he tenido ese deseo de publicar algo, de que se quedara plasmado, registrado. ¡Ya buscas en Google y sale mi libro, aunque sea una autoedición! Estoy muy contento, aunque sepa que no voy a vivir de eso. 

—¿Ese poemario contiene todos los versos que ha escrito a lo largo de su existencia, es una antologia vital?

—Tengo muchos, y a raíz del covid más. La pandemia me enfrió un poco, pero también provocó mucha más expresividad en mí. Tenía una obra bastante extensa, pero me planteé que publicar un libro muy gordo de alquien que no es conocido podría ser un pestiño, hablando claro, así que dividí el libro en tres partes (la tercera está en expansión).

—¿Qué le ha aportado?

—Todo positivo, aunque con el mal sabor de boca de que no llegué a 'jugar' tanto con él, a tener tantas presentaciones. Al menos pude hacerlo en Martos, que era mi lusión, y me sentí muy arropado con mi gente de allí. Posteriormente en Torredonjimeno, que también me dio esa oportunidad. Uno va aprendiendo, este es mi primer paso, mi primer adoquín para la senda.

—¡Vamos, que habrá más adoquines en este camino...!

—Habrá más, sí, y además, a partir de esta experiencia personal que he contado, creo que va a salir un libro plasmándola.

—¿Será su segundo libro de poesía?

—Más bien sería de autoayuda, entre comillas. Como dice Ángel Martín, en cuya presentación de su último libro estuve, "cuando te pasan situaciones a las que no estás acostumbrado, siempre buscas a ver si a alguien también le ha pasado", si (como yo) ha tenido acoso laboral, una situación que sabes que vas a reventar porque no ests bien, y alguien te ha ayudado a saber que no es que estés loco, sino que necesitas ayuda: esa es mi idea de un libro futuro, que ya está medio pincelado. 

—Curiosa portada la de Los adoquines señalados, poblada de Playmobil. ¿Se le ha colado otra de sus aficiones en la fachada de su obra literaria?

—Yo soy un 'retrómano', todo lo retro me gusta: los coches antiguos, la historia que he vivido en mis manos. Soy el mayor de cinco hermanos y los juguetes del primero pasan por las manos de todos. En cierta manera, cuando terminé de divagar por mi casa me quedé sin juguetes, y esa ha sido siempre una espinita que he tenido clavada, haber perdido mi colección de Playmobil, desde la primera patrullera que conseguí.

—Hay nostalgia ahí, como la del Marinero en tierra de Alberti pero en modo juguete.

—Quería irlo retomando, poco a poco vas vendiendo cosas, esto es un mundo paralelo. De hecho el poemario es un juego de palabras también, empieza la portada un Playmobil solo en un camino de adoquines, luego el divagar por el interior y termina la contraportada con una pareja, en ese devenir encuentro a alguien. 

—Esos Playmobil caminan sobre los adoquines, pero perfectamente podrían ir montados en un automóvil retro, que uste es, además de todo lo dicho, presidente de la Asociación Cultural Club Seat 600 y Clásicos de Jaén.

—El club data del 97,  al menos con documentación en la mano. Yo empecé en 2003, con el primer vehículo que adquirimos. Afortunadamente es un 'hobby' que compartimos en familia, porque nos vamos los cuatro a las concentraciones. si no hubiera sido así, al final hubiera vendido el coche. 

—¿Qué coche es ese del que habla?

—Tengo un 600; he llegado a tener más, ya demasiados. Un socio amigo nuestro, Antonio Pestaña, que es el vicepresidente, dice: "¿Para qué quieres tranto traje si al final te pones solamente uno?". Yo llegué a tener ocho clásicos, ahora afortunadamente solo tengo dos operativos. 

—¿Cómo viven esa afición común?

—Hacemos intercambios (como cuando nos juntamos a hacer lecturas de poesía), compartimos vivencias con los clásicos, nos juntamos los cuatro (el mayor ya mide 1.92 Cm. y es complicado que entre en el 600). Nos juntamos con mucha gente de Jaén y disfrutamos también saliendo fuera, donde valoran mucho que vengas de Jaén. Estuvimos en una concentración en Lugo, en Barreiros, y agasajados cuando vieron que la familia iba montada en el coche, a novecientos kilómetros. Nos llevamos el premio al más lejano y fuimos portada de periódico en el "Diario de Galicia", haciendo mención a la gesta. 

—Poesía, coches clásicos, la radio... Usted se define como 'retrómano', pero tiene toda la pinta de ser, realmente, un romático (con perdón del diccionario de la RAE).

—Ya que lo dice, un aficionado de Jaén que desgracidaamente falleció el año pasado (un primor de persona) me veía y me decía: "El hombre del 600; Jose, tú eres un romántico, no puedes seleccionar, eso de guardar ese trocito de Jaén buscando coches con matrícula de Jaén no lo hace todo el mundo".

—¿Todas estas aficiones suyas le han ayudado sus aficiones en el complicado proceso laboral (y por ende personal) que le ha tocado vivir?

—Hay veces que no les das esa importancia cuando te ves en una situación en la que ves cosas más importantes, y las vas dejando de lado. Me ayudaba en cierta manera el escribir, y a veces solo salían cosas malas.

—¿Quizá lo que realmente ayuda es el apoyo de las amistades forjadas a raíz de esas aficiones?

—La gente siempre ha estado, pero en esas situaciones sobre todo te das cuaneta de la familia. Afortunadamente mi mujer siempre está ahí, a mi lado, y los niños también. Estás hecho polvo, te vienes abajo (porque te infravaloras) y gracias a esa famlia que te quiere y está a tu lado, sales. 

—Al principio de esta entrevista aparece definido como un hombre inabarcable. ¿Es para tanto? ¿Hay por ahí más querencias que se calla?

—La radio; desde la mili me picaron, y he llegado a ser presidente de la Unión de Radioaficionados de Jaén. Me tuve que hacer cargo, para que no desapareciera. No quería que se perdiera. Estuve dos años hasta que se hicieron nuevas elecciones, y pudimos salvar el local que tenemos en la Universidad Popular.

—Labia tiene usted, desde luego...

—Es una cosa que siempre me ha gustado, el mundo de la radio comercial, y he llegado a fundar una radio comunitaria escolar en Torredonjimeno, que está funcionando. Empezó como proyecto escolar en el colegio de mi hijo, pero se han hecho cosas muy interesantes y sigue emitiendo con programas de producción propia, podscat de otros programas... Por ejemplo Versoradio, que se hacía eco de todos los eventos literarios a los que yo asistía. 

—¡La poesía, siempre la poesía!

—Yo promoví también los recitales poéticos en Torredonjimeno, como pretexto para juntarnos los poetas; eso lo paró el covid. Ah, y soy un apasionado del vino.

—El vino siembra poesía en los corazones, escribió su colega Dante. 

—Me gusta indagar, soy un poco un raro en ese aspecto, no busco el nombre, la marca y el precio sino que investigo; he oído muchos programas de radio sobre bodegas, y lo que hago es que guardo la botella cuando está vacia. Tengo una pequeña bodega en un bajo de escalera, a la antigua usanza, que la hice yo.

—Encima manitas, ¿no?

—Sí, lo intento [ríe]

—Siga con el vino, por favor.

—Decía que me gusta guardar las botellas, la que me deja buen sabor o comparto con gente interesante. Al final el vino tiene que tomar cuerpo, solera, pero también hay que saber disfrutarlo. 

—¿Puede usted descifrar el gran enigma que ha creado usted en los lectores de Lacontradejaén? ¿Cómo se hace, de dónde saca tiempo para tanto?

—No lo sé; en mi vida, por desgracia o por bien, he tenido que hacer un antes y un después y no sé, la verdad es que ya me tomo las con con más tranquilidad. 

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