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"Cuando era pequeño quería ser abogado o chapista"

Por Javier Cano - Agosto 24, 2025
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Así, de sopetón, parece recién salido de un fotograma de Wall Street, con cuyo protagonista comparte pinta de ejecutivo y hasta esa condición suya de hijo de mecánico. Pero no, Juan Emilio García Martínez (Jaén, 1980) es más de aquí que los caballos de Cubero. Abogado y cofrade de los que mandan de verdad, ni en pleno agosto se desembaraza de la chaqueta y la corbata, hoy quizás en deferencia hacia los lectores de Lacontradejaén.

—Jaenes hay muchos, señor García: ¿en cuál vio usted la luz primera?

—Yo soy del barrio de San Juan, de la calle Martínez Molina: sanjuanista de toda la vida. 

—Sin embargo, quien quiera encontrarlo un Viernes Santo que no le busque en San Juan, sino en el Camarín. 

—Fui sanjuanista, salí muchos años con la túnica blanca y el caperuz verde; en aquel entonces no sé si se llamaría costalero, promitente u hombre de trono, pero yo lo fui del Santo Sepulcro. Terminaba el Viernes Santo, me cambiaba el cíngulo y el escudo y salía en el Sepulcro. 

—Fue usted uno de esos chaveas que no paraban y que aprovechaban bien la túnica negra. Del Sepulcro, entonces, y también de El Abuelo...

—Sí, sí, sí, de toda la vida. Empecé con Jesús de acólito, con ocho o nueve añillos, y en el momento que tuve edad y como todos los amigos del colegio estábamos muy relacionados con la iglesia de San Juan y ayudábamos en la parroquia..., salíamos todos en el Sepulcro. 

—¿Cómo llegó usted a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús? Lo normal es que hubiese hecho carrera en la congregación servita. 

—A Jesús me vinculo por tradición, por herencia; mi abuela era muy devota de Jesús, era de visita semanal los viernes con su hábito morado, y mi padre empezó siendo promitente de la Virgen, mi madre camarera... La fe se transmite, además de con la creencia, de padres a hijos. Mis padres lo hicieron conmigo y ahora, si mis hijos quieren continuar...

—Lleva a gala eso de ser de San Juan pero, ¿sigue viviendo allí, o ha cambiado de barrio?

—¡No vivo ni en Jaén, vivo en La Guardia! 

—De ser de Jesús no ha cambiado, ¿no?

—No, la Cofradía de Jesús es mi cofradía. 

—¡Y de qué manera!: empezó desde abajo y a día de hoy es el vice hermano mayor de la institución nazarena. ¿Se lo imaginó alguna vez, mientras castigaba a los alérgicos con el incensario?

—Jamás, jamás, ni me planteé el hecho de formar parte de la junta de gobierno. Cuando me dieron la oportunidad de colaborar algo más estrechamente con la cofradía en el mandato de Francis [Francisco Manuel Gutiérrez Montero], acepté; después, con Ricardo [Cobo López] entré en la junta de gobierno y ahora con Rosa [Garrido Cancio], vice hermano mayor. 

—Una pregunta ambiciosa, Juan Emilio: ¿ser lo que es usted a día de hoy en la cofradía de sus amores le hace acariciar el cetro de hermano mayor, o se puede ser el segundo de a bordo sin aspirar a más?

—Quizás el paso natural cuando uno deje de ser vice hermano mayor sea ser hermano mayor, pero no me lo he planteado siquiera a fecha de hoy. Ahora mismo está Rosa y si ella quiere y Dios también y hay un segundo mandato de ella, estaré con ella (si quiere contar conmigo), pero no me he planteado esto como no me planteé llegar a ser vice hermano mayor.

—Pero ya que se pone...

—Sí es cierto que hay que formarse, prepararse, no es como una carrera que estudias y un día presientes que ya estás preparado para ejercer; en este caso no hay una formación, es la experiencia. Espero aprender todo lo que pueda de los anteriores hermanos mayores y de los compañeros y compañeras de junta. Esto es un día a día. 

—O sea, que entra en sus planes. 

—Si los cofrades ven oportuno que yo pueda ser y digo de presentarme, porque cuente con el respaldo de la junta..., sí. 

—Imagine que se presenta y gana: a priori, ¿qué significaría para usted?

—Me lo he planteado cuando he asumido el cargo de vice hermano mayor: todavía ni tan siquiera he recapacitado sobre lo que conlleva ser hermano mayor de Jesús, lógicamente un puesto de muchísima responsabilidad no solamente con respecto a la cofradía, sino lo que representa esta cofradía.  

—¿Le da vértigo?

—Miedo, más bien. 

—Dice un refrán que primero la obligación y luego la devoción, pero esta entrevista ha hecho trizas el dicho y lo primero ha sido la querencia más honda. Cambiamos de tramo, si le parece. Abogado..., ¿por qué? En su casa, más que togas y códigos de Derecho, se hablaba de chapa y pintura. 

—Correcto, mi padre tiene un taller que lleva ahora mi hermana. Mis padres dicen que cuando yo era pequeño decía que quería ser abogado o chapista, o la noche o el día. Estudié Derecho aquí en Jaén, no me planteé ejercer sino prepararme alguna oposición, pero empecé a colaborar en un despacho, me gustó y aquí sigo. 

 

—¿Acertó con la decisión de no opositar, de batirse el cobre en los juzgados?

—Sí, creo que sí, hasta el momento no me ha ido mal y aquí estamos. 

—¿Especializado en algún ámbito completo o es un todoterreno (perdone el guiño, hablando de coches y talleres)?. 

—Los asuntos que más llevo son de responsabilidad civil y tema laboral, me especialicé en el civil pero no me dedico exclusivamente a eso; en Jaén, los despachos pequeños como el mío nos dedicamos a todo un poco. 

—En Jaén hay casi tantos abogados como nazarenos en la procesión del Abuelo en sus mejores tiempos (y quizá más).

—Hay muchos, muchos. Es una profesión difícil, sobre todo en los inicios, pero una vez que coges experiencia y nombre, la gente empieza a conocerte y hay trabajo; no tanto como el que nos gustaría, pero hay trabajo. 

—¿Ser cofrade influye de alguna manera en su forma de ejercer la abogacía? Habrá habido asuntos que le hayan tocado la conciencia, ¿no?

—Pasa, sí. Hay muchos asuntos que yo rechazo porque, lógicamente, a lo mejor me conllevan un conflicto, pero en el ámbito en el que yo actúo no suele darse demasiado ese conflicto entre el profesional y el cofrade.

 

—Hablemos del tiempo: abogado en ejercicio, vice hermano mayor de la cofradía más popular de Jaén... ¿A qué dedica el tiempo libre que le queda, si es que le queda?

—A la familia, todo el tiempo que puedo estoy con mi familia. Ahora que mi hijo es un poco más mayor, incluso hacemos deporte juntos (me hace sufrir, porque al ser él más joven me da mucha caña, sobre todo en bicicleta). 

—¿Ninguna afición curiosa por ahí? La caza, la ornitología...

—Nada, lo único que tengo es la familia, la bicicleta, caminar y poco más. 

—Empezamos hablando de Jaén y vamos a concluir de la misma forma: ¿qué es Jaén para usted?

—Para mí es la mejor ciudad en la que podría vivir, una ciudad tranquila en la que, a pesar de lo que se dice, tenemos de todo, y no solamente la ciudad, sino toda la provincia. Yo estoy muy a gusto aquí, en Jaén. 

—¿Nunca valoró la posibilidad de ejercer fuera, de vivir lejos?

—No, desde el primer momento tuve muy claro que me quería quedar en Jaén, toda mi vida la hago en torno a Jaén, no me voy fuera los fines de semana, ni antes cuando no tenía tantas obligaciones con la cofradía ni ahora, que las tengo. Me gusta pasear por Jaén, salir por Jaén, veranear incluso en Jaén, en la sierra o en sus zonas de recreo. Es una ciudad muy tranquila, muy bonita y muy acogedora. 

VÍDEO Y FOTOGRAFÍAS: ESPERANZA CALZADO

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