"Tenemos que ir abriendo la mente de la gente más joven"
Camina con paso firme por la calle San Clemente. Hemos quedado a las nueve de la mañana y llega puntual cual reloj británico. Lleva el paso acelerado. Desde las siete menos cuarto que suena el despertador vive corriendo. Así es la vida de una empresaria valiente, con iniciativa, con los pies en la tierra, con fuerza. Con la misma que da nombre a la cooperativa de la que forma parte junto con otras dos socias. Lola García Fuentes (Alcaudete, 1958). A los 16 años se fue a vivir a Torredonjimeno, donde hace poco le dieron la sorpresa de su vida. Sus hijas están fuera, una en Suecia y la otra en Canarias. Han recorrido un largo viaje para darle el mejor presente por su 60 cumpleaños. Ella se emociona al recordarlo. Hablamos con una mujer empresaria, madre, esposa y volcada con los demás.
—Sesenta años recién cumplidos. ¿Pensando en la jubilación?
—No, no; para nada. Eso sí que son palabras mayores. Aunque supuestamente solo me quedan cinco años pero hablar de jubilación significa irme a casa. Y la verdad es que allí también tengo muchas cosas por hacer, porque haría lo que no he podido anteriormente, pero me siento activa trabajando. Empecé con 18 años y en aquella época no existían los derechos que hoy tenemos. No disponía de vacaciones. Estoy acostumbrada a trabajar, no sabría quedarme en casa. De hecho, cuando tengo el mes de vacaciones, quince días me sobran porque acabo por no saber qué hacer. La primera quincena la coges bien, para desconectar, aunque yo no he podido hacerlo del todo nunca. Lo intento, pero no lo he conseguido. Necesito el trabajo como el aire diario.
—¿Cuándo decidió que quería ser empresaria?
—Vino ocasionado por la crisis. Corría el año 2011. Las empresas, en aquella época, empezaban a cerrar, a disminuir plantilla y precisamente la firma en la que yo estaba se marchó a Chile. Decidimos, las tres socias, que no era el momento de buscar trabajo porque todas las empresas estaban despidiendo. Pero tampoco era cuestión de irnos a casa. Fue entonces cuando empezamos a madurar qué íbamos a hacer y apostamos por aquello que sabíamos. No era el momento de iniciar aventuras. Nos juntamos, nos informaron sobre las formas jurídicas para constituirnos como empresa y la que más nos gustó fue la cooperativa.
COOPERATIVISMO
—¿Por qué?
—Nos llamó la atención a las tres. Una vez supimos cómo funciona cada unas de las fórmulas jurídicas, casi sin comentarlo nos pusimos de acuerdo. La cooperativa reúne todos los valores que para mi son importantes. Recoge la democracia, todos los socios tienen la misma opinión, mejora la conciliación familiar, laboral y personal, cada decisión se toma entre todos, etcétera. No tuve duda alguna, dicho y hecho. Cada día que pasa estoy más contenta de que lo hayamos formado. Siempre lo voy pregonando y la gente no conoce lo qué es una cooperativa. Si la gente lo conociera le pasaría igual que a mi, pero nos queda mucho trabajo para darle difusión.
—Lacontradejaén es una cooperativa, entendido como algo más que una fórmula jurídica; una manera de hacer las cosas, de entender la vida y el mundo empresarial. ¿Le ha pasado?
—Totalmente. Antes hablabas de cooperativas y todo el mundo se iba a las almazaras de aceite, pero somos mucho más. Somos cooperativas de trabajo donde hay muchos sectores recogidos, desde la formación, periodismo, sanitario, etcétera. La gente se sorprende cuando se da cuenta de cuántos sectores económicos puede aglutinar el cooperativimo.
—¿Alguna vez le han dicho que la cooperativa son ideales y que al final se cambia a sociedad?
—Todavía no ha llegado el momento que me lo digan, pero si lo hicieran la repuesta es clara: te equivocas. Ni me conoces a mi, ni conoces a mis compañeras, ni conoces qué es el cooperativismo.
FORTALEZAS
—¿Por qué fortalezas?
—Surgió de unas ideas que fuimos aportando cada uno. No nos poníamos de acuerdo y una amiga mía que trabajaba en Barcelona fue el que nos propuso el nombre Fortalezas, una palabra potente, con firmeza. Y no hubo más que hablar. Es precioso y nos representa muy bien.
—¿Qué ofrece a la sociedad?
—Es una cooperativa de trabajo compuesta por tres socias y dos personas más trabajando con nosotros. Además, tenemos muchos colaboradores, sobre los cuarenta. Trabajamos según proyecto. Empezamos con lo que conocíamos que es la formación. De ahí, introducimos la consultoría a demanda de nuestras propias empresas. Añadimos una editorial porque elaborábamos nuestros propios contenidos para sacarle el máximo rendimiento. Intentamos abrir una línea de mediación, pero es muy desconocido. Parece que hay que ir siempre al juzgado cuando precisamente la mediación es todo lo contrario. En cuestión de nada, en seis reuniones, tienes una mediación hecha y no es ningún tercero el que te dice lo que tiene que ser. Pero la formación personalizada a las empresas la línea principal, además del convenio que tenemos con la Universidad Rey Juan Carlos, para docentes y sanitarios, con los créditos CTS.
FAECTA
—¿Y con el poco tiempo que tiene cómo se le ocurrió dar un paso al frente para optar a presidir Faecta?
—A raíz de las diferentes asambleas, el compañero Ramón García comunicó que ya no iba a continuar y yo dije, por qué no. Me eligieron y aquí estoy. No sé cómo saldremos adelante porque requiere tiempo. Estar en una empresa y también llevar Faecta es duro. Faecta requiere la jornada completa de trabajo si quieres hacer las cosas bien. Si quieres pasar de puntillas lo puede hacer cualquiera.
—¿Cuáles son los principales retos?
—Ya tenemos algunas iniciativas puestas en marcha. Lo primero que vimos fue la necesidad de difundir y dar a conocer Faecta en todos los ámbitos. Eso es lo primero porque a partir de ahí surge todo lo demás. Estamos planteando las jornadas para institutos, porque es donde creemos que está el nicho principal, además de la Universidad.
—Se trata de transmitir mentalidad emprendedora al futuro jiennense. ¿Queréis romper con esa estadística que dice que una buena mayoría se decanta por ser funcionario?
—Ahí está el problema. No hay plaza para tanto funcionario y hay que abrir la mente a nuestra gente joven. Emprendedores si podemos ser todos y debemos enseñarlos haciendo un trabajo serio. Nuestro futuro son los emprendedores y las empresas, son las que tienen que tirar del país.
—¿Pero realmente se nota en Jaén ese ánimo de emprender?
—No. Hay de todo, para no ser injusta. Mucha gente se está echando hacía delante, pero muchos jóvenes solo tienen en mente que su final es hacer unas oposiciones. Sin embargo, existe un pequeño porcentaje con otros valores, otra iniciativa, otros aires... Nosotros hemos estado dando charlas en institutos y cuando un chaval es emprendedor se le ve de lejos. Tiene iniciativa, inquietudes... Sin embargos, otros los ves que no.
—¿Qué importancia tiene la relación con las administraciones?
—Desde el inicio, uno de nuestro objetivo era comunicarnos con las administraciones públicas. La primera reunión que tuvimos fue con la delegada de Empleo. Ella cree en el cooperativimo lo mismo que yo y por descontado tenemos su respaldo. Nos puso en contacto con el CADE de Jaén para empezar a trabajar juntos. Ellos son una parte imprescindible, tenemos el mismo fin.
—Nosotros nacimos en un CADE...
—Yo también. Cuando pedí saber cómo había que formar una empresa llamé a las puertas de un CADE. Una trabajadora de allí supo explicarme muy bien lo que era una cooperativa. Yo creo que si ella no llega a estar ahí a lo mejor me hubiese desviado hacia cualquiera de las otras formas jurídicas que también me explicó. Pero me supo trasladar muy bien qué es un cooperativa. Estuve tres años en el CADE de Torredonjimeno y ya después nos vinimos a Jaén. Por otro lado, también nos hemos reunido con Diputación y estamos intentando contactar con los ayuntamientos también. Todos son necesarios.
—Hay cooperativistas que no saben qué es Faecta y qué ofrece.
—Es verdad. Dentro de los objetivos que nos plantemos es, precisamente, ponernos en contacto con nuestras propias cooperativas. Algunas son socias y tienen algo más de conocimiento. Pero otras no lo son y creo que no son socias porque en realidad creo que no conocen bien el cooperativismo. Nos queremos poner en contacto con ellas para decirles que estamos aquí y que nos acompañen en este proyecto para hacer más fuerza. La fuerza la hace la gente y dentro de Faecta la hacen las empresas.
—Te has rodeado de un equipo femenino en su mayoría.
—Lo he hecho por la valía de las personas. Pero es verdad que la mayoría de los trabajadores y socios de las cooperativas son mujeres, y eso es una realidad. Casi un 50% de las que la representan son mujeres también. Además, estoy muy contenta porque va siendo hora ya de que las mujeres despuntemos más todavía en las presidencias y de estar ahí en primera fila. Llevamos buen camino.
—¿Las mujeres tienen mayor presencia en las cooperativas?
—Sí, y fue otra de las cosas que me animó a crear una. Vi que la mujer tenía un papel muy importante. Además, tanto que se habla de la brecha salarial, en las cooperativas no existe: a igual trabajo, igual salario. Lo que yo espero es que ese techo de cristal lo veamos ya roto, por fin.
—¿Cómo se concilia la vida familiar, personal, empresarial y Faecta?
—Eso sí que es difícil. Desde las siete menos cuarto de la mañana que suena el despertador, ya voy corriendo, y me acuesto corriendo. Siempre voy con la cabeza dándole vueltas, llevando dos y tres cosas a la vez y pensando cómo puedo hacer las cosas que me cundan más para poder estar a la hora siguiente en otro sitio. Así que mi vida es trabajar muchísimo y quitándole tiempo a mi vida. Pero estoy contenta. La vida familiar, los fines de semana.
—¿Seguro?
—Bueno, un 50 por ciento (ríe). El fin de semana si no es en un trabajo es en otro. Mis hijas están fueran pero tenemos otra persona dependiente en casa, con 93 años.
—Ese es el trabajo no reconocido de las mujeres, el de casa.
—Exactamente.
—Después de conseguir tanto, ¿qué retos de futuro tienes?
—Tener una empresa es mi proyecto de vida. Sin darme cuenta, estoy en ella. Mi objetivo es que subiera más, pero no para ganar más dinero, sino por poder contratar a gente y ayudar a bajar el paro. Si meto a tres personas, son tres familias a las que ayudo y están comiendo. Mi reto es tener mucha gente. Y mis compañeras coinciden con esta idea y si tenemos un beneficio jamás hemos pensado en repartirlo, sino en abrir nuevas líneas para intentar incorporar a gente.
—¿Y si eso lo lograse con su labor en Faecta?
—Eso ya sería el toque de campanas. Si el día que me marche de presidenta de Faecta consigo que un 30 o 35% de las cooperativas que no son socias lo sean, la Catedral se me queda pequeña (ríe).
—¿Cómo le hace sentir cuando una cooperativa socia te dice que van a contratar a gente?
—Es una felicidad. Cada vez que voy a una empresas lo primero que pregunto es: ¿cómo vais? Cuando me dicen que sí y que tienen tantas personas trabajando, entonces veo que es verdad que salen de la crisis. La alegría que siento por ellos no te la puedes imaginar. La crisis desaparece cuando las empresas empiezan a contratar. A mi no me vale que una empresa me diga que ha salido de la crisis y están ahí.
—¿Cómo ve Jaén?
—Jaén es muy difícil.
—Todos dicen lo mismo.
—Es que es verdad. No sé si será por nuestra propia cultura o que nuestro fuerte es nuestro olivar. Nos hemos criado en él, hemos vivido siempre de él y es difícil sacarnos de ahí. O el olivar o estudiar para funcionario... Nos falta decisión, fuerza y atrevernos a tener inquietudes. Ahí nos falta.
—Un último mensaje a las cooperativas.
—Les diría que Faecta es lo que ellos necesitan para resolver cualquier duda, cualquier acompañamiento que necesiten. Faecta es como si fuera nuestro hermano mayor, te acompaña y te asesora desde el inicio hasta el final de tu empresa y siempre va a estar ahí. Tanto en asesoramiento como en formación.
Fotos y vídeo: Carmen Copado.
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