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"Madre Coraje crea conciencia en la sociedad y sobre todo en los jóvenes"

"Madre Coraje crea conciencia en la sociedad y sobre todo en los jóvenes"

Por Fran Cano - Octubre 12, 2025
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Marió Padilla Martínez (Jaén, 1964) es delegada de voluntariado de Madre Coraje, ONG que prácticamente impulsó en la ciudad, centrada en apoyar proyectos de cooperación en aldeas empobrecidas de Mozambique y Perú. Padilla atiende a este periódico justo media hora antes de abrir la tienda que hay en la calle Cerón de Jaén capital, donde ejerce de voluntaria los jueves.

Economía circular y consumo responsable son conceptos que aborda con ilusión, porque asegura que la conciencia social ha evolucionado y que cada vez más gente compra ropa de segunda mano pensando más en ayudar que en acumular.

"Tenemos que llegar a los jóvenes", insiste en el final de la entrevista, convencida de que el individualismo acabará oxidando a la humanidad. No todo está perdido. Los primeros clientes que entran por la puerta, recién abierta la corredera, son jóvenes.

—¿Cómo es un día aquí, en la tienda de Madre Coraje?

—Abrimos a las diez de la mañana. Siempre estamos dos voluntarios. Lo primero que hacemos es un repaso del orden de la ropa para comprobar que todo está bien perchado y ordenado. Después, atendemos a los clientes que vienen. Tanto hay clientela como donaciones, y estamos aquí hasta la una y media de la tarde.

—¿Por qué es diferente este establecimiento?

—Es una tienda de segunda mano. Todo lo que vendemos es ropa y artículos de decoración, menaje y juguetes donados por los ciudadanos de Jaén. Tras las donaciones, hay una selección previa del material en un almacén que tenemos en la capital. Hay un grupo de voluntarios que se ocupa de la selección. La ropa y los artículos que están en condiciones para ser adquiridos llegan a la tienda. Los artículos que no te pusieras tú, bien porque tenga desperfectos o no esté en condiciones, son apartados y desde Granada vienen voluntarios de Madre Jaén a recogerlos una vez al mes. Ellos se ocupan de reciclar la ropa que desechamos.

—Cuando entrevistamos a representantes de ONGs siempre hablan maravillas de la generosidad de los jiennenses. ¿También se refleja aquí?

—Totalmente. Al principio costaba trabajo comprar ropa de segunda mano. La gente estaba reacia, pero poco a poco ha crecido la concienciación. Lo hemos notado desde que abrimos la primera tienda en 2018. Cada vez la gente es más solidaria y comprende que en esta tienda cada artículo que se vende permite que el dinero llegue a proyectos solidarios. Está interiorizado. A veces, los clientes consumen sólo por contribuir. Les mueve el deseo de colaborar más que el artículo. Y en la entrega de donaciones también se ha notado una barbaridad. De hecho, el almacén se ha quedado pequeño.

—¿Por qué se hizo voluntaria de Madre Coraje?

—He vivido en Málaga casi treinta años, y allí Madre Coraje llevaba funcionando muy bien durante mucho tiempo. Era algo cotidiano en mi vida y en mi familia. Yo tenía allí un estudio de pilates y las alumnas me traían la ropa que querían donar a Madre Coraje, yo las guardaba y una alumna voluntaria se la llevaba. Ahí yo aún no era voluntaria. Por circunstancias personales, regresé a Jaén en el año 2017. No encontré Madre Coraje por ningún lado, llamé a la encargada de la tiendas de Málaga y ella me dijo que no había en las provincias de Jaén ni de Almería. Tenemos ahora en toda Andalucía, en Madrid y en Navarra.

Pensé en qué había que hacer y ella me instó a buscar un local y un grupo de gente para que me ayudara. Yo sola no podía. Una amiga me dijo que estaba dispuesta a dar el paso conmigo. Me hice voluntaria, fuimos a Jerez de la Frontera, donde está la central, para informarnos y en diciembre de 2018 abrimos la primera tienda.

—Usted estuvo desde el principio.

—Sí, en 2017 empezamos a mover lo que sería la estructura para traer aquí a Madre Coraje. Hablamos con ayuntamientos, Asuntos Sociales, buscamos locales y voluntarios. Asuntos Sociales nos prestó el salón de actos para hacer la presentación, abrimos la tienda en la calle La Luna, la amueblamos como pudimos con decoración donada y el almacén, que estaba en la calle Perpetuo Socorro, nos lo cedió un particular durante mucho tiempo. El año pasado ya nos mudamos al nuevo local. Y el comienzo supuso también hacer una una reunión con los voluntarios, que entonces éramos ocho o diez personas.

—¿Cuántos son ahora?

—Ahora estamos en 28 ó 29 y recientemente se han incorporado dos nuevos.

—Su labor. ¿Es difícil coordinar equipos de voluntarios?

—No, yo soy una voluntaria más, hago mis turnos de tiendas. Los jueves vengo a calle Cerón y los martes voy a la calle Cristo Rey. Después, se me designó ser delegada de voluntaria. Mi trabajo es efectivamente coordinar a los voluntarios, dar la bienvenida a los nuevos con una formación inicial para trasladar nuestros valores, explicar cómo funcionamos en la tienda y consultar la disponibilidad que tienen. Hay gente que no le gusta la atención al público y prefiere el almacén, la tienda digital o hacer traslados de ropas. A quienes se incorporan también los agrego al grupo y les presento a los compañeros.

A mí me resulta fácil coordinarlos, porque todos somos adultos, mayores, y todo el mundo tiene compromiso. Aquí cada cual sabe a lo que viene. Vamos todos a una, y si hay dificultades entre todos lo solventamos, además de que cuento con la responsable nacional de voluntariado, Isabel Palma, para apoyarme. Nunca me siento sola. Y el grupo de voluntarios es fantástico, formamos un gran equipo.

"EL PILAR DE NUESTRA ONG ES EL VOLUNTARIADO"

—Vuelven a lanzar una campaña para encontrar aliados. ¿Cuál es el mensaje que mandan?

—Justo ahora hacemos una campaña de sensibilización, captación y formación de voluntarios financiada por la Fundación Caja Rural. Lanzamos una campaña en mayo y ahora hemos impulsado otra en las redes sociales y con cartelería. El 9 de octubre contaremos [en el momento de la publicación de la entrevista ya se ha celebrado] contaremos precisamente con la presencia de la responsable nacional de voluntariado de Madre Coraje, Isabel Palma, quien dará un curso de formación a voluntarios.

A nivel social, informamos siempre a la gente de la tarea de Madre Coraje y qué proyectos desarrollamos en Perú y en Mozambique. Además, trabajamos con la Universidad colaborando en campañas de sensibilización sobre solidaridad, justicia social, economía circular y comercio responsable destinadas para los jóvenes. También estamos en contacto con institutos, sobre todo con el 'Fuente de la Peña' y el 'Virgen del Carmen'. Los alumnos son muy colaboradores con Madre Coraje y están muy implicados. El pilar de nuestra ONG es el voluntariado. Tenemos que fomentarlo.

—¿Cree que la gente entiende y apoya la idea de economía circular?

—Sí, sí, sí. La gente está muy concienciada. De hecho, así nos lo manifiestan cuando vienen a donarnos cosas. Incluso hay un componente emocional. Quienes nos ayudan comprenden la necesidad que hay de cuidar el planeta. Hacer la ropa cuesta mucho dinero y es una pena que acabe en el vertedero cuando alguien lo puede reutilizar de una manera digna. Ese concepto la gente lo tiene muy claro. Hay personas que nos traen artículos de familiares que han fallecido. "Yo no puede dejar esto en la calle, lo traigo aquí porque sé que le daréis un buen uso", nos dicen. Hay gente que lo usará con respeto, como si fuera una ropa comprada de cualquier otra tienda. Veo mucha conciencia en el consumo responsable y en la economía circular.

—Parece más necesario que nunca, ¿no?

—Creo que sí. La gente está más concienciada de que si queremos un mundo mejor es necesario que cada cual ponga su grano de arena. No se puede dejar en mano de entes más generales. Cada cual con lo poco que puede hacer ayuda a crear escuelas en aldeas donde no hay nada, como ocurre en Perú y en Mozambique. También son posibles labores de saneamiento, pozos y proyectos de educación en países en vías de desarrollo. La conciencia ha evolucionado socialmente.

"CAMBIÉ LA TOGA DE DERECHO POR EL CHÁNDAL DE PILATES"

—¿Por qué estudió Derecho?

—No lo tenía claro. Yo quería hacer INEF, pero mi padre era abogados y mis dos hermanos estudiaban Derecho. Era lo normal en casa. No me dejaron hacer INEF, porque suponía irme a Madrid. Éramos cinco hermanos. Al final, como era mi segunda opción, decidí irme a Granada a estudiar Derecho.

—¿Cómo fue la experiencia ejerciendo? ¿Qué aprendió?

—Ejercí primero como colegiada en Málaga, adonde me fui a vivir en 1989. Después estuve trabajando como fiscal y como juez hasta que la Fiscalía de Málaga me trasladó a Melilla. Mi familia estaba en Málaga y yo necesitaba volver a mi casa con mis niños. Como lo que me gustaba era el deporte, al final la vida me llevó al método del pilates. Le hablo de 2005. Prácticamente el pilates no se conocía. Metí la cabeza, hablé con una amiga fisio, nos preparamos como instructoras y cuando tuve mi título me despedí de la Fiscalía y me puse el chándal. Cambié la toga por el chándal y los calcetines.

—Eso tiene por sí una entrevista aparte. Menudo cambio, ¿no?

—Bueno, la vida te va llevando...

—También fue clave lo que usted quería.

—Yo tenía muy claro que quería volver de Melilla a Málaga, con mis hijos, y con trabajo. ¿Cuál era mi primera opción laboral? El deporte. Me enamoré del método pilates justo cuando estaba emergiendo. Hice una primera formación, logré mi título e intuía que había algo más. Busqué una escuela americana muy buena, hice una formación más potente y luego cursos de especialización.

—Ha crecido mucho el pilates. Se ha ramificado.

—Muchísimo. A partir de entonces empezó a aparecer por todos los lados.

—Jaén es la ciudad donde nació, creció y a la que regresó. ¿Qué cree hace falta?

—Es una pregunta muy difícil.

—Si compara con Málaga, ¿qué cree que ya deberíamos tener en Jaén y aún no está? Y quizá no sea sólo material, sino de actitud.

—Seguramente es más una cuestión de actitud. Jaén es una ciudad cariñosa, acogedora y solidaria, pero, desde mi punto de vista, también es muy tradicionaly conformista. Nos conformamos con lo que hay y no luchamos de una forma activa por lo que la ciudad merece. De todas maneras, no creo que sea una característica de Jaén, sino que la sociedad en general está así. Nos acostumbramos a vivir medianamente bien y el espíritu de reivindicación desde los años 60 hasta los 80 se ha perdido. Es importante concienciar a los jóvenes, que son el futuro. Si se apalancan en las redes sociales, en los juegos y en la falta de comunicación directa, mal vamos. Me da la sensación de que impera la competitividad por encima de la empatía y de las relaciones. Es preocupante, porque la sociedad son relaciones.

—Hay que cooperar en lugar de competir.

—Exacto. Es ahí donde hay que poner más incidencia, tanto las familias como los centros educativos: concienciar a los jóvenes de que la vida es algo más que un puesto maravilloso de trabajo y ganar mucho dinero. Es mucho más que eso. Hay que reivindicar la justicia social y el bienestar de la ciudad y de los vecinos. Desde Madre Coraje intentamos, tanto en las tiendas como en las actividades, crear conciencia en la ciudadanía y en los jóvenes. Como dice Antonio Gómez, fundador de nuestra ONG: "De tu compromiso nace la esperanza".

Fotos y vídeo: Fran Cano.

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