"Hay actos que si mi blog no los publicara, la gente ni se enteraría"
Modesto Martínez Elías (Jaén, 1953) es un jaenero comprometido, un patriota del barrio de la Merced, cofrade de peso ya aliviado, administrativo emérito y bloguero, muy bloguero. Un hombre polifacético que a fuerza de apasionarse por todo lo que hace se ha convertido en un rostro familiar para muchos jiennenses, por más que siempre esté detrás de la cámara.
Al abrigo de su barrio, el airazo de estos días impide realizar la entrevista en el sobrio y coqueto claustro de la iglesia claretiana pero permite, eso sí, que la voz de este antiguo catequista vuelva a resonar en las estancias parroquiales que fueron, durante años, el patio de su casa.
—Mercedario de toda la vida, sacarle a usted de aquí es como cambiarle el domicilio al Lagarto de la Magdalena.
—Sí, sí; nací en la calle Joaquín Costa, luego he estado toda mi vida viviendo en Merced Baja, en el número 16, frente a la casa de los curas; mi madre tenía una llave de la iglesia. Luego, cuando me casé, en Frente a Jesús y, ahora, en Almendros Aguilar.
—Ese vínculo con la parroquia, ¿de dónde le viene? Durante mucho tiempo fue usted una suerte de catequista para todo, una especie de sacristán sin horarios.
—Mis padres me educaron en la fe cristiana pero, además, ya digo, mi madre tenía llaves de aquí, de la iglesia. Ella les ayudaba, a veces les lavaba la ropa incluso. Yo empecé a venir aquí de jovencillo, hasta me he confesado con el famoso padre Guinda, que me acuerdo que una vez me causó una impresión muy grande.
—¿Por el apellido?
—Porque era un hombre que tenía muchas enfermedades y la pierna gangrenada, atada con unas correas y unos trapos. Era un sacerdote extraordinario.
—Toda su juventud aquí, en la antigua casa de El Abuelo, entre chaveas...
—Sí, luego pasé, un poco más mayor, a la catequesis: he sido catequista, me he casado aquí y he celebrado aquí mis bodas de plata (bueno, lo que se llama la renovación de los votos matrimoniales). Aquí me bauticé, y todos mis nietos también.
—Si es que lo mismo organizaba usted belenes vivientes que fiestas de fin de curso, viajes... No paraba.
—Es que lo de los belenes vivientes me lo inventé yo, hemos estado veinticinco o treinta años haciéndolos. Y los voy a hacer otra vez en el colegio de mis nietas, el Alfredo Cazabán. Hace poco estuve allí contándoles unos cuentos a los niños, que me encantan, y surgió la idea.
—¿Cuándo se puso la túnica de Los Estudiantes, cómo se vinculó a la hermandad que, pasados los años, llegó incluso a gobernar?
—Estudié en el colegio de San Agustín, que era un pedazo de colegio en aquellos tiempos; estaba don Cándido Nogales, muy vinculado a la Cofradía de la Expiración y también a la de los Estudiantes, hasta tal punto que me acuerdo que cuando íbamos, de pequeños, a hacer la matrícula cada año, nos incluían una pequeña cantidad como donativo (donativo que tenías que pagar) a la Cofradía de los Estudiantes. Tengo el recuerdo de los años 60 de verla salir de aquí, y el recuerdo de una Virgen (lo conté en el pregón de Los Estudiantes) que me llamó la atención porque no tenía palio, el manto lleno de estrellas y mi madre que me subió para que la tocara y todas esas cosas. Tenía yo ese recuerdo, y me causó aquello impresión. Siendo secretario de los grupos jóvenes aquí, en la parroquia, llegó la cofradía y entré en la junta de gobierno.
—Una cofradía, por cierto, que habrá cambiado mucho desde entonces, ¿no?
—Entonces estaba totalmente desarmada, no traían tunicas, no traían lista de cofrades; a mí me ayudó en eso Luis Escalona, ¡que tenía un memorión...! No teníamos nada pero la procesión salía, usábamos tiras bordadas y un montón de inventos y éramos tan felices como cuando sale ahora. Empezamos a reformarla y en un par de años comenzó a funcionar; yo metí dentro de la cofradía a la parroquia, al grupo de Cáritas, visitábamos a los enfermos, participaba el coro en lo que hacíamos.... Era una cofradía que ya no les gustaba a los cofrades anteriores.
—Y al final, escalando, escalando llegó usted a jefazo.
—Creo recordar que del 81 hasta el 83.
—De esa época data también la banda de los Estudiantes, una de las pioneras de la música cofrade en Jaén, ¿verdad?
—La fundé yo, incluso salí tocando. Fue una de las primeras, creo que estaba también la Buena Muerte. De esa banda salieron luego la Veracruz y la Estrella.
—Y de Los Estudiantes a La Veracruz...
—No es que me fuera, es que yo estaba en la Veracruz desde los trece años. Estuve en la directiva y me tuve que salir para ser hermano mayor de Los Estudiantes. Fui pasando por distintas etapas y llegó un momento, con Ángel Muñoz Maldonado, de gobernador, que traté de cambiar algunas cosas.
—¿Por ejemplo?
—Antes salían todos los pasos a ruedas, y en diez años los puse a hombros; el último fue San Juan, me dijeron que a ver si podía ser de niñas [mujeres] y se dio bien la convocatoria, entre las que yo conocía y las novias de los costaleros, se consiguió. ¡Sacar a La Veracruz, los cinco pasos a hombros, tiene tela! Y al estilo de Jaén.
—Más de uno se echará las manos a la cabeza cuando lea eso del "paso de Jaén".
—Quiero decir el paso que lleva Nuestro Padre Jesús, si es que no hay otro. Los pasos hay que llevarlos con respeto, eso de "a esta eh"... Una vez le dije a un fabricano que por qué hablaba así y me dijo que era lo que se estilaba. Yo le dije que no, que aquí es "cabeza alante, derecha atrás" y nos entendemos sin ningun problema.
—Es usted, pues, el que se echa las manos a la cabeza, hoy en día, cuando ve una procesión.
—Claro, yo entiendo que las cofradías nuevas elijan ese sistema de costal, porque recorren distancias muy grandes; yo he visto nacer a La Santa Cena, a La Amargura, y el estilo de Jaén los mata. Pero las demás, no las entiendo.
—Un mundo este, el cofrade, que no ha abandonado del todo. De hecho, hace pocos días pregonó las fiestas de Santa Catalina. ¿Qué vínculo tiene con la hermandad patronal para que lo escogieran como vocero?
—Que llevo un montón de años siguiendo a esa cofradía, y a otras, pero en Santa Catalina hay muchos anderos que son del barrio.
—Parroquia, cofradía y movimiento vecinal, otro de los ámbitos al que Modesto Martínez ha dedicado mas tiempo.
—Hubo un grupo de personas que veíamos que el barrio necesitaba quienes dieran la cara por él, y fui uno de los fundadores de la Asociación Unidos por La Merced. Empezamos a funcionar como asociación a todos los efectos, aunque no estábamos dados de alta. Hacíamos nuestros sorteíllos, íbamos ahí a Casa Chari [un conocido establecimiento de la zona], nos daba un queso o una paleta de jamón, lo rifábamos y así costeábamos nuestras fiestas sin ayuda del Ayuntamiento; en todo caso, el Ayuntamiento ponía el escenario y las luces. Cuando nos dimos de alta, fui el primer tesorero.
—Pasado el tiempo, ¿considera positiva para el barrio la irrupción de aquel colectivo vecinal?
—Al principio sí; luego, en realidad, no. Hay asociaciones de las que los directivos no se van ni tirándoles de los pelos, y esta creo que fue una de ellas, había gente que pensaba que, sin ellos, los demás no estaban capacitados, y suelen ser personas que de cultura van justas. En esta última pasó eso.
—¿En esta última...? ¿A qué se refiere exactamente, señor Martínez?
—En esta ultima directiva; no había manera de quitarlos de en medio y la gente, como no es tonta, se fue. A mí me volvieron a llamar, pero vi que no eran realmente los intereses vecinales los que primaban y les dije que no, que no estaba de acuerdo en la forma de llevar la asociación. Era un grupete de amigos. Yo llegaba a la directiva, se hacía una votación y el mío siempre salía en contra. Y me marché.
—Desde su perspectiva actual, desde su posición ajena a la asociación, ¿cómo ve el barrio a día de hoy?
—Matado, está muerto, no tiene representación.
—Precisamente anda usted enfrascado en la redacción de la historia de la Merced pero, ¿del barrio o de la asociación?
—No, no, de la asociación. Tengo material por un tubo, vídeos...
—¡Ahí le ha dado, Modesto!: los vídeos. Es usted un notario audiovisual de lo que acontece en Jaén.
—El alcalde dijo el otro día que soy una persona imprescindible en cualquier actividad religiosa o cultural, ¡yo me quedé...!
—¿Cómo le nació ese gusto por grabar y divulgar, y sobre todo ese blog que le ha hecho tan popular?
—En 2010 junté todos los vídeos que tenía, nunca he sido de venderlos cuando la gente me los pedía pero se me ocurrió hacer un blog y subirlos ahí. Doce años se han cumplido ya. Empecé con el blog, un amigo mío me dio las características (yo soy muy torpe informáticamente, soy un negado), aprendí lo fundamental y voy subiendo mis cosas.
—Empezó con sus vídeos antiguos y ha terminado siendo..., ¿un periodista? ¿Se reconoce usted como tal?
—Un aprendiz de periodista, la verdad es que he aprendido mucho de vosotros. Noto que me tratan con cierto...
—¿Con cierto qué? ¿Menosprecio, quizá?
—No es la palabra. Bueno, primero es que yo no soy periodista, pero más constante que muchos de ellos sí, no porque no lo sean, sino porque a lo mejor el medio no los manda. Yo voy a todo lo de cultura; a lo de política, generalmente, no. A pesar de que los medios de comunicación me miran con cierto recelo e incluso algunos "por encima del hombro", el blog JAENDONDERESIDO es la parte visible de una asociación cultural sin ánimo de lucro, aprobados sus estatutos por la Junta de Andalucía, de alta en Hacienda con su NIF, e incluida en el registro de asociaciones del Ayuntamiento, o sea totalmente legalizada, con su objetivo principal descrito en los estatutos: la información cultural de historia, leyendas, tradiciones y vida cotidiana de la ciudad.
—¿Qué le mueve a grabar, a difundir, a informar?
—Primero porque disfruto y me gusta, y segundo porque hay cosas que si nosotros no las subiéramos, la gente no las vería. Te voy a poner un ejemplo, eso de las Veladas Flamencas: allí caben sesenta personas, el resto lo único que saben es que (como este año no hemos ido) los concejales o las personas que estaban allí han sacado una foto, han puesto unos textos, "¡maravilloso!", pero la gente no lo ve. Yo lo hago, tanto yo como mis compañeros (estamos varios, por lo menos cinco o seis, unas veces pueden unos y otras pueden otros, hay gente que está parada pero por lo menos esto, parece que no, en vez de estar dándome cabezazos porque no encuentro trabajo, por lo menos...).
—Casado, padre de tres hijos, abuelo de cuatro nietos y, ahora, jubilado, con más tiempo que nunca para dedicarse a lo que más le gusta. Por cierto, ¿jubilado de qué?
—Me he dedicado siempre a la administración, he estado trabajando en casas de automovilismo como BMW, Volvo, Pegaso... Treinta y tantos o cuarenta años como administrativo contable, lo que pasa es que estaba allí metido, en el polígono.
—Esto del blog, de estar en todos los saraos, ¿es un buen complemento para la pensión?
—Un día me dijo uno: "Tenes que hincharte de ganar un pastón". Le dije: "Vente conmigo, haces lo mismo que yo y te doy la mitad de lo que gane".
—Eso mismo respondió a este periódico, hace un par de semanas, su compañero José Luis García Carreño, pero lo mismico lo mismico.
—Claro, es que a José Luis se lo dije yo así. Un dia me comentó: "Modesto, desde que me has dado esto, es el cielo para mí, me has dado la vida".
—Vamos, y perdone que insista en el aspecto económico, que por muy de La Merced que sea usted no va a poder comprarse el palacio del capitán Quesada.
—No, no, no, pero sacar fotografías de ese palacio sí, para que las vea la gente.
VÍDEO Y FOTOGRAFÍAS: ESPERANZA CALZADO
Únete a nuestro boletín