Cerrar Buscador
"Pensión Martín es el negocio de hospedaje más antiguo de Jaén"

"Pensión Martín es el negocio de hospedaje más antiguo de Jaén"

Por Javier Cano - Octubre 20, 2024
Compartir en X @JavierC91311858

En pleno barrio de San Ildefonso de la capital jiennense, en la calle Cuatro Torres, una exigua y añosa colección de pinturas de principios del XX convive con el último grito en mecanismos de acceso y control, en la recepción de la ensolerada Pensión Martín. Al frente del establecimiento, Moisés Carmelo Campos Estévez (Jaén, 1960) mantiene vivo un cálido negocio fundado hace más de nueve décadas. ¡Si esas paredes hablaran...!

—O su padre, sus abuelos y bisabuelos se llamaban como usted o abrieron las páginas del Éxodo y del célebre libro de Calderón a la hora de bautizarle... Ese nombre, Moisés Carmelo, ¿de dónde le viene?

—Mi padre era muy devoto de la Virgen del Carmen. Lo de Moisés fue porque, antes del Concilio, ese nombre no estaba en el santoral, pero después del Vaticano II los santos de la Biblia ya fueron reconocidos como santos, así que me puso Moisés, y luego Carmelo. 

—Una devoción la de su padre que incluso lo llevó a dirigir la hermandad carmelitana de la iglesia de San Juan, fundada nada más y nada menos que a mediados del XVII, y que transmitió a su descendencia hasta el punto de asumir usted mismo el gobierno de esa cofradía. 

—Claro, como la normativa prohíbe estar al frente más de seis años, nos alternábamos. 

—Y llamándose Carmelo de segundo nombre...

—¡LLamándome Carmelo...! Y mi hermana también es Carmen. 

—¿Exclusividad en su devoción mariana, o tiene hueco también para otras advocaciones?

—Soy de La Expiración también, fui fundador de los costaleros.

—¿Le parece que encerremos la 'procesión' y hablemos de asuntos más terrenales? Así, contando con los dedos, cuando usted llegó al mundo hacía veintisiete años que, en 'Bernabé Soriano', abrió sus puertas la primitiva Pensión Martín. 

—En 1933, sí.

—Cualquier aficionado a la fotografía antigua, si pasea por las páginas de los libros sobre Jaén se topa con el rótulo de su establecimiento, en la época en que estuvo instalado en la Carrera. 

—En el edificio de los soportales, sí. 

—¿Cómo, quién y por qué se creó este negocio?

—Fue mi abuela paterna, Juana Mesa, que era viuda, la que lo puso en el 33. 

—¿Le venía de familia eso de dar cobijo a la gente?

—No, no, fue la primera, fue pionera. 

—¿Y por qué la llamó Pensión Martín? 

—Porque su marido era Martín de nombre, mi bisabuelo era Martín (Segovia Rubio).

—En este caso sí que pesó el nombre de los ascendientes. Moisés Carmelo habla continuamente de la Carrera, donde por cierto nació su padre...

—Así es, en la acera de enfrente de la pensión, donde estaba la Relojería Gómez. 

—Sin embargo esta entrevista tiene lugar unos metros más abajo, a cuatro pasos ya de la basílica de la patrona de Jaén. ¿Cuándo se trasladó el establecimiento a su ubicación actual?

—En 1956.

—Aquel fue, seguramente, el 'taller' donde su padre aprendió el oficio, ¿verdad?

—¿Mi padre?, desde el principio

—Seguro que le contó más de una anécdota, si se tiene en cuenta el privilegiado emplazamiento del local. Porque por allí pasarían personajes como para escribir un libro: toreros modestos, representantes de comercio....

—Y artistas, que enfrente estaba el teatro Cervantes. Sí que contaba anécdotas y recuerdos. 

—Su padre, Jesús María Campos Mesa: un hombre conocido por muchos jiennenses. 

—Nació en 1923 y siempre decía que había conocido la dictadura, la monarquía, la república, la guerra y la democracia. 

—Él se encargó de continuar con Pensión Martín, de asentarla en el repertorio hotelero de la capital y también de arraigarla en el barrio de San Ildefonso. 

—La Guerra partió muchas cosas y se quedó con el negocio, sí. En la Guerra, la pensión era la colectividad número 11, y tanto mi abuela como mi padre tenían un sueldo del sindicato. 

—¿Qué motivó esa mudanza de 'Bernabé Soriano' a Cuatro Torres? La Carrera, y más en aquellos tiempos, era un auténtico hervidero de gente, un caramelo para cualquier empresario. 

—Pues que la casa no era suya, llegó un momento en que tuvieron que salirse de allí y se vinieron para acá.

—Casi setenta años después de ese cambio de emplazamiento, Pensión Martín es ya un hotelito muy arraigado en el barrio, se podría decir que forma parte del paisaje urbano de la zona. 

—Sí, claro. 

—Aquí nació usted y aquí comenzó a forjarse su destino profesional. 

—Sí, luego mis padres se hicieron mayores y...

—Nació en el 60, es usted eso que hoy se considera un hombre maduro, más cerca de la juventud que de la vejez. ¿Es muy esclavo este trabajo suyo, le permite salir y entrar?

—Para alguien que no lo conoce sí, pero para quien está acostumbrado, no.

—Su jornada laboral: ¿cuándo empieza y a qué hora termina?

Hombre, ¡como yo vivo aquí! Pero que vamos, que las cosas se van planificando y uno tiene su vida. 

—¿Pero sus sábados y sus domingos no son como sus lunes o sus martes?

—Sí, pero tiene tiempo uno para sus cosas. 

—Por poner un ejemplo: ¿tiene usted lugar para darse un garbeo por la Feria de San Lucas, o aquí a piñón fijo?

—He ido muchos años, otra cosa es que me guste o no me guste, pero si quisiera ir podría irme. Para los clientes ya hay nuevas tecnologías en la puerta. 

—Un negocio con solera este suyo, pero que evoluciona, que no se queda atrás.

—Claro, reforma tras reforma. Las personas evolucionan y los servicios, también. 

—Hoy día, ¿qué perfil de cliente pasa por su casa?

—Turistas (gente que viene a conocer Jaén) o trabajadores. 

—Un termómetro cabal para conocer cómo valora la gente la ciudad...

—Y cómo está la eocnomía, también. Si hay crisis, la gente no viaja. 

—En ese aspecto, ¿cómo están las cosas a día de hoy?

—Lees que Jaén está de moda pero, por ejemplo, hay gente que viene de Madrid y lee Sevilla, Granada, Córdoba... De Jaén, señalizaciones no hay; y de comunicaciones también estamos mal. Pero la gente se queda muy contenta con Jaén. 

—Críticas constructivas y otras que no lo serán tanto escuchará usted en este mostrador todos los días, ¿a que sí?

—La gente a veces se queja de la subida al Castillo, que está dificultosa; se preguntan "¿cómo subo?"; si van por la carretera tienen que dar mucha vuelta, hay que explicarles otros caminos para subir andando. Si no, en taxi o en coche, o ahora el autobús turístico o los autobuses de línea los fines de semana. 

—¿Qué tiene que tener alguien que, como Moisés Carmelo Campos Estévez, está al frente de una pensión, a pie de recepción? ¿Paciencia, quizá?

—Lo primero, que te guste.

—¿Ese es su caso? Estudió Derecho en Granada, podría haber seguido hasta vestir la toga.

—Claro que me gusta, si no no trabajaría aquí; también hay que tener don de gentes, controlar quién entra y quién sale, aunque ahora está todo muy informatizado, ya las reservas se hacen por intenet, todo ha cambiado mucho. Antes había mucha puerta, gente que llamaba para alojarse, pero ahora vienen con la reserva hecha. 

—¿Eso es mejor?

—Tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero ahora hay dos proveedores que copan el mercado, pocos son los que callejean y llaman a la puerta, o incluso los que llaman por teléfono. 

—Ahora que habla de callejear: ¿ha cambiado mucho el barrio de San Ildefonso de su infancia respecto a 2024? Esta pensión es una tribuna privilegiada para escrutar la vida cotidiana de esta zona. 

—Sí que ha cambiado: cuando yo era pequeño había a lo mejor cinco bares y tres tabernas, hay mucha diferencia. 

—Habla de cuando era niño. Si mira hacia atrás, ¿está satisfecho con su trayectoria profesional?

—Sí, sí. 

—Pregunta tópica: ¿tan satisfecho está que si volviera a nacer volvería a estar al frente de una pensión?

—Tampoco lo pienso, la verdad. Pero he tenido posibilidades de otras cosas y no las he cogido. 

—Y en el ámbito de las aficiones, ¿qué le tironea? ¿Es futbolero, pescador, toca el arpa...?

—Deporte, nada; aparte de la cofradía me gusta mucho el campo, salir a la naturaleza, he cazado, aunque ya no puede uno andar ya tanto de ruta, por los cerros. 

—Noventa y un años lleva Pensión Martín abriendo sus puertas cada día.

—Es el negocio más antiguo de los que hay ahora mismo en Jaén, de hospedaje. 

—Algún reconocimiento habrán recibido por su veteranía...

—No, no; hace algunos años, me acuerdo que la Diputación homenajeó a los negocios con más de cuarenta años, pero de nosotros no se acordaron. 

—¿Le entristece esa omisión?

—No, qué va. 

—Tiene usted bastante con el 'premio' de seguir abriendo las puertas de su local cada día, ¿verdad?

—Claro que sí. 

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK