"Por las venas nos corre aceite más que sangre"
Amalia Soria es de Mancha Real y tiene 60 años. El pasado viernes no dudó en subirse a su vehículo junto a su marido, Alfonso Jaeñiadas, de 58. La pareja encabezó la tractorada que recorrió parte del centro de la capital del Santo Reino en un clamor unánime contra la subida de los costes de producción que están ahogando al sector olivarero. No iban en tractor, sino en el único vehículo que podían traer. No era su primera protesta, y seguro que tampoco la última. Desde que nació el conocido 'Espíritu de las batallas', han estado presente en tantas protestas como han podido, incluso han viajado a Madrid en defensa de su tierra, del fruto que les da la vida. Porque como reconoce Amalia Soria, en las venas llevan aceite más que sangre.
—¿Cuándo decidieron dedicarse al campo, a la agricultura?
—Llevamos dedicados al olivar toda la vida, como aquel que dice. Tenemos olivos de toda la vida, lo llevamos en la sangre porque nos viene de familia. Tanto es así que nosotros decimos que en las venas llevamos más aceite que sangre.
—¿Qué tipo de explotación tienen?
—Es una explotación familiar mediana, podríamos llamarla.
—¿Tendrán ustedes relevo generacional para no perder esta explotación familiar? Lo pregunto porque uno de los grandes problemas del campo es que parte de la juventud ya no quiere dedicarse a él.
—Sí tenemos sí. De hecho, nuestro hijo va detrás nuestro en esta manifestación con su tractor. En ese aspecto estamos tranquilos porque tendremos relevo generacional gracias a nuestro hijo, que ha traído a esta protesta dos tractores acompañado con un empleado.
—La gente piensa que el sector atraviesa un buen momento porque tiene buenos precios, sin embargo ustedes se están manifestando.
—Efectivamente, este año los precios son buenos pero todo el mundo sabe que la subida de todos los productos que necesitamos para producirlo hace que ese precio prácticamente se quede corto.
—¿Cómo se nota en el día a día de una explotación esa subida?
—En todos los productos. Lo notamos en el carburante, por supuesto, pero también en los costes de los fitosanitarios que se utilizan para cuidar el campo, sin olvidar que también pagamos más impuestos, que es algo de lo que no se está hablando. Todo ello con un precio del aceite de oliva que en realidad es el que menos ha subido; está en su parámetro normal. Debemos recordar que debe estar en 3,50 o 3,60 euros que es en el que está ahora mismo. Y para postre no se puede regar.
—¿No se puede regar?
—Las cuencas no están unidas, no tenemos agua y estamos pagando nuestro correspondiente canon sin poder regar nuestros olivares. Todo ello son gastos que hace que no sea rentable, no podemos vivir así.
—Desde que en 2019 naciera el conocido 'Espíritu de las batallas', son muchas las protestas que ha protagonizado el sector. ¿Ustedes han participado?
—Hemos participado en todas las que hemos podido. Incluso hemos ido a Madrid para defender lo que creemos justo. Siempre que tengamos oportunidad, ahí estaremos para reivindicar el olivar jiennense.
—¿Ustedes se sienten maltratados? ¿El olivar está olvidado?
—Pues tengo que reconocer que sí, y sobre todo en Andalucía´. No podemos olvidar que el olivar es uno de los motores económicos de nuestra comunidad autónoma. Hay que dedicarle tiempo y soluciones, especialmente al problema del agua. Desde mi punto de vista es el más importante que tenemos ahora mismo.
—Están preocupados.
—Claro. La escasez de lluvia nos lleva a que ya no se puede regar. Tenemos que hacer un plan hidrológico nacional ya, porque creo que es una medida fundamental para Jaén. Todo ello sin olvidar el canon del agua. Para que nos entendamos, solo nos pagan por oliva un euro cuando regar cuesta seis euros por oliva.
—Sin agua y con olas de calor que dejan temperaturas extremas... ¿Cómo esperan que sea la próxima cosecha?
—Cosecha cero. Muy mala se espera. De hecho, creemos que va a ser la peor que vamos a vivir en muchos años, además de que se nos va a juntar todo.
—¿Cómo salen las cuentas de una casa así?
—Es verdaderamente difícil. Se sobrevive en el banco, pidiendo créditos. Familias como la nuestra, que todos vivimos del campo, lo notamos muchísimo. No podemos arriesgarnos a hacer ningún tipo de inversión porque tenemos una incertidumbre muy grande.
—Ustedes cumplen la máxima que siempre se ha dicho que cuando el olivar tiene una buena cosecha, a la provincia le va bien...
—Eso es así. Porque cuando al campo nos va bien, hacemos inversiones, compramos maquinaria, coches, gastamos más, hacemos obras... el pueblo tiene otra alegría. Pero ya no pasa eso. Ya ninguno nos atrevemos por la incertidumbre que atravesamos.
Fotos: Andrés García.
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