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"No tengo ninguna pretensión, es que amo mucho a mi cofradía"

Por Javier Cano - Julio 16, 2023
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"No tengo ninguna pretensión, es que amo mucho a mi cofradía"

Aunque gasta rasgos nórdicos, Rosa Garrido Cancio (Jaén, 1964) es más de aquí que el aceite que destilan los olivos de la finca familiar que gestiona. Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad de Sevilla, mañana mismo hará historia al presentar su candidatura para gobernar la más significativa hermandad jiennense, la de El Abuelo, de la que ninguna mujer ha sido hermana mayor en sus casi cinco siglos de historia.  

Cofrade de dinastía, por sus venas corre la misma sangre nazarena de su bisabuelo materno, Alberto Cancio Uribe, que a principios del XX fue gobernador de la hermandad, alcalde de Jaén, presidente de la Diputación y que da nombre a una calle de la capital... Plena de experiencia, asegura que viene cargada de "nuevos aires" para una institución que conoce como la palma de su mano.

—Cualquiera que repase películas de vídeo o fotografías de los últimos veinte años de la Cofradía del Abuelo se topa, irremediablemente, con el rostro de Rosa Garrido Cancio. ¿Cuándo, cómo empezó su relación con la hermandad más popular de Jaén?

—Desde muy pequeña, por tradición familiar; mi madre era una gran devota de Nuestro Padre Jesús y siempre tuvo a bien llevarnos a mi hermano y a mí, desde pequeñitos (cuando antiguamente los bares cerraban y era todo muy recogido) a la salida de Nuestro Padre Jesús. Mi padre menos, porque era de un pueblo (aunque poco a poco fue aumentando en él la devoción a Nuestro Padre Jesús): el papel fundamental fue el de mi madre. 

—Cofrade de toda la vida, entonces.

—No nos hicieron cofrades desde pequeñitos, de recién nacidos, como la inmensa mayoría; fue mi madre la que decidió proponernos, a los dieciocho años, ser cofrades, y así lo hicimos. Nos hizo cofrades ella transmitiéndonos lo que desde antiguo venía en nuestra familia. Nuestra procesión todos los años, y aunque mi hermano y yo nos fuimos a estudiar fuera, siempre vinimos a la procesión, todos los años.

—Bisnieta de Alberto Cancio Uribe... ¿Cree que esa vinculación familiar y antigua con la cofradía nazarena contribuye a que esta institución sea para usted mucho más que eso? ¿La hace amarla aun más?

—Quizá sí, porque cuando ves a Jesús no solo ves la imagen de Dios, sino también parte de tu familia. Es una vinculación que viene de los primeros años del siglo XX y curiosamente y sin pretenderlo, yo termino también en la junta de la cofradía en 1999, y hasta hoy. 

—¿Y a los órganos de gobierno? ¿Desde cuándo lleva usted vara en la procesión de Jesús?

—Yo jamás me hubiera planteado pertenecer a la junta, fue a través de un gran amigo mío al que considero un hermano, Paulino Sánchez Cobo; curiosamente un día coincidimos, me preguntó si yo era cofrade de Jesús y me comentó que tenían elecciones (era 1999) y que si tenía yo a bien subir a votar "un proyecto bonito". Subí (venía del campo, porque soy una apasionada del campo), voté y allí se quedó todo.

—Y...

—Y un día, comiendo en casa, sonó el teléfono; era José María Mariscal (yo no lo conocía de nada), preguntó si era yo y me dijo que habían pensado en mí para que fuera vocal de Caridad de la cofradía. Me quedé absolutamente impactada, y dije: "¿Por qué no?". Ahí empecé. 

—¿Por qué en caridad? ¿Era un ámbito en el que ya tenía experiencia, o llegaba de nuevas a esa vocalía que desde antiguo ha brillado con luz propia en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús a través de sus patronatos escolares, becas, acciones solidarias...?

—Comencé como voluntaria de Cáritas en mi parroquia, integrándome plenamente. Posteriormente pasé a formar parte del equipo de Cáritas Interparroquial, donde fui responsable de dos áreas importantes: primero el voluntariado (la labor del voluntario es imprescindible en esta institución cristiana, pues son el motor de la ayuda directa, sin esperar nada a cambio). Aprendí y traté de transmitir la función del voluntario, cuya base fundamental es la que Jesús nos dejó en los Evangelios: la cercanía, la acogida y el amor al prójimo y al más necesitado.  

—Allí se curtió en la realidad de los más desfavorecidos.

—Sí, y posteriormente fui responsable del dispositivo de inmigrantes o temporeros, y allí fue cuando me enfrenté directamente a una realidad que muchos desconocen. Personas que dejan todo, lo poco que tienen, para conseguir un trabajo que les permita sobrevivir a ellos y a sus familias. Una dedicación muy muy dura, con la que aprendes a dar gracias a Dios por ser tan privilegiados, y a conocer que hay otras circunstancias vitales verdaderamente lamentables en nuestra sociedad actual, que nada tienen que ver con nuestro día a día.

—¿Esa labor la ha desarrollado siempre en territorio jiennense, o ha traspasado fronteras con la solidaridad en la mochila?

—No, también he colaborado con otras entidades e instituciones, entre las que destaco fundamentalmente mi relación con la Asociación de Ayuda al Pueblo Saharaui, visitando los campamentos de Tinduf. Lo que allí viví me ha marcado para toda la vida.

—Es decir, que cuando llegó a la junta de gobierno traía usted los ojos llenos de realidad. ¿Pudo trasladar esa experiencia, de alguna forma, a su trabajo en la vocalía de Caridad?

—Sí, mi intención era trasladar lo que como voluntaria de Cáritas había vivido. Por entonces, el vice hermano mayor, al conocer mi programa de caridad, me dijo que era "muy ambicioso", pero poco a poco pudimos hacer todas las cosas en las que yo creo, mucha gente empezó a unirse a la vocalía y se formó un equipo grande que le dio la importancia que tiene que tener la caridad en una cofradía. 

—De aquel cargo al día de hoy ya ha llovido. Es usted vice hermana mayor en funciones, con la próxima cita electoral de septiembre a la vuelta de la esquina, y desde mañana la primera mujer (en cuatro siglos y pico) en aspirar a convertirse en hermana mayor de la Antigua, Insigne y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. ¿Qué balance hace de estos años?

—Durante las dos legislaturas que estuvo José María Mariscal, con quien yo entré, la verdad es que fue una época muy bonita, porque todos nos pusimos el mono de trabajo. Había muchísimas cosas que hacer y no cada uno se dedicaba a su parcela, sino que trabajábamos a una. Fue una época muy bonita, había mucha convivencia y fraternidad. Luego continué con Prudencio Villar...

—Otro hermano mayor histórico...

—Otro gran hermano mayor y otra gran persona, desde luego el listón está súper alto. Y actualmente con Ricardo Cobo, otro gran hermano mayor, que dejará huella y con el que he aprendido más profundamente la gestión interna de la cofradía, que por cierto no es tan fácil como puede parecer. Entre medias estuve unos seis años desvinculada, por circunstancias que, eso sí, me permitieron una cosa muy bonita: cuidar de mis padres y poder decirles adiós [se emociona]. 

—Con un bagaje como el suyo, más de uno pensaría en colgar la medalla, retirarse, descansar y dedicarse más a los suyos y a sí mismo. Sin embargo, Rosa Garrido da un paso tan trascendental como presentar su candidatura a hermana mayor.

—Me lo he pensado muy bien, lo he pensado mucho y he dudado mucho también, pero creo que ha llegado el momento. Yo no tengo necesidad, ninguna ambición personal, pero me gusta mucho mi cofradía, la amo profundamente, y también a Jesús y a María, y creo que hay muchas personas que, ahora, están trabajando mucho y haciendo una labor fabulosa, independientemente de que haya cosas que mejorar. Creo que podemos seguir caminando juntos. 

—¿De verdad que nunca ha deseado llevar el cetro con la estampa de Jesús de los Descalzos, decidir qué túnica se le pone para la procesión, hablar en nombre de la cofradía? De toda la vida se ha dicho en Jaén que ser alcalde de la ciudad o hermano mayor de El Abuelo son lo más de lo más, el mayor honor que se puede tener en la capital del Santo Reino. 

—Nunca ha sido pretensión mía ser hermana mayor, para nada. De hecho, en el año 2003 me apunté a los cursos en la Escuela de Fundamentos Cristianos pero no con afán de ser hermana mayor en un futuro, sino simplemente porque era algo nuevo, el Obispado lo ofreció así a los cofrades y como vi que no éramos muy receptivos, me dije: "Algo aprenderé".

—¿Aprendió mucho?

—Mucho, aprendí muchísimo. Tras los dos años en la Escuela de Fundamentos Cristianos continué mi formación en el Cetep [Centro de Estudios Teológico Pastorales de la Diócesis de Jaén] y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Dámaso, y he seguido vinculada a la oferta formativa que nos propone nuestra Iglesia hasta ahora, profundizando en estos dos últimos años en el conocimiento del Antiguo y el Nuevo Testamento de la mano de don Enrique Cabezudo, gran sacerdote y mejor transmisor de la palabra de Dios. 

—A veces, las cofradías abusan del adjetivo 'histórico', lo usan hasta para calificar el cambio de vestimenta de una imagen o cosas así. Usted sí que ha vivido en primera línea algunos de los momentos históricos más recientes de la hermandad y, por ende, de Jaén. La imposición de la medalla de oro de la ciudad al Abuelo, su traslado al Camarín, las rogativas del pasado 1 de mayo... ¿Cómo recuerda acontecimientos como estos, qué sentimientos le han dejado?

—Los recuerdo con muchísima ilusión. No daba crédito a la cantidad de cosas tan bonitas que el pueblo de Jaén ofrecía a Jesús. El día de la imposición de la medalla de oro, por ejemplo, recuerdo una anécdota...

—A los lectores les gustan las batallitas, Rosa. Adelante.

—Yo fui la primera mujer que entró en la junta de gobierno de la cofradía, por suerte o por desgracia, en 1999. En la reunión en que se organizaba el asunto de la medalla se decidió que a Jesús lo iban a portar miembros de la junta de gobierno, y me dije: "Yo soy junta de gobierno, con lo cual...". Y efectivamente, todos mis compañeros dijeron: "Claro que sí, tienes el mismo derecho que nosotros".

—¿Quiere decir que la Cofradía del Abuelo no es machista?

—He oído hablar de que si la cofradía es machista o no lo es, pero yo nunca he tenido ningún problema, jamás. Aquel año no lo porté porque había tenido un accidente y llevaba un collarín, pero quedó claro que podía hacerlo. 

—Primera mujer en la junta de gobierno, eso fue un hito; pero para hito histórico, su candidatura: ¿es consciente de lo que puede suponer para una cofradía tan antigua y multitudinaria como esta una novedad tan grande?

—Sí, sí, soy consciente plenamente, pero no debería de ser algo extraño; la misión y la situación de la mujer en la sociedad actual está a la par con la del hombre. Somos distintos, pero no mejores ni peores. Soy consciente de que es un paso grande, pero tengo el apoyo de todos mis compañeros, ellos me han animado. Y yo creo que el papel de la mujer en nuestra cofradía es fundamental no desde ahora ni desde 1999, cuando yo entré en la junta, sino desde siempre. 

—Pero no como responsables, en eso estará de acuerdo.

—Bueno, pero siempre ha habido, por ejemplo, un grupo de mujeres, de camareras, que trabajan y luchan por la cofradía desde hace muchos años. Y no olvidemos que cuando los miembros de la junta solo eran hombres, detrás de ellos había una mujer, una esposa, una madre, una hija. De hecho, en caso de que yo saliera elegida, el papel de la mujer será más fundamental aún.

—Se la ve ilusionada, plena de proyectos, de todo menos cansada.

—Sí, por supuesto. Sin ilusión no podría embarcarme en algo tan importante no solo para la cofradía, sino para todo Jaén. La cofradía son sus cofrades, pero no olvidemos que Jesús es del pueblo de Jaén. Jesús sale en su trono y Jaén está en la calle, y si sale en andas también está Jaén en la calle, como pasó el 1 de mayo. La gente quiere ver a Jesús. 

—La ilusión queda clara pero, ¿y los proyectos? ¿Qué 'programa' trae Rosa Garrido Cancio bajo el brazo? ¿Continuidad o nuevos aires?

—Evidentemente nuevos aires, y a la vista está. Que esta terna, que esta candidatura vaya encabezada por una mujer para ser hermana mayor, ya es una revolución en sí misma. 

—¿Qué quiere decir cuando alude a los nuevos aires?

—Que me gustaría aperturar más la cofradía, no solo a los cofrades. Quiero que la gente participe en los cultos, en la formación. Los pilares de esta legislatura serán los que están establecidos por los estatutos, por el estatuto marco, cultos y formación (fundamentalmente), porque sin formación espiritual e intelectual una persona no tiene opinión, bajo mi punto de vista. Y evidentemente la caridad, la solidaridad. La cofradía tiene que estar para ayudar, no solo en lo económico. Hay un problema muy grave actualmente, que es la soledad. 

—¿Cómo percibe la hermandad, y usted particularmente, ese problema? ¿De qué forma se hace presente en la vida de la cofradía?

—Cuando estoy con Jesús observo mucho a todo el que lo visita. Algunos le piden, otros le dan gracias, le rezan, y cuando veo una lágrima en sus rostros no puedo dejar de acercarme y escucharlo. Es necesario que aprendamos a escuchar con el corazón. 

—¿La juventud, la cantera? 

—Ese es otro pilar muy importante para mí, tenemos que seguir abriendo la cofradía a los jóvenes tal y como se ha hecho en estos últimos siete años, ellos son no solo un semillero para nuestra hermandad, sino como cristianos comprometidos con esta "cofradía en salida", de la misma forma que con la "Iglesia en salida", como recomienda el Papa Francisco. Ellos son, sin duda, el futuro de esta venerable institución cofrade, y también de sus órganos de gobierno. 

—¿Y la procesión? Usted sabe mejor que nadie lo que mueve El Abuelo el Viernes Santo, conoce las polémicas en torno al cortejo, que al fin y al cabo se puede decir que es la tarjeta de presentación de la hermandad, su forma de mostrarse en la calle. ¿Cómo notarán los cofrades la llegada de Rosa Garrido desde las aceras, desde los balcones, desde las esquinas?

—Vamos a ver: el trabajo de una cofradía se hace los 365 días del año, y eso me gustaría hacerlo constar. Pero claro, la procesión es la culminación de ese trabajo; la procesión es fundamental, es muy importante, es una manifestación de fe, una manera de evangelizar y de decir: "Aquí estamos nosotros, que somos cristianos". Claro, eso conlleva muchas otras cosas. Pretendemos que la procesión siga evolucionando en cuanto a ir mejor, a que la gente sea más sensible, vaya bien vestida... Y también nos gustaría, si fuera posible, darle la importancia que tiene en el mundo cofrade (y en la Cofradía de Jesús) a la mujer. 

—Concrete, por favor: ¿es que va a ser usted la hermana mayor que abra los faldones de los tronos del Abuelo y la Virgen de los Dolores a los hombros femeninos?

—Sería maravilloso que la Virgen y Jesús fueran portados por mujeres, sin olvidar a los hombres que llevan muchos años en los tronos esperando poder llevarlos. Pero sería muy bonito que hombros de mujer y pies de mujer llevaran nuestras imágenes. 

—Hablando claro, señora Garrido: que eso va a pasar, que no es un brindis al cielo, ¿no?

—De hecho, ya ha pasado. El día 1 de mayo, las mujeres tuvieron la posibilidad de llevar en sus hombros a Jesús y sus caras eran emocionantes. Las 'mujeres verónicas', por ejemplo, tienen una vinculación muy especial con la cofradía. Son muy participativas, de ellas mismas parten recogidas de juguetes, actividades, convivencias... 

—¿Habrá novedades para los promitentes?

—Estamos barajando la posibilidad de aumentar la edad de jubilación, es importante y necesario. Hay muchísimos hombres anclados en María (algunos voluntariamente), pero con el deseo final de llegar a llevar a Jesús, y es muy triste que lleguen a la jubilación, con 45 años, llevando a Jesús solamente un año. Hoy en día, una persona con más de 45 años está perfectamente capacitada para llevar a Jesús en sus hombros, y a María. Esa será una de las primeras cosas que hagamos, si salimos elegidos. 

—Ya que estamos bajo el trono. ¿Costal sí, costal no? (o lo que es lo mismo, hacer desaparecer la figura histórica del promitente por la del costalero); y yendo más allá aún: ¿marcha de Cebrián sí, marcha de Cebrián no? Tranquilice a quienes anden inquietos por estas cuestiones. O póngalos más nerviosos, usted verá. 

—Yo tengo las ideas muy claras en ese sentido: la palabra promitente ya lo dice todo, yo personalmente no veo el tema del costal (aunque sí sé que lo demanda la juventud). Los que llevamos más tiempo en la cofradía debemos ser capaces de transmitirles a nuestros jóvenes qué somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Yo no voy a ser quien ponga el costal en nuestra cofradía. Tengo grandes amigos en Sevilla, por ejemplo, que admiran la singularidad de nuestra cofradía, y que animan a continuar con nuestras tradiciones.

—La música de Cebrián se le ha quedado en el tintero.

—Es que, por suerte o por desgracia, tengo vinculación con don Emilio Cebrián. 

—Cualquiera sabe si eso puede hacer que un votante dudoso se decante por usted o no, pero si no aclara esa vinculación seguro que hay quien la castiga en las urnas, por dejar al personal en ascuas. Bromas aparte, cuente, cuente...

—Cebrián era un hombre de bien. Mi madre nos contaba que cuando vino a Jaén, los azares de la vida hicieron que fuera vecino de mis abuelos, con lo cual la marcha de Jesús y el himno de Jaén, decía mi madre: "Nos machaconeaba todos los días". La mujer de Cebrián, Valentina, le decía a su marido: "¡Cállate ya, sEmilio (lo llamaba así, con s), que estás dando la lata a los vecinos!". Mi madre contaba que después de la Guerra, don Emilio le tocó la marcha real a ella cuando hizo la comunión, al volver a casa".

—Vamos, que los oídos de los Cancio fueron de los primeros en escuchar la universal marcha del Abuelo, nada más compuesta, incluso antes de estar concluida. O lo que es lo mismo, que de cambiar la música tras el trono del Abuelo, nada de nada si usted es la próxima hermana mayor.

—Sin duda alguna. Mi abuelo, además, tenía mucha amistad con don Emilio y tuvo que ir a declarar que Cebrián "era un hombre en condiciones", tengo esos documentos. Hemos tenido mucha relación también con su hermana Mari Luz, y con Francisco, hasta que fallecieron. Para mí, la marcha de Jesús, que ya es un himno, forma parte de la singularidad de la cofradía, nuestra cofradía es muy singular, tenemos un patrimonio histórico, familiar, tradicional y sentimental fantástico. Y eso hay que cuidarlo y transmitirlo, porque es lo que identifica al Jaén de antes, de ahora y de siempre. 

—Vamos de vuelta, nos encerramos ya, Rosa. Imagínese la noche de juramento como nueva responsable de la cofradía, con Jesús a un paso de usted, en el Camarín. ¿Es capaz de decirle a los lectores de Lacontradejaén qué nombre, qué rostro o qué se le pasará a usted por la cabeza en ese momento?

—Mi madre [llora, emocionada].

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