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"Estoy en mi sitio, me gusta ayudar a otros artistas a que su obra crezca"

"Estoy en mi sitio, me gusta ayudar a otros artistas a que su obra crezca"

Por Javier Cano - Noviembre 02, 2025
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Teresa Martínez Muñoz (Jaén, 1986) llega de punta en negro a su cita con Lacontradejaén, que por cierto tiene lugar en su casa, o mejor dicho, en su otra casa: Marquetería Ébano.

Artista, madre y al frente del negocio desde hace lustros, da continuidad al oficio de su recordado padre (todo un referente en lo suyo) a la par que asienta su propio prestigio en un mundo tan singular (y duro) como el de un taller de molduras. Buena conversadora, hoy ribetea con palabras su historia personal. Una entrevista 'para enmarcarla'. 

—¿Marquetera por tradición, por vocación o porque vio en ello una buena salida profesional?

—El taller lo inauguran mis padres en el año 86, justo el año en que yo nazco, esta es ya la segunda generación. ¿Que por qué me quedé con el taller? Sí, por vocación.

—Pero usted había hecho ya Bellas Artes en Granada...

—Sí, sí, me licencié en Bellas Artes en Granada, pero por una situación familiar tuve que volver y decidí quedarme con el taller.

—¿Una decisión fácil para usted, o le costó dar el paso?

—No había margen, tenía que hacerse así, tuve que quedarme a cargo del negocio y me quedé, llevo ya quince años. 

—Ese apellido suyo, Teresa, y esto de estar rodeada de molduras, de marcos, remite irremisiblemente a Antonio Martínez, su padre, alguien muy conocido en este mundillo.

—Muy conocido y muy querido entre los artistas y entre mucha gente de Jaén. Fue mi maestro, y para mí fue un genio pero no solamente con la marquetería, sino de otras muchas formas: es mi gran referente.

—¿Él creó Ébano?

—Sí, con mi madre, Juana Muñoz, que tiene un gusto exquisito y es supercrítica (algo que a mí me viene genial). Es mi gran ayuda y mi pilar fundamental. 

—¿Dónde empezó todo, a qué calle daban las puertas de la primera tienda?

—La primera, primera fue en Torredelcampo, porque mi madre es de Torredelcampo y yo, de hecho (aunque en el DNI pone que soy de Jaén) soy de allí; estuvieron un año y ya dijo mi padre de probar en Jaén, a ver qué pasaba. Primero estuvieron en la calle Ramón y Cajal, allí estuvieron muchos años, a lo mejor quince. Yo recuerdo desde muy pequeña mirar en el taller, siempre observaba, en el filo de la mesa, mirando a mi padre, a mi madre, a los empleados. Mirando aprendí. 

—"Mirando aprendí...": parece el título de un bolero, Teresa, y le ha salido así, sin buscarlo. Perdone la deriva: ¿a su padre también le venía de familia este oficio?

—Mi padre estuvo en la Escuela de Arte haciendo un ciclo de Mobiliario, luego lo contrató Cica (que era otra marquetería muy famosa aquí, en Jaén —era superjoven mi padre—). Ya nací yo y decidió montarse por su cuenta. 

—Y de Ramón y Cajal a la calle Ancha, ¿no?

—Sí, Ramón y Cajal, calle Ancha (que también estuvieron más de diez años) y a raíz de ahí ya la siguiente mudanza la hice yo. 

—Es decir, que cuando Antonio falleció en 2021 Teresa ya era parte imprescindible de la tienda.

—Ya llevaba yo muchos años, sí. 

—Y luego a la calle Álamos.

—Sí; ahí, el que tenía al lado la farmacia se quedó con el local nuestro, rompió tabiques, hizo un local grande y ya decidí yo embarcarme en comprar este espacio. 

—En pleno centro histórico, en la calle Obispo González, siempre en el Jaén de toda la vida. ¿Eso es buscado, o pura casualidad?

—Eso es buscadísimo, yo soy del casco antiguo, ¡vaya, de aquí no me mueve nadie! 

—Usted es artista: después de cursar su carrera y de tener que asumir las riendas del negocio, ¿se siente realizada como creadora o, por el contrario, firmar más marcos que pinturas la frustra, la limita?

—No me limita, todo lo contrario: creo que he crecido muchísimo como artista por tener el taller, me relaciono con muchísimos artistas, de hecho tengo clientes que son artistas con una proyección internacional increíble, como Miguel Scheroff, Juan Francisco Casas, Fernando Tinoco, Guillermo Pérez Villalta, Santiago Ydáñez..., que te hacen crecer mucho como artista, estás en contacto con ellos y ves su obra muy de cerca, te transmiten cosas muy íntimas para comprender tú su obra y poder hacer una enmarcación correcta.

—¿De verdad que no tiene la sensación de haber tenido que dejar un poco de lado su propia pintura, su obra personal, para centrarse en enmarcar la de los demás?

—Por tema de tiempo, obviamente, no puedo invertir tanto como a lo mejor quisiera, pero sí saco tiempo. Al final, si algo lo quieres hacer, lo haces y buscas el momento. En mi obra no separo la parte marco y la parte de lo que es la creación visual, no se separan. Para mí es un conjunto, una misma pieza. Yo, cuando hago un marco para mis obras, el marco participa completamente dentro de la obra, no es algo aislado, se mimetiza todo.

 —Hablemos del marco: a Picasso le preguntaron una vez qué se llevaría del Museo del Prado y él respondió que algunas molduras, algunos marcos. 

—El marco es que es fundamental, sobre todo a nivel conservación es muy muy importante; si estamos hablando de un trabajo decorativo para una casa nos regimos por unas pautas distintas, pero luego, cuando hablamos para trabajos del Museo Provincial o del Íbero o de fundaciones, necesitan otro tipo de materiales, materiales para una buena conservación, que protejan la obra, que el cristal tenga una serie de filtros para proteger de los rayos ultravioleta..., son cosas más delicadas. 

—En ese ambiente de cercanía que mantiene con los artistas a los que les trabaja, ¿ellos también lo ven así, consideran el marco pieza capital de sus creaciones?

—No tiene por qué; yo intento asesorarles, que vean que mientras más desapercibido pase un marco, normalmente (para mí) es mejor el resultado. Luego está el mundo de los marcos barrocos, rococós o lo que sean, que también me interesan muchísimo y en ciertos momentos están muy bien usados.

—Su obra, Teresa: ¿cómo se define, creativamente hablando?

—Definirme me cuesta, porque nunca me ha gustado definirme con alguna palabra o algún sentimiento, no sé. Sí que es verdad que a raíz de yo coger el negocio, me centré muchísimo en él (sobre todo los primeros años, para arrancar y que todo volviera a funcionar como yo deseaba), me aparté un poco más de mi creación visual, pero luego, con mi primer embarazo, volví a la creación. Fue ese un poco el motivo del arranque. Luego mi obra se ha ido transformando mucho, hablo un poco de la experiencia como madre, de combinarlo también con un trabajo (que no es fácil, y más si estás sola)... Hablo mucho de eso y...

—Y..., ¿hay algo más? Cuente, cuente.

—Estoy muy obsesionada últimamente con el tema del concepto de infinito; para mí todo es muy cíclico, todo se repite mucho, las experiencias se vuelven a repetir, todo se repite.  

—Paradójico que alguien que se dedica a enmarcar, a poner límite material a una obra de arte, ande obsesionada con el infinito. 

—Sí, sí [ríe]

—Figuración o abstracción, ¿cuál es su camino?

—Más bien la abstraccion; figurativa no soy, desde luego. 

—¿Pintora de concursos, expone o prefiere guardárselo todo para sus ojos y los de los más cercanos?

—Sí, sí, expongo, y cuando puedo me presento a algún certamen. 

—¿Con suerte?

—Hace poco me dieron una mención de honor en un concurso de Toledo, en La Carolina también, y en fotografía he recibido un par de premios.

—Trabajadora, artista, madre... ¿Cómo lo hace?

—Es eso, implicarte mucho y trabajar mucho, no tiene otro misterio. 

—Pero para atender una tienda ecológica no le da, por mucho que estire. Se lo digo porque también se la vio, esporádicamente, entre vinagres de sidra con arándanos, chips de quinoa, soja...

—Eso sigue vivo, porque a nosotros nos interesa mucho ese tipo de alimentación, por mi madre sobre todo. Ella, cuando yo cogí el negocio de marquetería, decidió montar su tienda de productos ecológicos y estuvo tres o cuatro años. Yo estaba justo enfrente con la marquetería, en la calle Álamos. Estábamos muy conectadas. 

—Una pregunta solemne: ¿Nunca se ha arrepentido del camino escogido, de verdad que no le hubiese gustado hacer otra cosa?

—No, no, jamás, nunca. Estoy en mi espacio, estoy en mi sitio y me gusta mucho ayudar a otros artistas a que su obra crezca. Creo que un marco se puede cargar una obra, perfectamente; yo veo obras y pienso que podrían ser mucho más grandes con otro tipo de enmarcación, que no tiene que ser nada del otro mundo, simplemente que respete y que le dé el espacio y el margen que necesita, no es mucho más. 

—¿Se deja guiar el cliente por sus sugerencias, normalmente?

—Sí, la verdad es que se dejan asesorar muchísimo; clientes que vienen, o los coleccionistas que vienen mucho, ¡que esa es otra!

—¿Otra? ¿A qué se refiere?

—A que el coleccionismo, en Jaén, ha crecido muchísimo, cada vez hay más coleccionistas, más gente interesada por el arte.

—En unos momentos en los que el arte (en cuanto a ventas y en Jaén) dicen que no está precisamente para tirar cohetes (o drones, que es lo que se lleva)...

—Aquí en Jaén ha crecido mucho el coleccionismo, y para mí eso es importante. Antes no se entendía el arte de esa forma, de hecho apenas se entendía. La pintura más típica sí, más de imágenes de Jaén, pero ahora está más abierta en ese aspecto. 

—¿Hace su agosto en algún momento del año, y otros se los pasa esperando clientes?

—No noto grandes bajones, la verdad; el flujo es continuo y entra una cantidad de trabajo importante. De hecho advierto de que puedo tardar un mes o dos en entregar un trabajo, porque hay mucho. Y ya no el trabajo de diario en sí, también el trabajo con fundaciones, con museos, con artistas importantes que montan exposicones grandes (ahora, por ejemplo, la de Juan Francisco Casas en la Universidad, que la hemos montado nosotros); son trabajos de gran envergadura. 

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—Cuando va a un museo, se le irán los ojos a los marcos. Es decir, que disfruta (o sufre) dos veces, con la obra y con la moldura. 

—Por supuesto, no lo puedo remediar. 

—Imagínese que una persona joven, sin demasiada experiencia en marquetería, tiene gusto por ella y se le pasa por la cabeza crear un negocio como el suyo. Competencias aparte, ¿lo intentaría convencer de que no lo hiciera, o todo lo contrario? Se lo digo porque quien viene aquí, a veces la ve a usted con gafas protectoras, cascos en las orejas, entre ruidos y polvo de madera. 

—Es que esto es un taller, esto no es una tienda de cuadros que están hechos y se venden. el proceso empieza desde cero, tengo que cortar madera, ensamblar, cortar cristal (que son planchas muy grandes), y esa parte a veces no se entiende. En cuanto a si animaría o no a alguien a embarcarse en esto, desde mi perspectiva es difícil decirlo porque yo es algo que he aprendido desde muy pequeña, es casi innato, no he tenido que ir a una escuela a aprenderlo. Pero alguien que nunca haya hecho esto..., yo creo que es un oficio complicado. Muy complicado. Pero para mí no. 

—Después de hablar de las fatigas, ¿qué es lo más bonito de su trabajo?

—Lo más bonito, vamos a ver, es cuando ves la impresión del cliente, esa parte es muy bonita, hay gente que se emociona muchísimo al ver el cambio que ha pegado la pieza que me traía. A veces hasta han llorado, vaya. Eso es lo más bonito. 

VÍDEO Y FOTOGRAFÍAS: ESPERANZA CALZADO

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