"Cuando más disfruto es cuando veo las caras de los niños"
La fuensanteña María Carrillo, junto con su familia, es la artífice de un espectacular belén doméstico realizado con materiales recicables y mucha imaginación
"He puesto sobre el musgo un portalico. / He abovedado un cielo en cartulina / y en Jordán de cristal, nevando harina, / he bautizado en luz a un pastorcico...".
Así describía el desaparecido y recordado poeta jiennense Felipe Molina Verdejo el proceso de montaje de su belén, a fuerza de imaginación, tirando de lo que tenía más cerca.
Y así lo hace hace, también con toda la poesía del mundo, María Carrillo Lendínez (Fuensanta, 1963), quien junto con su familia convierte una habitación de su casa en la ciudad donde vio la luz primera el mismísimo Jesús de Nazareth:
"Lo hago desde que mi niño era chico, y ya tiene treinta años; al principio era muy normal, como en todas las casas, el misterio y poco más, pero lo hemos ido agrandando y al final hemos montado no un belén, sino un pueblo", explica la fuensanteña a Lacontradejaén.
Tres metros largos de belén que hacen las delicias de quienes se acercan a visitarlo, cada vez más y más personas y no solo del pueblo, que la mezcla de acentos crece y crece en torno a este espectacular montaje:
"Esta semana ha venido gente de Barcelona, de vacaciones, y se han pasado a verlo, y de Martos, Torredonjimeno, Mancha Real, amigos que traen a otros amigos...", celebra Carrillo.
Porque si algo le gusta es precisamente eso, ver cómo disfrutan de su obra quienes deciden dedicarle unos minutos de estos días navideños a contemplar este nacimiento: "Cuando más disfruto es cuando veo las caras de los niños, es lo que más, me llena muchísimo", asegura.
Su hijo y la pareja de este se encargan de la 'escenografía', en tanto el marido de Mari pone las 'infraestructuras': borriquetas, tablones... Pero entonces, ¿qué hace la protagonista de este reportaje?
"Está todo hecho por mí: fruta, pescado, carne, pájaros, cigüeñas, palmeras, casas...". Una auténtica artesana que mantiene abiertos los ojos durante todo el año y cosa que ve, cosa que recluta como materia prima para su belén:
"Para las casas uso corcho y materiales reciclados; por ejemplo, las cajas de las frutas para puertas y ventanas, y de tirador un plomillo de una escopetilla. Las pipas de calabaza me sirven para hacer las chumberas; los cristales del castillo de Herodes los hago con los plásticos de las galletas surtidas, las macetas son los tapones de los dentífricos; farolillos, luces, ríos...".
No le falta detalle, como puede comprobarse en la galería de imágenes que cierra este reportaje, pulsando la flechita.
Normal que haya ganado varias veces el certamen convocado por el Ayuntamiento y que, año tras año, su casa reciba a más gente desde los días de la Inmaculada (cuando lo inaugura) hasta pasada la Epifanía, cuando lo devuelve al lugar donde se conserva hasta la próxima:
"Lo guardo en una habitación que tengo en los bajos de mi casa, en el garaje". Eso que se ha llamado toda la vida de Dios un 'desahogo', que muchos quisieran tener pero de la que tantos carecen. "Tengo estanterías y allí coloco las casas; los muñequitos y las demás cosas las envuelvo y las guardo con mucho cuidaíco, aunque casi todos los años sale algo roto".
Un nacimiento hecho con amor, ingenio y la mejor de las intenciones: que los demás, que quienes lo vean, gocen tanto como María y los suyos disfrutan construyéndolo.
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