'Buried': aquel ataúd de Rodrigo Cortés
El director salmantino logró algo muy auténtico cuando tomó la decisión de rodar toda la película con el protagonista enterrado en una caja de madera
No recomendaría la suscripción de HBO para ver buenas películas, porque creo que hay una diferencia muy notoria entre la calidad de las series que oferta y el nivel de los largometrajes. Hay, cómo no, excepciones. Una de ellas es una joya que aún no había visto: Buried, de Rodrigo Cortés.
Antes de verla me interesé por la duración del filme: hora y media. Me preguntaba cómo sería capaz de mantener la atención del espectador tanto tiempo. En el inicio, después de un pronunciado segmento de oscuridad, vemos a Ryan Reynolds alumbrándose a sí mismo con un mechero en el interior de una caja. Es un camionero americano que ha ido a trabajar a Irak y que no recuerda cómo ha llegado allí después de que lo atacaran.
La psicosis funciona, porque uno ve al actor enjaulado, casi sin poder moverse, hasta que necesita ir cogiendo todo lo que hay en el ataúd de madera: un teléfono móvil, una carta que no entiende y un lápiz con el que apunta números de teléfono para intentar que lo rescaten.
La interpretación de Reynolds no sólo me hace pasar angustia, también me río cuando, desesperado, ataca con la ironía a quienes no le creen o directamente no le sirven de ayuda al otro lado del teléfono. El suyo se va quedando sin batería, y todo se vuelve aún más angustioso cuando la arena empieza a precipitarse en el ataúd. La arena le llega a los ojos.
Curiosamente he llegado a la película después de ser fan del Rodrigo Cortés comunicador, brillante en su faceta de articulista y autor del Verbolario de ABC, e igual de sagaz como tertuliano del podcast cinéfilo Todopoderosos. Cortés también es autor de Luces rojas y Blackwood, aparte de un puñado de cortos. Hay que seguir de cerca la mirada del salmantino.
FICHA TÉCNICA
Título original: Buried
Año: 2010
Duración: 93 minutos
Nota en Filmaffinity: 6,8
Nota en IMDB: 7
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