El 'Cancionero Popular de Jaén': medio siglo de vigencia cultural
El libro de Lola Torres, una obra referencial del folclore de la provincia, fue premiado y publicado por el Instituto de Estudios Giennenses en 1972
"Desea este instituto que el Cancionero de Jaén sea acogido con agrado por quienes se interesan en estos temas costumbristas y musicales, y por los giennenses amantes de su tierra que saben apreciar cuanto realza los valores que la enaltecen".
Con estas y otras palabras presentaba la entidad que agrupa a los 'sabios' de aquí el Cancionero Popular de Jaén, obra de Dolores Torres y Rodríguez de Gálvez (la popular y recordada doña Lola Torres).
Allá por 1955, casi sin tiempo de elaboración pero con todo el bagaje cultural y toda la ilusión del mundo, la profesora de Música y Canto recopilaba fichas y saberes y presentaba su libro al concurso convocado por el IEG, que se llevó a sus vitrinas:
"A pesar de los escasos meses dados en la convocatoria para presentar el trabajo, Dolores de Torres obtuvo un brillante éxito al conseguir el premio. Lo cual le resultó posible gracias a que su vocación por estos temas populares le había inducido, desde hacía tiempo, a buscar y coleccionar la música y las canciones de Jaén", según se aclara en la introducción al libro, con la firma del no menos entrañable Rafael Ortega Sagrista.
Más cercano en el tiempo, el folclorista Francisco Jiménez Delgado valora la labor de Torres y defiende la vigencia de su compendio:
"Totalmente vigente", sentencia, y apostilla: "Fue el primer cancionero provincial; igual que el primer Vocabulario Andaluz lo hizo Alcalá Wenceslada, doña Lola Torres, a lo largo de su periplo y de recorrer desde las sierras altas hasta la sierra sur de la provincia, escribió el de Jaén. Además fue una mujer muy adelantada, porque supo estructurar su obra a través de todos los cantos que encontró".
Jiménez reivindica: "Hay grupos de Jaén que cogen villancicos o coplas de ese libro y no citan la fuente, hacen un uso malintencionado de esa obra. Hay que nombrar la fuente, se autoconceden el hallazgo de esas canciones, pero esa labor la hizo doña Lola Torres, no ellos".
EL CANCIONERO, EN LA SEPULTURA DE SU AUTORA
"Dificultades ajenas al propósito" del Instituto de Estudios Giennenses (justifica el desaparecido historiador Ortega Sagrista, a la sazón consejero de la institución) dilataron la publicación del Cancionero nada menos que diecisiete años, hasta 1972, cuando su edición supuso una impagable aportación bibliográfica a la cultura provincial de la mano de esta compilación "de canciones y juegos infantiles, los melenchones, romances, canciones religiosas, humorísticas, con bailes, coplas de Navidad...", detallaba don Rafael.
Tres lustros y dos años de demora que, entre otras cosas, impidieron que la propia folclorista viese su magna obra en los escaparates, ya que cerró sus ojos para siempre en 1968, a los sesenta y siete años de edad.
No lo tuvo en sus manos en vida, pero en su sepultura la acompaña eternamente. Enterrada durante décadas en el viejo cementerio de San Eufrasio, el propio Jiménez impulsó su exhumación para que los restos mortales de uno de los nombres propios más ilustres de Jaén fueran conservados:
"Empezaron a decir que iban a cerrar el cementerio, y para que no se perdieran o fueran echados en una fosa hablé con la comunidad de monjas dominicas de la calle Llana, en cuya cripta, finalmente, fue sepultada a principios del siglo XXI", recuerda.
En ese emocionante momento, el arcón definitivo fue abierto y, junto al cuerpo muerto de doña Lola Torres (que según el folclorista "se conservaba entero"), colocaron un ejemplar de su Cancionero Popular de Jaén.
Hoy, una asociación provincial de coros y danzas lleva su nombre, lo mismo que una glorieta del barrio de San Felipe, conocida popularmente como 'la palmera'. Pero su legado es mucho más amplio: 573 páginas en las que conviven (introducidos por su propia autora) cantos y bailes de la capital y los municipios del Santo Reino que, de no ser por ella, posiblemente ya no existirían.
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