CAOS EN LAS PROTECTORAS
El caos ya es rutina en la mayoría de las protectoras y de los refugios de la provincia.
El caos significa que un puñado de voluntarios —oscilan entre los cuatro y la decena— estén desbordados: crece el número de animales abandonados al ritmo de las llamadas que alertan de canes en peligro; los costes en pienso y en veterinarios son imposibles de asumir con las cuotas, y no todos los ayuntamientos aportan soluciones.
El caos, no obstante, está normalizado porque hay gente dispuesta a proteger a los animales más vulnerables: colectivos extranjeros y veterinarios. Protectoras consultadas por este diario señalan que necesitan entre 30.000 y 40.000 euros al año para atender a los animales que cuidan. Cualquier cosa antes de que sean sacrificados. Porque hay una ley —la del ‘sacrificio cero’— que cumplir y una guerra contra la mentalidad arcaica que aún pervive en municipios de la provincia.
Mañana Pacma sacará a las calles de Jaén cientos de perros para incentivar la adopción. Es la única salida que da aire a las protectoras, siempre al límite.
“NO HAY MANTENIMIENTO EN LA PERRERA MUNICIPAL”
La perrera municipal de Jaén es objeto de críticas desde hace años. A comienzo de 2017 un voluntario grabó un vídeo para denunciar el estado de las instalaciones: perros en jaulas oxidadas. “No hay ningún tipo de mantenimiento”, denuncia Mariana Moreno, voluntaria de la protectora Abyda. Asegura que la situación sigue igual, con vallados que se rompen a poco que haya una pelea entre perros. Cada día hay riego con mangueras en una docena de jaulas.
Ahora son cerca de treinta animales en la perrera. Abyda mantiene a 220 entre el refugio y las casas de acogida. El asunto de la perrera ha provocado enfrentamientos con la Concejalía de Sanidad, Consumo y Mercados. De hecho, no hay confianza por parte de Abyda. “Sabemos que la Policía Local recoge a los animales que están abandonados para llevarlos a la perrera”, señala Moreno. “Por más que nos quejemos del estado de la instalaciones, nadie nos hace caso”, critica. “Están mucho peor de lo que el Ayuntamiento reconoce; Abyda interviene para ayudar y no es su competencia”, tercia Manuel Serrano, coordinador provincial de Pacma en Jaén.
Ningún organismo, sostiene Moreno, ayuda a Abyda. “Necesitamos campañas de adopción”, resume. El refugio de la asociación se satura. “Sin el apoyo de los ayuntamientos de la provincia no hay nada que hacer, aunque vayamos a diario a la perrera”, afirma. El colectivo ha iniciado una campaña para comprar casetas.
“NUESTRO REFUGIO EN ANDÚJAR ES PRIVADO”
Si las administraciones municipales no pueden ceder terrenos, la vía es conseguir uno con fondos propios. No resultó fácil para ‘Refugio en Andújar’, pero lo consiguió después de ocho años. La protectora, activa desde hace dos décadas, cuenta con un terreno de 16.500 metros cuadrados de titularidad privada. Allí vive un centenar de perros. Pronto habrá también gatos. El terreno fue declarado de interés social y está ubicado a las afueras, a unos dos kilómetros del centro. “Es vital que el terreno sea nuestro: una ventaja importante”, reconoce Margarita Mata, presidenta de la protectora.
La amplitud del espacio permite que los animales estén en buenos cuidados. Aunque el refugio no lo es todo. Tienen problemas relacionados con los recursos, tanto humanos como económicos. “Si dependiésemos de medios propios, estaríamos muy por debajo de nuestras posibilidades. Contamos con el apoyo de la asociación alemana Vergessene-psoten”, explica a este diario.
El convenio con el colectivo germano propicia adopciones y cubre gastos médicos de perros que llegan en condiciones lamentables. “No solo se trata de la comida, sino de todos los gatos relacionados con veterinarios”, señala. Mantener con vida a ese centenar de perros en Andújar supone un coste de cerca de 40.000 euros al año. “Y nos hacen falta voluntarios. Estamos cansados de gente sin compromiso: llaman para ir al refugio, le explicas todo y nunca más aparecen”, lamenta Mata.
LA SIERRA SUR: EL ABANDONO QUE SOBREPASA
Carmen Delgado es una de las “cuatro o cinco” voluntarias que sostienen la protectora El Camino, en Alcalá la Real. Ubicado en el polígono El Chaparral de Santa Ana, el refugio está saturado con más de 120 perros. “Estamos sobrepasados. Se supone que tiene cabida para 70 animales”, señala.
El terreno fue cedido por el Ayuntamiento hace un año “de forma temporal”. Hasta la fecha, es la única colaboración municipal: una nave prevista para ganado. ‘El Camino’ está en contacto con otras protectoras de Priego, Cabra (Córdoba) y Granada para pedir auxilio y darle salidas seguras a perros. “Hace un mes nos repartimos 17”, recuerda.
La ayuda de la asociación suiza Corazón de Galgo posibilita fondos. Y el apoyo de otro colectivo alemán que permite adopciones. “Vamos tirando con mercadillos solidarios. La gente de Alcalá no nos da la espalda”, valora.
Los casos de abandono —la mayoría siempre son galgos y podencos, aunque también abundan los cruces— se han multiplicado en las aldeas y en pueblos cercanos. Esta semana ya han realizado cuatro rescates de perros cuyo posibles destinos solo pueden ser casas de acogida; el refugio está a tope. “No sabemos cómo atajar el problema en esta zona”, lamenta.
JÓDAR Y ÚBEDA, SITUACIÓN DÍFICIL, PERO CONTROLADA
La Asociación Ecologista Mágina Animal ha logrado revertir en parte una situación que ahora es mejor que hace un año: protegen a 60 animales, la mitad que el ejercicio anterior. “Para nosotros es muy importante que estén en las mejores condiciones”, cuenta Zeus Ruiz, voluntario de 35 años.
En Jódar hay más sosiego porque es uno de los pocos casos —con Úbeda y Baeza, por ejemplo— en el que el Ayuntamiento contribuye con donativos de pienso y ayuda en pequeños arreglos solicitados por el colectivo, como “chapuzas” necesarias. “Y los Cuerpos de Seguridad están más implicados que nunca”, alaba.
Hace diez años Mágina Animal cambió un vertedero por un sitio donde ahora los perros están “gordos y felices”. El paso del tiempo ha descubierto uno de los caballos de batalla de este tipo de colectivos: faltan voluntarios. Gente motivada, como subraya Margarita Mata en Andújar.
Felican, en Úbeda, lleva constituida como asociación desde 2004 aproximadamente, según recuerda Francisco Javier Granero, uno de los voluntarios. El refugio está en la pedanía de Santa Ulalia, donde hay 100 perros. “Lo ideal sería tener solo 80”, admite. Sumados a los de las casas de acogida, el total supera con creces los 120.
La protectora tiene un acuerdo con el Ayuntamiento de Úbeda para que este se encargue de la recogida de animales abandonados. En el albergue municipal hay medio centenar de canes; esperan ahí hasta que el colectivo tiene hueco en el refugio o en alguna de las casas de acogida.
‘San Francisco de Asís’, una asociación germana, ayuda a Felican con las adopciones. “El 80 por ciento de ellas acaban en Alemania”, señala Ruiz. Además, el Ayuntamiento aporta una subvención de 7.000 euros al año. Pese a las ayudas, la protectora siempre está agobiada; incluso hace rescates en pueblos próximos como Sabiote y Latorre. “Nos hacen más falta manos que dinero”, admiten voluntarios de ‘Refugio Andújar’, ‘Felican’ y ‘Mágina Animal’.
“HAY MUNICIPIOS SIN PROTECTORA Y SIN REFUGIO”
Ana Ramos es una vecina de Pozo Alcón que ya ha auxiliado a un buen puñado de perros. Ahora tiene un pointer que llevaba dos años en la calle. “Aquí no hay protectora, y la gente mayor tiene la costumbre de que los perros estén fuera, en lugar de en las casas”, explica a Lacontradejaén.
Ramos es de las que dice ‘uy, uy’ cuando escucha la palabra Resur —ahora Resurja—, la empresa que se encarga de la recogida en la provincia. “Una vez llamé para que ayudaran a una hembra y me dijeron que solo recogían a perros dóciles. ¿Y qué pasa con los ariscos o los asustados? Qué esperar de una empresa que se llama residuos. ¿Residuos los perros?”, critica. En Pozo Alcón no hay protectora, aunque Ramos tuvo una propuesta del Ayuntamiento para formar un colectivo y gestionar un espacio. No ha podido ser ni hay visos.
Mejor van las cosas en Cazorla, donde la asociación Asama está más cerca de tener un refugio con la ayuda del Ayuntamiento. Marina González, de la protectora, señala que ahora cuidan a 45 canes entre el refugio actual y las casas de acogida. “Esperamos la concreción del proyecto para recibir ayudas”, cuenta.
“Hay mucho municipios de la provincia donde aún no se han consolidado protectoras ni refugios”, remarca Zeus Ruiz, que pone el acento en la necesidad de cambiar la mentalidad de la gente, con el respaldo de ordenanzas municipales. “Sé de casos donde los voluntarios de las protectoras sufren acoso por vecinos que no entienden lo que hacemos. Hace falta seguir con las labores de concienciación en las aulas para fomentar el amor hacia los animales”, concreta.
Todos los consultados coinciden en que falta conciencia para evitar casos como el de un perro que fue tirado por el Puente Romano de Marmolejo. O el de Happy, un cachorro con quemaduras que intentaron ahorcar, auxiliado por Abyda.
“Yo llevo en esto 20 años y no veo que haya más sensibilidad ahora”, lamenta Margarita Mata. “Sabemos de perros de cazadores que terminan colgados en el campo. La ley tiene que actuar e impedir que quien maltrate vuelva a tener un perro”, opina Carmen Delgado. Es el discurso que promueve Pacma, endurecer las penas.
Continúan los abandonos y casos (¿puntuales?) de violencia extrema. El caos de las protectoras no es solo una cuestión de falta de espacio o de dinero. Hay un factor cultural, ciudadano, cívico. Según denuncian, es el primero y el peor de los obstáculos para evitar las hiperpoblaciones y los sacrificios.
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