La otra Merced de Jaén, en el Pilar de la Imprenta

La planta baja de un antiguo caserón posiblemente del siglo XVIII alberga una coqueta capilla cuyos propietarios abren a quien desee conocerla

Del XVIII (lo dicen los papeles viejos) data la iglesia conventual de la Merced de Jaén capital, allí, en los barrios altos, lamiendo las orillas del cerro del Castillo. 

Y del Siglo de las Luces es también (según testimonios orales) el caserón que alberga la otra capilla mercedaria de la ciudad, en pleno barrio de la Alcantarilla, en el número 2 del callejón del Pilar de la Imprenta, zona histórica donde las haya. 

Un coqueto y esmerado espacio constelado de cortinas de moaré y lámparas de lágrimas, que parece sacado de un cuadro de Martín de Argenta pero que por no hallarse precisamente en una zona de paso diario, es un gran desconocido para muchos jiennenses... Hasta que se le descubre y atrae, vaya que si atrae.

De hecho, nunca falta vaho en el cristal de su puerta, de tantos rostros como se asoman a ver, a rezar o simplemente saciar la curiosidad que procura tan singular y doméstico santuario. 

"Está ubicada en el interior de nuestra casa desde el año 1999 más o menos, que es cuando llegamos los actuales propietarios", explica Miguel Ángel Esteban Casado (Jaén, 2004), principal impulsor y mantenedor de la capilla y su sagrado contenido. 

"Dentro no había nada, estaba vacía, los anteriores propietarios tuvieron una peluquería"; un bajo comercial, un recinto de negocio que si hasta finales del XX contaba con su particular parroquia de clientes, a día de hoy continúa siendo punto de destino para amantes del mundo cofrade y de la tradición. ¿Pero de dónde le viene a este inmueble esa vocación de templo mínimo?

"Una persona que pasó un día por aquí tenía constancia de que la casa actual era un palacete que ocupaba bien la antigua casa de una de las esquinas (actual residencia del pintor Francisco Carrillo Cruz), o de la otra. A la mitad del callejón parece ser que había una capilla donde se veneraba un Corazón de Jesús, que se supone desapareció en la guerra. Todo esto lo sabemos por testimonios orales todo. Se habla incluso de que debajo hay un sótano con un pozo y un patio", detalla Esteban. 

"Bendecida como lugar de oración", confirma el joven miembro de la familia propietaria, lo cierto es que el uso como capilla se remonta a no hace demasiados años, cuando un grupo de jóvenes de la zona encontró bajo esa evocadora techumbre de bovedilla y viga el 'camarín' perfecto para sus imágenes de las Cruces de mayo:

"Estuvo como habitáculo particular un año y medio o dos y poco a poco se fue reformando, hasta que llevamos allí al Cristo y tomó el aspecto que tiene hoy; poco a poco la cosa fue agrandándose, encargamos la Virgen y se compró el San Juan.

Bello Señor de la Sagrada Coronación de Espinas, de 2016, obra del imaginero cordobés Rafael Gata, "discípulo de Romero Zafra y de Bernal", apostilla el joven, y de cuya gubia salieron también la propia Virgen y la talla de San Juan: 

"La Virgen tuvo un problema en la policromía y la restauró Sánchez Rosado, de Triana, considerado uno de los mejores imagineros de este siglo. Él le dio esa impronta añeja que tiene ahora, entre alegre y dolorosa".

Una hermosa imagen que cambia de vestimenta según el tiempo litúrgico o las diferentes fiestas religiosas, como la descubren quienes acercan sus ojos al cristal de la amplia puerta, escoltada por dos faroles y sendos azulejos que remiten al origen de la capilla y ponen en bandeja una antigua oración. 

UN 'CAMARÍN' ACCESIBLE

Cultos propios tuvo la imagen mariana que incluían sabatina cada primer sábado de mes y que, ahora, se reducen a un rosario estival y las fiestas de su onomástica, en septiembre, cuando el jaenerísimo callejón del Pilar de la Imprenta se viste de farolillos y adornos para la salida de la entrañable procesión que recorre un itinerario tan recogido como familiar:

"La Virgen sale por las calles del barrio, pero no con vistas a convertirse en la procesión de una cofradía, no se nos pasa por la cabeza, no queremos llegar a eso. Ya tenemos La Estrella y El Rosario", sentencia Miguel Ángel Esteban, que capitanea un grupo directivo de alrededor de ocho componentes para un colectivo que incluye "no solo a gente de la capital, sino también de la provincia".

Una vez conocidos los posibles orígenes de este bonito oratorio, los méritos de su contenido, queda saber si es visitable o, por el contrario, hay que conformarse con el tacto del vidrio en la nariz:

"De vez en cuando nos piden verlo, tanto mujeres del barrio como otras personas, y les llevan velas o flores a las imágenes; la Virgen tiene cuatro camareras en la zona, si yo no puedo abrir les dejo las llaves a ellas y lo abren".

Vamos, que quien no ha entrado ya es porque no ha querido. Si algún lector de este reportaje está en ese grupo, lo tiene fácil: "Tenemos página propia en Facebook, con muchos seguidores, lo mismo que en Instagram". Descubrirán un para muchos ignorado lugar que evoca tiempos pasados pero que, en pleno siglo XXI, concede aliento atemporal al maravilloso dédalo que conforma lo que hay entre la calle Llana y la Senda de los Huertos:

"Nuestra intención es esa, tener un rinconcito de Jaén para la devoción popular; no nos supone molestia ninguna", concluye quien tiene el privilegio de vivir bajo techo bendito".