LA ÚLTIMA LEYENDA VIVA DE 'ADVINGE'
Plena de creatividad, la poeta y pintora jiennense Carmen Bermúdez es la única superviviente de la revista literaria de mediados del siglo XX de cuya última etapa se cumplen setenta años en 2024
Hasta que este periódico dio soporte al hallazgo de La adoración del Santo Rostro de José Nogué (Santa Coloma de Queralt, Tarragona, 1880-Huelva, 1973) su paradero era uno de los enigmas más persistentes de la intrahistoria jiennense.
El otro misterio todavía sin desvelar es la edad de Carmen Bermúdez Melero, la histórica artista de aquí, decana de la pintura y la poesía jaeneras, que entre otros méritos de relumbrón posee el de ser la última leyenda superviviente de aquella revista literaria de mediados del XX que fue Advinge.
Cofundada por ella junto con Francisco Herrera García (Jaén, 1925-1973) y Diego Sánchez del Real (Peal de Becerro, 1932-Cádiz, 2014), de sus artesanales números postreros se cumplen en 2024 nada más y nada menos que setenta años.
A las puertas de una primavera que evoca las ya lejanísimas que los vates locales celebraban con sonadas ceremonias líricas, estas páginas digitales se acercan hoy (último sábado del invierno) a la figura de una mujer venerable cuya larga vida da para una película, de tan plena de superación, esfuerzo y creatividad.
ADVINGE, EL JAÉN POÉTICO DE LOS AÑOS 50
Antecedente inmediata del grupo y revista El Olivo, Advinge se erigió en soporte poético para las voces de aquel Jaén en el que no abundaban, precisamente, los movimientos literarios: "Era lo que había entonces, no había otra cosa", sentencia Carmen Bermúdez a este periódico.
Consciente de que es, ya, la única voz viva de entre quienes firmaron sus textos en la añeja publicación, la escritora recuerda: "Fuimos cuatro personas las que iniciamos la revista, Paco Herrera sobre todo, que era una persona extraordinaria, y buscó a Diego, a quien vio un hombre decidido, que sabía moverse; yo a Paco lo conocía desde chicos". ¿Y el otro nombre propio?
"Era mi hermana, que figuraba como secretaria y administrativa, porque había que tener todo eso, había que cubrir muchos trámites, era horrible". En el recibo expedido al catedrático pealeño Rafael Lainez (que figura sobre estas líneas), aparece la firma de Concepción Bermúdez como administradora de la edición.
Sostenida económicamente, en un principio, gracias a la evocadora publicidad de variopintos establecimientos locales (¿recuerdan tiendas como La Olivina, las mecanográficas de Carmelo Milla o el mismísimo colegio San Agustín, por poner solo tres ejemplos?) hasta su adscripción al Instituto de Estudios Giennenses en 1953, la revista salía de la Imprenta y Papelería Mas (situada en la calle Espartería) y era distribuida de la forma más directa posible: "Se repartían a mano", confirma Bermúdez.
En cuanto al papel jugado por Advinge en el panorama de su tiempo, la también licenciada en Bellas Artes por la Facultad de San Carlos de Valencia y doctora por la Complutense de Madrid asegura: "Tuvo mucha repercusión, porque no había nada más entonces".
En esta línea, el editorial del número 4 de la revista proclama: "Advinge tiene su recompensa en esta labor, la de que hemos levantado algo muerto; que no hemos caído en exclusivismos deprimentes".
Desde los primeros números, a los ya citados se unieron poetas como Manuel Arquillos, Felipe Molina Verdejo, Sebastián Bautista de la Torre, el cronista González López, Federico de Mendizábal, Alcalá Venceslada o Manuel Porlán (hermano del autor de la Generación del 27 Rafael Porlán).
También Juan Martínez de Úbeda, Antero Jiménez, Rafael Palomino, José de la Vega Gutiérrez, Almendros Soto (nieto de Almendros Aguilar), Mario Ángel Marrodán, Miguel Calvo Morillo o Mariano Roldán, entre otros. De tan notable pléyade, solamente Carmen Bermúdez Melero continúa en este mundo.
APUNTE BIOBIBLIOGRÁFICO
Una vida de novela, aunque ella prefiere bautizarla como "de trabajo". Hija de un empleado de banca, comenzó a trabajar a los dieciséis años en la Comisaría de Recursos de la época mientras estudiaba el Bachillerato y, luego, Magisterio.
Opositó a las oficinas de Telefónica mientras se convertía en bachiller y, en segundo de Magisterio, lo dejó hasta que, a finales de los años 70 del pasado siglo XX, Carmen Bermúdez tuvo que reinventarse y, separada y con sus cinco hijos, se encaminó hacia Madrid, donde sacó oposiciones a profesora de instituto.
Posteriormente combinaría las clases de Secundaria con la docencia en la Complutense, como profesora de Dibujo Morfológico, llenando los espacios de tiempo restantes con la impartición de clases particulares.
Articulista en prensa durante décadas, de su pluma han salido títulos como La ciudad y el campo, Libro de la ciudad, Imagen interior, Siempre Jaén o sus últimas publicaciones, Barro de la tierra y La vida mágica. Celebrada pintora, es también numeraria de la Asociación Española de Críticos de Arte.
Ya de regreso definitivo a Jaén, su faceta creativa continúa en plenitud y no es extraño encontrarla entre el público asistente a presentaciones de libros o exposiciones de pintura.
Una mujer atemporal de la que la linarense Fanny Rubio escribió: "En la poesía de Carmen Bermúdez se utiliza la belleza exacta sin excesos, se entrelazan hombres, objetos y animales para asentar a este grupo humano que vive la palabra, se trata de armonizar al hombre (...) con el amor de lo propio escogido de nuevo y la fuerza expresiva de una palabra originaria y bella".
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