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EL SEÑORÍO DE LA CARRERA

Por Javier Cano - Agosto 16, 2025
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EL SEÑORÍO DE LA CARRERA
Calle Bernabé Soriano. Foto: Esperanza Calzado.

Dedicada al insigne médico y filántropo jiennense Bernabé Soriano desde 1898, ninguna comitiva lo es del todo para Jaén si no cruza esta arteria urbana que desde tiempos del condestable es uno de los puntos más emblemáticos de la capital del Santo Reino

"Y gasta tal señorío que su abolengo se ve al instante...", cantaba Juanita Reina en una copla sevillana a más no poder que, sin embargo, podría asumir sin inmutarse la mismísima calle Bernabé Soriano de Jaén: la Carrera. 

Ese vía urbana medieval alumbrada y mimada por el condestable don Miguel Lucas que, andando el tiempo, cambiaría su original destino de justas y juegos ecuestres por el tránsito tranquilo de quienes, de toda la vida, han encontrado en este hermoso paseo (hoy cuasi peatonal) un escenario insuperable para ejercer el jaenerismo.

Con la pendiente justa que la hace cien por cien de aquí, todo pasa por ella y hay quien se ha ido al otro mundo suspirando por habitar cualquiera de sus edificios, muchos de ellos dotados de fachadas nacidas para presumir de empaque: lo dicho, de señorío. 

Este sábado agosteño de vacaciones para algunos y de descanso para otros, Lacontradejaén propone un paseo digital por la más bella arteria del sistema circulatorio jaenés.

 Desde 1910, una placa original del marmolista Giménez Martos rotula la calle. Foto: IAPH
Desde 1910, una placa original del marmolista Giménez Martos rotula la calle. Foto: IAPH

NOMBRES 

"Hay quien dice que las cosas y los lugares tienen alma, y hay quien dice que no; por mi parte, no me atrevo a pronunciarme, pero quiero hablar de la Calle", así, con mayúscula inicial, como lo escribió en su relato homónimo el terrorífico Lovecraft hace ahora ciento seis años, que se dice pronto.

Y es que la Carrera es eso: la calle por excelencia. Pero, ¿qué nombres ha tenido y han convivido con el que desde el siglo XV fue bautizada y es nombrada en la mismísima crónica del condestable? Una cuestión, precisamente, que da noticia de la importancia de esta zona, si se tiene en cuenta que cuando Isabel II visitó la ciudad en 1862, no se encontró otra mejor para dedicársela a la monarca. 

En 1896 y en una suerte de bofetón simbólico a la reina, se le dedicaría al general Prim, si bien para 1898 recibiría la denominación (hasta ahora definitiva) de Bernabé Soriano, en honor del insigne médico y filántropo local, considerado por muchos el padre de los pobres, personaje de indeleble memoria en estos pagos. 

Poco después (en 1910, tres años más tarde de la inauguración del teatro Cervantes) sería descubierta la lápida (obra de Miguel Giménez Martos) que desde entonces proclama a los cuatro vientos el nombre del entrañable galeno; placa que, milagrosamente, sobrevive al propio espacio escénico y (más milagrosamente todavía) volvió a su ubicación prácticamente originaria tras la construcción del edificio actual. 

Un detalle curioso: a punto estuvo la Carrera de no rendir tributo a Soriano, si se tiene en cuenta que a poco de expirar el XIX se pensó en la otra Carrera, la de Jesús (donde tuvo su último domicilio), para homenajear a don Bernabé. Pero no. 

 El imponente ángulo del Cervantes. Foto: Archivo de Javier Cano.
El imponente ángulo del Cervantes. Foto: Archivo de Javier Cano.

'RESURRECCIÓN' EN EL XIX

¿Siempre fue la Carrera esa calle que, de aparecer en el Monopoly, estaría entre las más caras del plano jaenita? Ni mucho menos, de hecho tuvieron que pasar siglos entre los tiempos de Iranzo (cuando fue la atracción de las atracciones para los habitantes de la capital) y el XIX, momento en el que comenzó a fundarse su prestigio, coincidente con el paso de las primeras procesiones por allí. 

Una buena fama que en los albores del XX la llevó a convertirse en la primera con alumbrado público municipal y adoquines y hasta a gozar de unas delicadas acacias a cada lado de sus aceras, que aguantaron más o menos hasta la posguerra. Años iniciales de una centuria que (se ha dicho ya) vieron nacer el Cervantes (la voz de la conciencia de Jaén desde su derribo, hace ahora medio siglo) y a personajes imprescindibles de la intrahistoria jaenera. 

Tribuna cofrade por antonomasia, ahí está La Económica, institución dieciochesca que en la vieja casa de comedias (primero), en su edificio de 1919 (segundo, cuya portada desafía al tiempo en los cantones de Jesús) o en el más reciente, ochentero, sigue a lo suyo en pleno XXI pero con una historia copada de nombres propios que le poblaron salas, aulas y despachos. 

O la casa de los Sagrista, hoy día número 32, donde nació y vivió hasta su muerte en 1988 quien da nombre a la calle de Aqualia, por poner solo un destacado ejemplo. Sin olvidar el magnífico catálogo de inmuebles historicistas promovido por jaeneros enamorados de su tierra, entre ellos el alcalde Inocente Fe, que se cuajó una de las más hermosas casas de las que se alzan en esta vía. 

Calle tan fotografiada como fotográfica, en ella se asentaron estudios tan célebres como los de Alcázar, Martos o los Ortega, despachó Genaro al frente de Elba y se reunieron (en su tertulia del Café España) amateurs de la cámara como Espantaleón, Cándido Medina, el propio Enrique Cañada (profesor también y propietario del establecimiento hostelero), los Alcázar... 

Entre los negocios más ensolerados (aparte de los ya citados), la casa Philips, que desde los años 60 emuló a la  Schweppes de la Gran Vía madrileña con su rótulo luminoso); la clínica de los Fernández Cos, la tienda de Amador, la de Manuel Rubio, la Pensión Martín (ahora en Cuatro Torres), Cruz (el joyero ), La Perdiz, la farmacia de Inocente Cuesta Paredes, Óptica Amate (desde el mismísimo año 36, primero enfrente y después en la ubicación en la que cada día sigue abriendo sus cofrades puertas), la Imprenta La Regeneración (que editaba el periódico de la misma cabecera hasta mediado el XX), las papelerías Santo Rostro e Imperial, la histórica administración de loterías que no se va de allí ni con agua hirviendo (para deleite de los amantes del azar).

Los Madrileños, Elisa Novias, La Gallina de Oro, la hidroeléctrica de los Jódar o la mismísima Radio Jaén formaron (o forman) parte igualmente del paisaje bernabesorianesco, lo mismo que La Pilarica (hasta hace cuatro días, como aquel que dice), el Círculo Mercantil, Relojería La Hora (por la que parece no pasar el tiempo), Alonso (en la casa de José Brandy), la agencia de transportes de los Vargas-Machuca (en el maravilloso caserón centenario de don Inocente Fe), la Ferretería La Campana, la Academia San Rafael, el incombustible Pato Rojo o la funeraria de don Joaquín Cobo, aledaña a la barbería de Tomás...

Otra barbería, la de los Toledano, y la Peluquería La Rosa; bancos (que siempre los hubo, pero de los de mostrador y cajas, no de los otros), la gestoría de Romero-Ávila, la sombrerería de los Jaén, Tejidos El Carmen (desde 1981 y con su venerable patriarca Francisco Espinosa); los despachos de entradas y corridas, y tantos y tantos establecimientos que hicieron grande esta calle a la par que se engrandecieron formando parte de su vecindario. 

Censo, además, que incluyó a insignes como la recordada cantaora Rosario López (medalla de oro de la ciudad) o el mismísimo cronista Cazabán, que en la esquina con María de Molina (donde abría diariamente la Confitería Lendínez y luego Coosur) tuvo su primer hogar de casado hasta que la muerte se llevó a su primera esposa, la alcalaína Tremedad Serrano, con tan solo veintiséis primaveras. 

 Francisco Espinosa y Ramón Rojas, uno de sus antiguos empleados, ante el comercio de telas del protagonista de este reportaje.
Francisco Espinosa y Ramón Rojas, uno de sus antiguos empleados, ante el comercio de telas del protagonista de este reportaje.

Zona de movida estos últimos años, hay quien dice de ella (como Luisa Linares de Jaén) que no es su asfalto jiennense, desde que los locales de moda le quitan el sueño a más de uno en tanto inoculan optimismo a otros al hacer caja: palmas y pitos. 

Lo que está claro es que la Carrera fue, es y seguramente seguirá siendo siempre eso: la calle de las calles. 

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