Votar en vacaciones: reencuentros en familia
La tranquilidad veraniega reina en las primeras horas del concurso a los comicios nacionales en Frailes y Alcalá la Real
Frailes, doce de la mañana. La afluencia de coches junto a la Plaza Encarnación Anguita, cerca del colegio Santa Lucía, da cuenta de que no es un domingo cualquiera. Hoy se elige al futuro presidente del Gobierno y a los cinco diputados de la provincia.
—Vamos al voto.
Lo dice un hombre —más de 60 años, el gorro de paja y pantalones cortos— rumbo al único colegio electoral de la villa.
Nadie esperaba en mayo que en la segunda quincena de julio, habitual punto de inicio para los reencuentros entre visitantes y vecinos, habría espacio unas elecciones nacionales, menos aún después de la cercanía de los comicios municipales.
Sí, claro que hay voto por correo. Pero quizá en pueblos pequeños la confluencia de fechas —vacaciones y urnas— se salva sin grandes apuros. En el interior del colegio Santa Lucía hay ambiente de regreso de vacaciones cuando en realidad hay quienes empiezan a tomarlas o aún esperan.
Llegan padres con sus hijos y más reverbera la atmósfera de colegio. Un agente de la Guardia Civil, vecino del pueblo, custodia la jornada. Todo tranquilo. En una de las mesas han votado 127 de 410 cuando el reloj marca las doce y media. Quedan muchas horas.
—No tengo ni idea de a quién votar. No he visto ni un debate. No sé nada —admite un treintañero acerca de su abstención.
DE LA VETERANÍA A LA PRIMERA VEZ EN GENERALES
Alcalá la Real, una de la tarde. Al Centro de Participación Activa (CPA) de La Magdalena entra una mujer que lleva un bebé en el carro. Le sigue los pasos una señora mayor con ritmo tranquilo y firme.
Minutos después acceden también un matrimonio con dos hijas. La pequeña pregunta si puede entrar a la sala donde están los sobres y se eligen las papeletas para el Congreso y para el Senado. La mayor estrena concurso en las nacionales, como subraya la madre al cumplir con el derecho.
—Venga, otra cosa hecha —celebra.
—Ya has votado, abuela —se escucha también.
Es parte del encanto de la democracia: vale igual el voto de la experiencia de una mujer que ha conocido la diferencia entre ejercer el derecho al sufragio y tenerlo secuestrado que el de una joven nacida en los dosmil con toda la vida por delante.
Juegan en un parque junto al CPA cinco menores y una madre balance a su hija en un columpio. La brisa a la sombra atempera el calor. El 23J se abre paso entre estampas familiares. Es raro, pero es lo que hay: Alcalá la Real está votando una semana después de Etnosur.
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