Un siglo hermoseando la Carrera
El número 18 de la jiennense calle Bernabé Soriano cumple 100 años en 2021 con su aspecto algo retocado y prácticamente intacta la esencia con que lo concibió su promotor, Inocente Fe, que volcó en esa fachada su nostalgia de un Jaén perdido
Ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo, como la madrileña Puerta de Alcalá en la voz de Ana y Víctor pero en modo Jaén, Jaén.
Sí, esta segunda parte de la saga 'coronavirus' que es 2021 toca celebrar, pese a todos los pesares, el cumpleaños de un edificio ecléctico a más no poder, que desde hace un siglo hermosea la Carrera jiennense con su destocado 'balcón de Pilatos', su señorial galería alta y un montón de detalles que hacen de él toda una declaración de intenciones por parte de su promotor, el todavía por muchos recordado Inocente Fe Jiménez (Jaén, 1880-1968).
Alcalde de la ciudad, vicepresidente (y presidente accidental) de la Diputación, sobrestante de Obras Públicas, empresario, amigo personal de Blas Infante, académico de Bellas Artes de San Fernando, consejero del IEG y presidente del Patronato del Museo Provincial, gobernador de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús..., no hubo iniciativa en pro de la capital en la que Fe no estuviera implicado.
Insuperable tribuna para los amantes de las procesiones, singularísimo predio que compite en belleza con un nada despreciable repertorio de inmuebles vecinos, Lacontradejaén enciende hoy cien velas para que, desde su elegante galería, desde sus airosas ventanas, las sople el 18 de 'Bernabé Soriano'.
UNA CASA CON HISTORIA
Dicen (y no lo desmiente su nieto, Carlos María López-Fe y Figueroa —Jaén, 1933— para este periódico) que el que fuera alcalde de Jaén en los felices años 20, a cuya iniciativa se construyó este caserón, lo concibió como residencia particular pero que la desgracia, que no distingue épocas, le hizo cambiar de rumbo.
Tanto que, en lugar de disfrutar de las 'vistas' y el señorío de tan hermosa construcción, optó por 'autoexiliarse' en un no menos hermoso chalé de la calle Rey Alhamar al que bautizó como villa Consejo en memoria de su fallecida esposa, Eulalia del Consejo Olivares Herrera, a la que la muerte visitó con solo 34 años de vida un 29 de abril de 1917, dejando viudo al insigne Inocente Fe y huérfanos a sus pequeñas María Consejo, Amelia, Inocente y Helena. Años más tarde, Fe volvería a contraer matrimonio, en esta ocasión con Josefa Barranco Romero, de quien nacerían Inocencia, María Nieves, y Josefa Irene.
Leyenda o realidad, lo cierto es que la culminación arquitectónica de aquel sueño no debió de dejar indiferente a los jaenitas de la época, si se tiene en cuenta que hasta el mismísimo Alfredo Cazabán le dedicó tres páginas largas de su mítica revista Don Lope de Sosa "ya por lo que el edificio es, ya por lo que en su interior se ha hecho para su decoración", exaltaba el maestro de cronistas en el número 108 de su publicación mensual, correspondiente a finales de 1921.
LOS 'GUIÑOS JAENEROS' DE UNA FACHADA
"Deseó el señor Fe construir una casa a modo del Renacimiento andaluz y motivada en construcciones características de Jaén", aclara Cazabán con el encanto de su prosa.
Con ese afán de que, nada más alzar los ojos, algunos de los elementos perdidos de la ciudad entraran en ellos a saco y les saciaran la nostalgia, encargó su sueño al afamado arquitecto burgalés Manuel Mendoza y Sáez de Argandoña, que encarnó a la perfección los versos de Rafael de León, el poeta de la copla, y se convirtió para Inocente Fe en ese "arquitecto de ilusiones" que "sostenía el equilibrio / de una torre de esperanza / con un balcón de suspiros".
Como añade en sus páginas el inolvidable cronista, el promotor, "dentro de la libertad del proyecto, le entregó a Mendoza dos interesantes fotografías para que fuesen tenidas en cuenta". ¡Anda que no las tuvo!
Ahí está el popularísimo 'balcón de Pilatos' (mejor dicho, lo que queda de él), preciosa tribuna que capitaliza la atención del observador y eso que no es ni sombra de lo que fue: evocadora recuperación de aquella otra balconada que, en un lateral del viejo palacio de Montemar y Ayuntamiento de la capital de la provincia, cayó bajo la piqueta años antes.
Y no solo eso, que esta fachada mantiene sus guiños constantes al pasado patrimonial jiennense, como evidencia otro de esos balcones, de clara inspiración en el que campeaba en el colegio del Santísimo Sacramento de la calle Maestra.
La logia superior remite a la del propio Consistorio que aguantó en pie hasta más o menos los inicios del XX; los típicos tejadillos de la edilicia del XVI en la ciudad, que trasladan al viandante curioso hasta hitos como la todavía en pie Casa de los Priores (en el barrio de la Magdalena) o el histórico Hospital de la Madre de Dios (a cuatro pasos del Arco de San Lorenzo). ¡Hasta el lagarto de la Magdalena 'trepa' camino de su alero!
Vamos, que mirar de frente el 18 de la Carrera es sumergirse en un repertorio prácticamente hecho de ausencias de la mano de un enamorado de su patria chica.
UN BALCÓN "RECUPERABLE"
El arquitecto y exdecano del Colegio Oficial de Arquitectos Arturo Vargas-Machuca, apellido tan vinculado a este edificio, lo deja claro: "Estructuralmente no ha cambiado casi nada". Dos crujías, un patio...
Si será valioso, que goza de Nivel de Protección Ambiental dentro del Catálogo General de Bienes Protegidos del Término Municipal de Jaén, que incluye "aquellos elementos que sin ser monumentales representan valores históricos del paisaje urbano y rural, y que deben mantenerse con especial respeto por representar los elementos y señas de identidad de la historia social del municipio".
Lo que sí sorprende nada más observar viejas (y no tan viejas fotografías) es la transformación sufrida por el 'balcón de Pilatos', acaso el elemento más sobresaliente (nunca mejor dicho) del edificio.
Se trata de un voladizo de considerables dimensiones cuya superficie abarca tres vanos y asoma, directa y privilegiadamente, a la calle Bernabé Soriano.
Originariamente cubierto por un precioso tejadillo de coloristas tejas, parece ser que los efectos del tiempo están detrás de su pérdida, acontecida a finales de la década de los 70:
"En un momento determinado, por un temporal o lo que fuera, se desprendieron algunas tejas. El técnico municipal adoptó la postura de demolición, y yo me hice cargo de demoler lo menos posible. Con mi primo Juan Antonio Vargas-Machuca, aficionado a las antigüedades, fuimos guardando barandas, tejas... todo lo tiene guardado. En cualquier momento, si se dijera de hacerlo, se podría volver a repetir exactamente lo que había. Es totalmente recuperable", indica Arturo Vargas-Machuca.
HABITANTES DEL EDIFICIO
En el mes de septiembre de 1921, un primitivo Banesto se instaló en el edificio que protagoniza este reportaje. Un escenario financiero que (continúa Cazabán) supuso un "verdadero alarde de buen gusto, de seriedad y selección" en su ornato interior, según el criterio del propio arquitecto Manuel Mendoza.
Artesonado de roble, solería de ladrillo azul, zócalo de azulejo del mismo color, columnas, arcos, adornos, relieves inspirados en el Renacimiento, muebles de la firma granadina Casa Martínez Herrera, la cristalera de los zaragozanos Casa Paraíso...
En ese distinguido ambiente se desarrolló la actividad bancaria, toda vez que los Fe Olivares se habían instalado ya en Villa Consejo:
"Fue residencia de la familia, ahí vivieron mi madre y mis tíos. Lo que pasa es que, luego, mi abuelo tuvo problemas y tuvo que dejarlo. Coincidió con su época de gerente de Flor Fé [fábrica de perfumes instalada en la popularmente conocida entre los jiennenses como 'puerta de Alcalá', propiedad de Fe y del arquitecto Justino Flórez Llamas] y hubo algunos problemas", recuerda López-Fe, y apostilla: "Se vendió y fue la sede del Banco Español de Crédito".
Allí permaneció el banco hasta los años 40, cuando las oficinas cambiaron las letras de cambio y las cuentas de ahorro por la gestión administrativa, de la mano de la Gestoría Lope Campos; la sede jiennense de Vías y Obras de Renfe, y la expedición de billetes ferroviarios y organización de viajes a cargo de la empresa Transportes Vargas-Machuca, que muchos vecinos de la capital recuerdan todavía:
"Ahí recuerdo yo ver a la gente despidiendo a los viajeros, con el autobús en la puerta", rememora Francisco Espinosa García-Olalla, histórico vecino de la Carrera que, el próximo abril, cumplirá la envidiable edad de 94 años en plena lucidez y sin perdonar su paseo diario por la zona.
Los Vargas-Machuca, llegados a Jaén a finales del XIX y cuyo apellido 'explica' el mismísimo Don Quijote de La Mancha en el capítulo octavo de sus aventuras, se convirtieron así en los principales moradores del centenario edificio y ahí siguen, ahora al frente de una clínica dental. Por su parte, los bajos del inmueble abren sus puertas, cada día, de un centro médico.
Cien años hermoseando la Carrera, columna vertebral de la memoria de los jiennenses donde este veterano edificio de ascendencia plateresca afronta su camino hacia los dos siglos de existencia.
Únete a nuestro boletín