Elisa Delgado, una 'Lola Torres' de hoy en día en Los Villares
El Ayuntamiento rinde homenaje, en el fin de semana grande del pueblo, a una vecina entregada a la recuperación del folclore y las tradiciones locales
Ayer fue el día oficial de Los Villares, una jornada para que sus vecinos presuman de patria chica, para exaltar sus costumbres y tradiciones, todo lo bueno que atesora este precioso municipio de la Sierra Sur y, cómo no, su folclore.
Escribió el poeta sevillano Joaquín Romero Murube que es el arte de bailar el que señala el grado de refinamiento de un pueblo, y en eso esta tierra tiene mucho que decir. Gracias, en gran parte, a una de sus vecinas más entregadas, desinteresadamente, a la recuperación del acervo cultural villariego: Elisa Delgado Higueras (1941).
Una mujer a la que, precisamente, el Ayuntamiento vuelve a reconocer por su incondicional amor a Los Villares, cuyo patrimonio sentimental se ve ampliado desde ya con la donación del traje para bailar la jota del lugar que esta mujer, a base de esfuerzo, ha donado al Consistorio para su preservación y difusión entre las nuevas generaciones:
"Lo hemos bordado mi hija y yo, y eso tiene un trabajazo; hemos hecho el traje completo (camisa, pololos, blusa, enaguas, mandil...)", explica a este periódico, y apostilla: "Mi hija me dice que me voy a hacer famosa".
No es para menos, que ahi está la historia de su vida, la de una madre y trabajadora curtida en el esfuerzo, dedicada a sacar adelante (codo a codo con su marido, Antonio Romero Palacios) a su numerosa familia (siete hijos) al frente del conocido Bar El Pegote y, en cuanto se jubiló, a hacer lo que más le gusta en el mundo: investigar, con los medios a su alcance, para evitar que Los Villares pierdan parte de su idiosincrasia:
"Eso lo he tenido siempre, pero antes no podía, con mis hijos, el bar... En cuanto lo dejé me dediqué a recopilar cosas. ¡Ojalá hubiera empezado antes y muchas no se hubieran perdido!, lamenta esta abuela de diez nietos que no para, lo mismo aporta su sapiencia en los ensayos del grupo de baile que canta en el coro parroquial que asiste a clase de adultos. Y si ve la tele, si le dedica un ratillo, lo tiene claro: "Solo me gustan los documentales, para aprender".
Tiene sed de conocimiento, no pudo estudiar más allá de la etapa primaria pero a interés no la supera nadie. Era una adolescente cuando se involucró en la causa y, vestida con el traje típico, participó en las exhibición que el municipio ofreció en Jaén capital dentro de un concurso provincial que consiguieron ganar con su jota:
"De eso hace unos sesenta años, yo fui una de las doce muchachas que bailaron; nos la enseñaron unas personas mayores que ya ni viven, íbamos a aprenderla al Ayuntamiento", recuerda, y aclara:
"Pasados los años, vi que la jota se volvía a dormir otra vez y me dije: '¡Esto hay que recuperarlo!'; busqué a otras doce muchachas (entre ellas mi hija y sus amigas), se la volví a enseñar y a partir de ahí la aprendió más gente". Y ahora, cada vez que se baila sobre los escenarios del pueblo, en ocasiones señaladas, se muere de satisfacción. Ah, y siempre sin cobrar nada, de manera altruista, con una sola idea en su cabeza: ¡Yo, por mi pueblo, lo he hecho por mi pueblo!".
Por su pueblo, todo por su pueblo. Así lo certifica el cronista oficial, Victoriano Muñoz, que pondera el trabajo emprendido por Elisa:
"Podemos considerarla como la protectora y divulgadora de nuestro patrimonio musical. Capaz de recopilar y publicar un cancionero popular villariego con más de sesenta canciones y mantener viva nuestra popular jota, enseñándola, a lo largo de su vida a muchas de nuestras generaciones de jóvenes".
Sí, de su afán divulgador nació también un libro en el que recopila un buen número de Canciones y bailes del corro de la Rueda populares de Los Villares, y sus manos, primorosas, lo mismo hacían virguerías en la cocina de El Pegote que, pasados los años, labraban maravillas de encaje de bolillos. Otro de sus rescates:
"Estaban perdidos, hice una academia y enseñé a mucha gente, mayores y jóvenes", asegura. Una suerte de 'Lola Torres' de hoy en día pero con acento villariego a la que, lejos de que los años le quiten las ganas de continuar su tarea, no cesan de nacerle proyectos en su magín:
"Estoy escribiendo un libro de mis vivencias con la cofradía del patrón, San Juan Bautista. Mi marido estuvo cuarenta y tantos años de presidente, y yo de camarera de San Juan; ¡cuarenta y tantos años, que no se puede, pero no nos dejaban irnos!".
Si no fuese por los achaques de la edad, de seguro que hoy mismo su brío brillaría dándole vida a la jota de Los Villares en su día oficial, pero de ahí a renunciar a velar por lo que tanto ha trabajado va un largo trecho:
"Yo ya no sigo enseñando, estoy coja, la jota nuestra da muchos saltos y no puedo, pero cuando se reúnen y ensayan estoy pendiente de ellas, las corrijo, sigo vigilándolas. Aunque no baile...". Ya no baila, no, pero lo bailado (en el mejor de los sentidos) no hay quien se lo quite.
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