El emprendedor como generador de riqueza y empleo en la España interior
Antes de nada debo manifestar mi admiración por el autónomo y el empresario en general ya que gracias a sus iniciativas y esfuerzos mantienen una actividad de la que nos beneficiamos todos dando ocupación a sus trabajadores y aportando sus impuestos a las arcas públicas.
Es bien conocida la situación laboral de España que ofrece cifras de desempleo más que preocupantes ya que doblan aproximadamente la media europea. Esto se agrava si consideramos el caso de los jóvenes de menos de 25 años en el que el desempleo alcanza el 26,8% frente al 11,5% general. La OCDE en su Informe de 2022 'Panorama de la Educación' pone de manifiesto algo que intuimos sin más: a mayor preparación, mejor trabajo en términos económicos y de cualificación. Así se constata que casi el 80 % de los jóvenes con formación profesional o universitaria encuentren empleo frente a un 60% en el caso de los que tienen únicamente la ESO.
Las preferencias que suelen manifestar muchos jóvenes por el funcionariado y en general por el trabajo por cuenta ajena pienso que, sobre todo en nuestros pueblos pequeños y medianos , tienen en buena medida su origen en cambios importantes que han generado un descenso importante de la población. Este descenso es causa y efecto de la drástica reducción del número de negocios y talleres locales que se ha producido en la segunda mitad del siglo pasado. Negocios tales como ebanistería-carpintería, cerrajería, sastrería, comercios diversos, etc. han sido sustituidos muchos de ellos por empresas externas y por productos generados en plantas o establecimientos mayores concentrados normalmente en grandes ciudades con mayor economía de escala.
Es preciso romper este círculo vicioso: en general no hay empresas porque no hay trabajadores adecuados y, a su vez, estos no se encuentran porque no existen empresas que los demanden y los formen, optando así por emigrar a esas ciudades o regiones más prósperas. En la resolución de este conflicto cobra gran importancia la figura del emprendedor, ya sea autónomo individual, asociado a un equipo o bien constituyendo una S.L. o cualquier tipo de pequeña empresa. Hoy contamos con jóvenes muy preparados con conocimientos más que suficientes al poseer no solo la educación básica sino también muchos de ellos titulación universitaria o formación profesional de muy distintas ramas.
Por otra parte, además de los negocios tradicionales que comentamos, que también hoy son viables, se abren alternativas con claras posibilidades locales. A modo de ejemplos, algunas de ellas podrían tratar de desarrollo, asistencia técnica, mantenimiento y soporte informático de gestión y automatización relacionados con comercios, negocios, fábricas locales (almazaras y otras), energías solar y otras, internet, iluminación, domótica, fertirrigación, seguridad, impresión gráfica/cartelería, logística, gimnasia, horticultura, aprovechamiento de subproductos y residuos agrícolas, casas rurales, etc.
Una barrera que se suele presentar para establecerse en autoempleo o como micropyme es la falta de financiación. En este sentido, por mi propia experiencia, me permito limitar la importancia de este problema. A lo largo de mi actividad profesional como investigador científico, y sobre todo en mis años jóvenes, he contribuido a la creación de tres empresas de base tecnológica, constituidas como S.L. En las tres se han comenzado las actividades con muy escaso capital proveniente de los varios socios que iniciamos la andadura.
A medida que se iba recorriendo poco a poco el camino, generando productos y/o servicios, se iba disponiendo de liquidez y de referencias ante nuevos posibles clientes, pudiendo acceder igualmente a alguna de las numerosas ayudas existentes en la Administración para poner en marcha nuestros proyectos. Sin poder profundizar en este punto, es preciso hacer notar que existen organismos como ENISA, CDTI, SEPE, Cámaras de Comercio y numerosas entidades de ministerios, consejerías e incluso ayuntamientos que ofrecen tanto préstamos y avales muy favorables y hasta subvenciones a fondo perdido además de espacios de trabajo y servicios de orientación tales como viveros y aceleradoras. Considero que la gran mayoría de los proyectos consistentes, no necesariamente muy avanzados, obtienen financiación de un modo u otro.
Por todo ello, pienso que en nuestros entornos disponemos de personas con conocimientos capaces de poner en marcha iniciativas de este tipo. Al mismo tiempo vemos también que existen posibilidades de actividad incluso en estos pueblos que nos preocupan ahora y, como complemento, podemos aspirar conseguir esas ayudas económicas y de orientación para crear o desarrollar una empresa o un negocio concreto.
¿Qué más haría falta para abordar y materializar esa empresa o negocio?. Algo importante pero que está al alcance de muchos: INICIATIVA Y GANAS o ambición en sentido más positivo de generar una actividad propia en la que, sin duda, habrá que dedicar un esfuerzo importante con tesón para superar los problemas que aparecerán pero que finalmente nos proporcionará una libertad de actuación y una sensación de superación mayores en muchos casos que el trabajo de simple asalariado.
Son numerosas las entidades que asesoran y orientan a la puesta en marcha de cualquier tipo de negocio o empresa como las citadas más arriba. Otra de ellas, a la que pertenecemos y ofrecemos nuestra ayuda, es la asociación SECOT (Seniors Españoles para la Cooperación Técnica) compuesta por cientos de profesionales que han tenido responsabilidades importantes en empresas y en la Administración y que prestan desinteresadamente su asesoramiento a toda persona que intente emprender a partir de una idea. (https://www.secot.org o dhlmagina@secot.org).
Las diferentes administraciones son conscientes de esta situación y dedican notables esfuerzos para el fomento del empleo juvenil pero pienso que además se deberían poner en marcha planes comarcales en los que, posiblemente con la ayuda de entidades profesionales, se orientase a los posibles emprendedores en sus diferentes aspectos y se fomentase ese espíritu de iniciativa. En esos programas, habría que exponer las experiencias de pequeños empresarios que ya iniciaron sus andaduras, facilitando también estancias o visitas a esas empresas, formando equipos humanos, convocando premios y distinciones y difundiendo actividades estimuladoras de estas iniciativas.
Todo ello combinado con ayudas de fiscalidad favorables y de establecimiento físico y administrativo por parte de las entidades locales tratando al tiempo de prestigiar en todo lo posible estas iniciativas por el beneficio de todos. Es el momento de recobrar la confianza en nosotros mismos y de recuperar la esperanza de dinamizar la vida empresarial de nuestros pueblos y comarcas.
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