"Mis cuadros los hago con materiales que proceden de la naturaleza"

La primera muestra de Amparo Zaragoza (Begíjar, 1958) en Jaén visibiliza para sus paisanos la singular producción de esta artista personalísima que, aunque residente en Granada desde hace décadas, mantiene intactas sus raíces.

Regreso a los orígenes, precisamente, se titula su propuesta, que puede disfrutarse en la sala de exposiciones begijense este fin de semana y el próximo.  

—¿Qué la llevó a Granada, o dicho de otra forma, qué le hizo poner kilómetros entre su pueblo y usted?

—Yo me fui de Begíjar nada más nacer, mis padres vivían en Peal de Becerro; allí estuve, yendo y viniendo a mi pueblo pero a los dieciocho años me fui a Jaén a vivir. Empecé a abrirme camino en los estudios, en un puesto de trabajo (trabajé en la Diputación desde los años 80) y en el 91 me mudé a Granada. Antes ya me había matriculado en Artes y Oficios en Jaén, pero no podía compaginarlo. 

—¿Esos fueron sus inicios en el arte, de la mano de la antigua escuela que hoy lleva el nombre de José Nogué?

—Empecé en el año 76, cuando llegué a Jaén y en la galería que había en la calle Arquitecto Berges (la galería de Antonio del Castillo) empecé a encontrar a gente como Joaquín Orgaz, Palomino Kayser, Fernando Somoza... Aquello me dejó mi poso, yo quería crear algo que no sabía lo que era pero que me animaba a encontrarlo. Seguía a estos pintores, visitaba exposiciones, a bienales, a la feria ARCO...

—Esa fue su escuela...

—Claro, mi escuela ha sido el conocimiento de todo eso, el estar en Cultura trabajando en el Ayuntamiento de Granada (adonde me fui con una permuta), donde he estado por lo menos quince años en tareas de programación cultural. Incluso fui comisaria de una exposición de arte contemporáneo en 1995, con la colección del Ayuntamiento de Granada, en el auditorio Manuel de Falla. He sido muy sensible, siempre, a estas actividades artísticas. 

—Su debut, en 2018, ¿verdad?

—Sí, en 2018, con Naturaleza, también en el auditorio Manuel de Falla; una exposición simple, muy ligada a mi relación con la naturaleza, con la sierra de Segura (adonde voy con muchísima frecuencia, me llega mucho, me calma y me hace experimentar cosas nuevas). Ahí empecé a recoger colores y formatos de maderas y hierros, en consonancia con la naturaleza. 

—Que dan como resultado, ¿exactamente qué?

—Mis cuadros los hago con materiales que proceden de la naturaleza: hilos de algodón, maderas, soportes infinitos y hierros; el soporte de hierro o madera, según en las circunstancias en que aparezcan, puede ser un arco o un triángulo y yo les doy formas, digamos que formas conceptuales.

—Con ellas viene a su pueblo, a Begíjar. ¿Cómo surgió la idea de exponer en su patria chica?

—Expuse en Granada, en marzo, Mirando al infinito; vino gente de Begíjar a ver la exposición y les gustó tanto que me dijeron que la tenía que llevar a nuestro pueblo. 

—El título, Regreso a los orígenes, es un guiño a ese retorno...

—Sugiere la vuelta a mi lugar de nacimiento, pero también el hecho de que en mi obra utilizo materiales que se producen en la naturaleza, en el campo, y que vuelven al mundo rural al venir a Begíjar; es un orgullo que sobrevivan de esa manera esos materiales, ahí puede estar también la belleza, la de la imperfección y lo efímero, que tiene que ver también con el arte povere. 

—Alguien quiere hacer un regalo a alguien para estas fiestas: ¿es asequible una obra de Amparo Zaragoza para el común de los mortales?

—Claro que es asequible. Con pocos medios se pueden hacer muchas cosas. Eso es lo que realmente quiero que se lleve la gente. 

—Hablando de la gente: ¿por qué no deben perderse su exposición? 

—Porque van a aprender muchísimo de ellos mismos, de las posibilidades que tienen de hacer cosas interesantes y complejas al mismo tiempo. Y porque van a desarrollar su imaginación de una manera distinta, y eso les va a ayudar.