"El congreso puso a Lopera en el centro de la memoria histórica"
José Luis Pantoja Vallejo coordinó el primer encuentro internacional en torno a la célebre batalla de la Guerra Civil librada en el municipio, una cita "emocionante", en sus propias palabras, copada de hallazgos y que empieza a dar pasos para su próxima edición, tras el éxito de la primera.
—Hace justo una semana, señor Pantoja, andaba usted coordinando el I Congreso Internacional sobre la Guerra Civil Española y las Brigadas Internacionales, pendiente de que todo estuviese en su sitio, de que no faltara ni un detalle: lo que es coordinar. ¿Más relajado ya, satisfecho de los resultados?
—Estoy muy contento, y además hemos recibido un respaldo bastante grande de los medios de comunicación, por ejemplo. Muy satisfecho, sí.
—Un congreso inicial que entre otros objetivos tenía el de "descubrir nuevos hallazgos sobre el tema": ¿se han cumplido las expectativas en ese punto?
—Curiosamente, una de las citas más interesantes del congreso fue la mesa redonda en la que participaron expertos de Francia, ingleses, de polonia, España..., incluso a última hora entró el presidente de las Brigadas Internacionales de Irlanda. Y pasó algo novedoso y muy bonito.
—¿A qué se refiere?
—A que en esa mesa se dijo que el tema de los brigadistas ya estaba cerrado, porque no vive ya ninguno de ellos. Pero en la clausura di yo una pincelada, y es que Jesús García Martínez (que aunque tiene apellidos españoles ha estado toda su vida en Francia, en París, y se alistó con 18 años y fue herido dos veces), está vivo y el 30 de octubre cumplio 106 años. O sea, que queda uno, ¡el último que queda! Fue muy sorprendente.
—Sorprendente y aunque haya sido un congreso riguroso, científico, también contó con su cuota de emoción, ¿no?
—Muy emocionante, sí. Cada asociación contó experiencias casi después de 90 años. Lopera, durante dos días, se situó en el centro del mapa de la memoria histórica.
—Uno de los momentos más emotivos del encuentro, José Luis, por favor:
—Cuando le puse cara a 19 brigadistas de diferentes nacionalidades, con fotos, entre ellos chinos, argelinos, suecos, holandeses... El 'golpetazo' fue al final, con la famosa foto de Joe Monks, cuando escuchamos la canción Viva la quinta brigada, cuya letra es una joya: fue una preciosidad, con los brigadistas llorando.
—Polonia, Francia, Irlanda, Reino Unido... Y el pueblo anfitrión, ¿se volcó con el congreso?
—Esa es una de las asignaturas pendientes; después de analizarlo todo, la verdad es que el congreso se ha salvado poor la gente de fuera: Córdoba, Sevilla, Huelva, Barcelona, de la provincia de Jaén, franceses, ingleses, polacos... De lopera (y me duele decirlo), cuatro o cinco personas.
—Sin embargo, una convocatoria de estas características, con los primeros espadas de su disciplina en cartel, seguramente habrá redundado en la economía loperana, en su hostelería y sus bondades turísticas, ¿verdad?
—Claro que sí.
—Por lo pronto, el congreso ha dejado una huella física en el pueblo: la Plaza de la Batalla.
—Así es, y se hizo también una visita nocturna al Castillo de San Miguel, donde hay una trinchera y donde está proyectado el museo, que no se ha podido inaugurar todavía. Otra cita que tuvo mucha resonancia fue la cata de vinos de Lopera.
—¿Se ha sentido respaldado? ¿Tiene muchas gracias que dar?
—Por supuesto, especialmente gracias al apoyo de la Diputación, y también al de la UJA, que han sido imprescindibles.
—Una auténtica 'embajada' internacional sin moverse del municipio...
—De hecho, está teniendo repercusión inernacional también a través de diferentes publicaciones de los países pariticipantes.
—¿Habrá segunda edición, trabaja ya en el segundo congreso?
—Claro, el congreso ha nacido con vocación de continuidad, con carácter bienal.
—Pero si no le habrá dado tiempo aún ni a quitarse el traje, ni a soltar la carpeta, señor Pantoja. Porque eso de coordinar una reunión que trasciende fronteras tiene que ser agotador.
—Muchos quebraderos de cabeza, preocupaciones y sinsabores, pero haciendo un balance general, hemos pasado dos jornadas entre camaradas, como me decían los que vinieron de fuera.
—Si tuviera que elegir una sensación, un momento del congreso, ¿con qué se queda?
—Me quedo con el calor y el entusiasmo de la gente de fuera, que ha recogido esta iniciativa como propia.
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