"Cualquier momento te recuerda lo que tuviste y has perdido"
Hija de guardia civil y de ama de casa valdepeñeros, a María José Marchal (Gérgal, 1964), el oficio de su padre la llevó a nacer en tierras almerienses, aunque toda su vida personal y profesional está ligada a Jaén. Estos días saca a la luz su primer libro, publicado por Entorno Gráfico Ediciones, De azuladas tintas.
Docente en Martos, Arjonilla y muchos años en Jaén, principalmente en el instituto Auringis, ha sido también tutora en la UNED y uno de los principales baluartes de su Aula de Literatura.
—Profesora y, en cierto modo, animadora literaria, da usted otro paso y, ahora, firma su propia obra.
—Quizás este libro aparece a una edad un poco tardía. Siempre he estado en el mundo de la docencia, señalando todo lo posible el camino de los alumnos en Secundaria.
—Ha elegido el año de su jubilación para iniciar su bibliografía con De azuladas tintas, con poesía...
—Sí, es un poemario breve, textos que tenía, algunos esbozados y otros terminados, y los he reunido.
—¿Quiere decir, pues, que el lector encontrará textos de rabiosa actualidad junto con poemas rescatados?
—Son de los últimos años; como diría Martín-Gaite, escribo a rachas (hubiera sido un buen título, A rachas, pero ya lo tenía cogido ella). Tenía textos, y algunos poemas pensados, surgió la oportunidad de publicar con esta editorial y me decidí.
—Y ese título, María José...
—No lo tenía muy claro, pero la preposición de remite etimológicamente al significado de sobre, a textos clásicos con los que este título me conecta.
—¿Y el azul?
—El azul como color muy inquietante, esas azuladas tiene que ver con la visión de cada uno, con las derivaciones de los colores; además, el azul está en muchos aspectos que siempre he tenido en mente, los días azules de Machado o el azul de Rubén Darío, los azules artísticos de Sorolla... El azul lo miro y me inquieta aún más: los lagos, por ejemplo, me atraen mucho. El título, realmente, tiene que ver con esa percepción literaria a través del tiempo y con una anécdota infantil.
—Cuente, cuente...
—Cuando yo era pequeña, iba a comprar unas pastillas que servían para hacer tinta y un palillero con pluma, en la tienda, para escribir. Disolver esa tinta para escribir siempre se me quedó en la mente.
—Habla usted de su infancia, pero esta entrevista comenzó con unas palabras suyas sobre la jubilación: todo un viaje vital. ¿Por qué ha esperado a este momento de su existencia para publicar? ¿Nunca se le pasó por la cabeza hacerlo antes?
—Sí lo he pensado en algunos momentos, pero los premios literarios no son fáciles, me presenté a alguno, no hubo premio y pensé que no merecía la pena. Ha pasado el tiempo, he ido dejándolo todo en un cajón, aparcándolo un poco, pero siempre con la inquietud de publicarlo, sobre todo como estímulo para continuar.
—¿Este libro sigue una unidad temática, María José?
—Tiene que ver mucho con la infancia y con los momentos que te seducen o te fascinan artísticamente. Es también un homenaje a escritores como Rosalía, Miguel Hernández, Antonio Machado, Antonio Carvajal...
—En alguna ocasión ha hablado usted de Carvajal, el poeta granadino, como su maestro. ¿Qué peso tiene el autor de Tigres en el jardín en De azuladas tintas, si es que tiene alguno?
—Yo lo trato mucho, hemos trabado una amistad de más de veinte años que nunca se ha roto, hay un apego personal, pero de ahí a tener influencias literarias creo que no. Quizás en lo ético, sí. En la parte técnica, en la poesía, no. Alguna referencia sí que hay, de hecho él es quien más me ha estimulado para publicar este libro.
—Presentará el poemario en Granada el próximo 21 de abril. ¿Tiene pensado hacer lo propio en tierras jiennenses?
—Seguro que sí, posiblemente para la feria del libro de Jaén.
—Un motivo para que los amantes de la poesía lean su obra...
—Si están buscando algunos fondos en la infancia que les emocionen, algunos momentos... Un aire que pasa, una lectura, cualquier momento te puede recordar lo que tuviste y ya has perdido.
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