Ganadero en paridera
Alberto Chica, pastor valdepeñero de 33 años, afronta el momento cumbre del año: cuidar a los cientos de chivos que nacen en pocos días
Cueva Terriza (Valdepeñas) está dominada por un cortijo de unas 500 hectáreas, donde conviven 260 cabras, en torno a 300 ovejas, nueve cerdos, un puñado de gallos y cuatro perros, la mayoría 'cabreros'. En esta tierra lleva media vida Alberto Chica —valdepeñero de 33 años— y se ha convertido en un ganadero resistente. Aguanta por más que el sector siga inmerso en los problemas de siempre: el precio de la leche no es una ganga, y la ganancia es más cosa de los distribuidores que de los encargados de la producción.
Hoy es domingo 17 de marzo, y Alberto y su padre, Domingo Chica, no pierden de vista el circuito de naves que componen la explotación extensiva ubicada a 16 kilómetros de Valdepeñas. Es el momento de la paridera. Es decir, hay que estar con cien ojos y mover las piernas a cada rato.
—En cinco días han nacido 300 chivos —cuenta el treintañero a este periódico.
Cierto que el día es espléndido, con el sol en la calle y una brisa que mece.
Cierto también que los paisajes y la ausencia de ruidos invitan a la calma, con los molinos eólicos de la Sierra del Trigo al fondo.
Pero, subraya el pastor, no hay que dejarse llevar por el ambiente bucólico.
—El dinero está en juego —apunta.
VIDA DE PASTOR
En cada esquina asoma el milagro de la vida: ahora pegan el primer grito al mundo dos chotos detrás de una nave, junto al cúmulo de abono; luego se ponen en pie, al poco de ver la luz, otros que ya buscan el primer alimento en ubres que amagan con explotar. Partos y más partos.
Padre e hijo siguen a la faena. Manejan al día 500 kilos de grano y otros 300 de alfalga.
—Vamos echar las hojas —dice Domingo Chica, y a los dos les toca portear carros de hojas.
Como guardianes están los perros, dóciles, pero conscientes de que son parte del oficio. La más longeva es Paloma, toda blanca, que combina paseos cortos con momentos de estar tumbada. Hoy los ganaderos han recibido visita familiar, y el ambiente está más animado.
Alberto Chica controla también a un puñado de corderos que hay entre tanto choto. Explica que a los primeros ahora hay que dejarle al menos dos dedos de rabo. Cuando sean más grande, cuatro dedos. Repasa también otros datos de economía: el litro de la leche está a 80 céntimos; el precio del kilo de carne de cordero, a cuatro euros. Los pastores han empezado hoy la jornada poco después de las ocho de la mañana y acabaron cuando la luz se venza. Y vuelta a empezar.
Cuenta el valdepeñero que en su pueblo hay, más o menos, entre una decena y una docena de ganaderos con edades cercanas a la suya. Aún quedan pastores.
El trabajo pide el descanso de la comida y de la cerveza. Después toca ordeñar y eso supone tener en la cabeza cuántas tandas de 24 cabras salen y regresan a cada nave.
Es, como tantos oficios con horario flexible, una manera sacrificada de ganar el jornal. Ellos, los que resisten, piden más en serio que en broma que la gente coma cordero "al menos un par de veces" a la semana.
¿Es muy dura esta faena?
—Es la gloria mareá con tomates —responden, socarrones.
Fotografías y vídeo: Fran Cano.
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