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Los Bermúdez Milla, en vilo por la ausencia de su otro 'hijo'

Por Javier Cano - Mayo 11, 2024
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Los Bermúdez Milla, en vilo por la ausencia de su otro 'hijo'
Otto con sus 'papás', antes de aquel fatídico 7 de enero de su desaparición. Foto cedida por Virginia Milla.

Otto, la querida mascota de la familia, falta de su hogar desde el pasado 7 de enero y, aunque ofrecen incluso una recompensa, nadie da noticia de su paradero

Pese a la mala fama del síndrome al que da nombre, el bueno de Diógenes atesoraba algo más que porquería; verbigracia, el talento suficiente como para cuajarse aquello de: "Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro".

Más o menos lo que pasa por la cabeza de Virginia Milla, Javier Bermúdez y sus pequeños Javier y Lucía desde el pasado 7 de enero, cuando su querida mascota, Otto, desapareció sin dejar rastro.

Seguramente (así lo creen ellos) de la mano de algún desalmado de esos cuyo comportamiento concede carta de naturaleza al pensamiento del filósofo griego, que se pasaba el día (o eso dicen) con una lamparita en la mano, por las calles, a la búsqueda de personas honestas. 

También ellos, este matrimonio afincado en Jaén pero asiduo a la zona fuensanteña de la Fuente del Villar Alto, buscan sin descanso a su perro. Un bodeguero de seis añitos, cuerpo blanco y cara marrón y negra, con tres manchas redondas negras y otra en la punta del rabito, cuya ausencia les regaló el destino por Reyes de paso que los obsequiaba, también, con toda la incertidumbre del mundo, dolor, inquietud, rabia...

"Fuimos a echar el día al cortijo de mis suegros, donde Otto había estado desde que tenía cuatro meses, Se conocía todo aquello perfectamente; estuvimos comiendo, me ponía el hociquillo encima y como hacía frío, yo estaba calentica con su hociquillo. Por la tarde, en un momento, mi marido preguntó por él, lo llamamos y nada. Lo buscamos con el coche, porque aunque alrededor hay más propiedades de familiares, nadie lo había visto", relata Virginia, plena de tristeza. 

Desde entonces, no hay pozo que no hayan escrutado, los carteles con fotos de su mascota pueblan paredes y escaparates, las redes sociales echan humo por encontrarlo; hasta con drones han tratado de localizarlo en lugares de difícil acceso, por cortijos vacíos, pero ni rastro.

"La única pista que tenemos es un hombre que dice que su padre vio a un perro como Otto larando a un coche lleno de perros, con jaulas detrás"; inquietante información que despierta en los Bermúdez Milla los peores presagios. 

De ahí que no les duelan prendas a la hora de poner sobre la mesa una recompensa económica, que por ahora no ha dado resultado: "Ofrecemos trescientos euros, pero si a mí me llamn y me dicen que es poco, pago más, lo que haga falta", sentencia la mamá. 

La madre, sí, porque por más que sea un perrito el que un día los llenó de alegría y, a día de hoy, se haya convertido en su principal dolor, el matrimonio siente a Otto como eso: un hijo, el mismo que hasta les llevó los anillos el día de su boda.

"Son cuatro meses ya, esto es un duelo, pero un duelo ambiguo porque no sabes lo que ha sido de él, ni si está bien o mal. Además me pilló en un momento muy delicado, con depresión posparto, y él era mi incondicional, cuando me venía abajo él aparecía", lamenta Virginia entre lágrimas. Así, literalmente. 

Llora, sí, y al minuto recobra la esperanza: "Ojalá algún dia llamen a la puerta o al teléfono y nos digan que han leído su chip y es él". Ese día que Lacontradejaén también espera que llegue pronto, muy pronto. Y poder contarlo. 

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