'How to have sex': sexo y vergüenza
La debutante Molly Manning Walker convierte la cámara en un integrante silencioso que observa sin interponer sentencia
Quizá todos hayamos asistido, en calidad de espectadores o no, a ese rito iniciático, casi tribal, propio de la cultura anglosajona en el que una caterva tras otra de jóvenes desinhibidos dan rienda suelta al exceso en ciudades destinadas a su recreo. Esa viñeta consustancial a la juventud británica, y que a todos nos es reconocible, es el contexto en el que la debutante Molly Manning Walker sitúa How to have sex, un vívido retrato del desenfreno presupuesto a la adolescencia y la imposición de un canon monolítico de conducta.
El hedonismo y la vida artificial de la ciudad cretense de Malia (un remedo de Magaluf o Benidorm) es retratado con ademán casi documental, incidiendo en la experiencia inmersiva, a través de planos cerrados y cámaras en mano, que hacen al espectador partícipe de las vivencias de tres jóvenes inglesas dispuestas a franquear el interregno previo a la etapa universitaria como el canon dicta. Y es ahí, en la dictadura del canon, donde How to have sex revela su voluntad, cuestionando las convenciones sin adoctrinar y convirtiendo la cámara en un integrante silencioso que observa sin interponer sentencia. La realizadora londinense nos pone, pues, frente (o más bien “entre”) la espontánea camarilla protagonista que pivota entre noches teñidas de neón y mañanas resacosas saturadas por el sol mediterráneo con un naturalismo notable, que sigue sin desfallecer el ritmo febril y repetitivo del grupo.
Mia McKeena-Bruce (descubrimiento actoral incontestable) condensa en el papel de Tara la fuerza de la película, logrando dotar de profundidad cualquier gesto mínimo e incorporando las inseguridades, anhelos, fantasías y humillaciones que transita su personaje en la mirada cristalina de la actriz. Ella es el elemento disidente sobre el que la presión del grupo hace presencia y coacciona, y quien encarna los temas centrales de la película: el placer impuesto, la virginidad y su vergüenza, la independencia (o no) de la experiencia sexual, y quizá, por encima de esto, la ética del consentimiento y el terreno político que se abre entre el estrecho binomio de adverbios.
How to have sex, aun gozando del realismo que le confieren una dirección audaz y la composición del personaje central, no resiste la tentación de caer en momentos de estética videoclip que cristalizan el espejismo mitificador de unas vacaciones perfectas, pero que inevitablemente (o al menos en este caso) uno percibe como vacuo efectismo. Al tiempo adolece de cierta tendencia a aplanar a los secundarios, simplificando sus rasgos característicos en pos de las necesidades que el guion demanda, y asociando persistentemente conductas a personajes que pierden tridimensionalidad, pero que también, en su síntesis algo reduccionista, resultan reconocibles.
Con todo y con esto, Manning Walker alcanza un retrato conciso, un acercamiento (que de tan próximo, íntimo) a esa juventud compelida al desenfreno. El reverso de aquellas películas que a comienzos del milenio tornaron en subgénero de la comedia por insistencia, taquilla y, por qué no, también méritos propios; películas juveniles en las que la conquista de ellas se asume como esfuerzo deportivo para ellos, y el sexo es un logro semejante a una medalla. How to have sex dialoga con esa trayectoria, herencia de un mal sistémico, de una pedagogía malforme que mesura con varas de distinta longitud, e interpela, ya desde su irónico título, a la más básica de las educaciones: cómo tener sexo.
FICHA TÉCNICA
Título original: How to have sex
Año: 2023
Duración: 90 min.
Directora: Molly Manning Walker
Nota en IMDB: 6,5
Nota en FilmAffinity: 6,2
Nota del crítico: 3,5/5
La película está disponible en Filmin y en Movistar+.
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