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"Se llega más lejos con el esfuerzo que solo con las cualidades innatas"

Por Javier Cano - Octubre 01, 2022
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"Se llega más lejos con el esfuerzo que solo con las cualidades innatas"
En plena ejecución, el perfil de Iván Galindo evoca la figura de uno de sus principales referentes, el gran Listz. Foto cedida por la familia Galindo Esteban.

Como Alemania a Offenbach, al que bautizaron en su tiempo como el Listz del violonchelo, Jaén tiene en Iván Galindo Esteban su propio genio en potencia no solo del precioso instrumento de las cuatro cuerdas, sino también del piano, que ambas disciplinas musicales lleva para adelante, a sus quince años de edad, este madurísimo artista que en tantas cosas recuerda al genio austro-húngaro.

Todo un ejemplo giennense de vocación que concede a Lacontradejaén la primera de la que (seguro) será una inacabable hemeroteca de entrevistas.

—Parece inevitable que los medios de comunicación se interesen por Iván Galindo, a cuenta de su joven pero cada vez más conocida (y reconocida) trayectoria. ¿Cómo lleva eso de tener que hacerles hueco a los periodistas en su intensa, estrechísima agenda?

—La verdad es que no he realizado ninguna entrevista hasta ahora, pero me siento afortunado de que me consideren digno de ello. 

—Me alegra usted el día, eso de ser los primeros en entrevistarle mola mazo (con permiso de Camilo Sesto), pero ¿quién es Iván Galindo Esteban, cuánto de jaenero de toda la vida hay en su ADN?

—Soy un giennense cien por cien, nacido en el Hospital de Cristo Rey. Mi padre, aunque nació en Málaga por casualidad, ha vivido siempre en Granada y vino a trabajar a Jaén, es profesor del Conservatorio. Mi madre sí que es giennense cien por cien también. 

—Iba a preguntarle si ese amor suyo a la música era cosa de familia, pero no me ha dado tiempo, ya me ha respondido. Pesó el ambiente entonces...

—Mi padre es profesor de Piano, mi madre estudió Piano también y pensaron que era una buena idea apuntarme al Conservatorio; elegimos como instrumento el chelo y al final decidí que esa era mi vocación, le dediqué muchas, muchas horas; he participado en muchas actividades para formarme tanto cultural como musical y académicamente; al cabo de los años he seguido trabajando y, gracias a mi familia y al esfuerzo que ellos han hecho (y que yo he hecho también), estoy donde estoy ahora. 

—¿Por qué el violonchelo? ¿Predilección, casualidad o es que no quedaba plaza en otro instrumento? Cuente, cuente...

—Es un instrumento que a mi familia y a mí siempre nos ha parecido precioso y que tiene una proyección muy alta últimamente, sobre todo en España. Se le está dando mucha prioridad, se está popularizando mucho en nuestro país.

—¿Qué tiene el chelo, qué le atrae tanto de él?

—Es fascinante, es muy similar a la voz humana y me hace sentir muy cómodo a la hora de expresar sentimientos. En vez de utilizar la garganta para producir voz, lo hago con el violonchelo.

—Hijo de pianistas... ¡Lo mismo el mundo se pierde con usted un gran intérprete de las ochenta y ocho teclas para ganar un fenómeno del instrumento que hizo célebre a Pau Casals!

—No porque, de hecho, hace exactamente dos años elegí por mi cuenta que quería hacer dos instrumentos a la vez, me metí a una doble especialidad y toco el piano y el violonchelo. Lo único malo que tiene el chelo es que le falta esa visión polifónica que sí tiene el piano, por eso lo elegí también, para tener una visión mucho más amplia del mundo de la música.

 El piano es otra de las grandes pasiones del giennense. Foto cedida por la familia Galindo Esteban.
El piano es otra de las grandes pasiones del giennense. Foto cedida por la familia Galindo Esteban.

—Con la edad que tiene usted, es posible que lleve la mitad de su vida entregado a la música. ¿Cuándo comenzó sus estudios en el Conservatorio?

—Con siete años accedí al Conservatorio por primera vez, pero desde siempre, desde que era pequeño. Recuerdo que mis padres me dejaron una colección de discos llamada Baby Einstein, que era música clásica pero con sonidos muy particulares para niños. He mamado la música clásica desde que era muy, muy pequeño. 

—A diferencia de la mayoría de sus amigos, de sus compañeros de colegio, ¿verdad? Vamos, que los gustos de ellos y los suyos irían por diferentes veredas. A más de uno, al escucharle hablar, le sonarían a chino sus palabras. 

—Sí [ríe]-

—Empezó con siete años y, a día de hoy, ahí sigue, hincando los codos, aporreando marfil, guiando el arco.

—Sí, sí, curso quinto de enseñanzas profesionales en Chelo, y cuarto en Piano. 

—Fuera de las aulas del Conservatorio, en las otras, ¿qué estudia?

—Estoy en primero de Bachillerato Musical en el IES Fuente de la Peña, tengo tanto conservatorio como instituto por la mañana. La verdad es que he tenido mucha suerte con los profesores, siempre han sido muy permisivos con el tema de la música, me han permitido faltar si tenía algún recital importante, un viaje...

—Es que Iván Galindo, y perdone que lo repita tanto, tiene quince años pero su agenda parece la de un ejecutivo de película, no para. 

—La verdad es que con el Bachillerato Musical, ahora estoy más cómodo, puedo emplear más tiempo incluso para el estudio, pero perfectamente tengo fines de semana que un día estoy en Sevilla y al otro, en Madrid. Es decir, una locura. 

—Dice el refrán que sarna con gusto, no pica. ¿Y qué hace usted por esas ciudades de Dios?

—Recibir clases de profesores en sus academias, master class. 

—Y actuar en diferentes escenarios y ganar premios, que su currículo no miente y chivata sus reconocimientos, sus viajes incluso fuera de España...

—Efectivamente. Fuera de España he estado en Hungría, una experiencia que me tenía como asustado, porque además tengo aerofobia, me dan miedo los aviones; pero fue muy gratificante ver que el trabajo, al final, hace el resto. Salir del país es una experiencia maravillosa, ver otras culturas, enriquecerte. 

—¿Y el ocio, la diversión, esas cosas que también gustan tanto a su edad? ¿Le queda tiempo para ejercer de adolescente, Iván?

—Tener una carrera a la que te quieres dedicar realmente, te limita mucho en temas sociales, de salir con los amigos, pero la verdad es que no me arrepiento. La inversión de tiempo que estoy realizando me está dando frutos y si un día tengo que renunciar a irme con mis amigos porque tengo que trabajar, tampoco es tan horrible.

—No le supone un choque, un problema, ¿no?

—A veces ha sido duro, porque he tenido que perderme eventos importantes como cumpleaños de mis amigos o cosas así, pero luego, en realidad, ellos me comprenden, me apoyan en mi situación como estudiante. 

 Junto a su padre, Javier Galindo, durante una actuación. Foto cedida por la familia Galindo Esteban.
Junto a su padre, Javier Galindo, durante una actuación. Foto cedida por la familia Galindo Esteban.

—Su formación musical es clásica, ¿verdad?

—Sí, es cien por cien clásica.

—¿Eso le hace que a la hora de interpretar también se decante expresamente por partituras clásicas, o le gusta embarrarse y atreverse con géneros actuales?

—No he realizado, de momento, ningún estudio de música más actual pero no me cierro. Un músico debe ser completo en todos los aspectos. 

—Y de esos clásicos, ¿quiénes son sus referentes, por quiénes muere Iván Galindo cuando se sienta y abraza el chelo o desliza sus dedos por las teclas?

—Mi compositor favorito es Listz, porque es un músico con el que me siento muy identificado y me parece que sus paletas sonoras son absolutamente flipantes, como su conocimiento de la armonía. Pero también disfruto de nuestra deidad musical Bach, para mí es fascinante; Beethoven también me encanta, y Chopin, prácticamente me encantan todos. No me puedo quedar solo con uno, pero si tuviera que hacerlo sería Listz. 

—Lo que disfrutaría usted, entonces, en tierras húngaras cuando las visitó...

—De hecho, el aeropuerto en el que aterrizamos lleva su nombre. 

—Lo mismo ese detalle le alivió algo la aerofobia, le sirvió de elegante biodramina.

—[Ríe] No me la alivió, pero me dio el estímulo. 

—Eso tiene usted que mirárselo, lo del miedo a los aviones, con la vista puesta en su presente y, sobre todo, en su futuro. Ahora que sale el futuro, ¿hacia dónde va usted, cuáles son sus principales objetivos?

—Ahora estoy en proceso de acceder a la Escuela Reina Sofía, ese es mi principal proyecto actual, por así decirlo; aparte de eso estoy también en la Academia Barenboim Said, en la que me gustaría mantenerme. Me gustaría irme a Madrid en un futuro, estudiar allí y, más allá de eso, seguir dando conciertos, conocer más mundo, nuevos profesores, enriquecerme culturalmente...

—¿Contempla la docencia como dedicación profesional, al margen de las master class que pueda impartir de forma puntual a lo largo de su carrera?

—Lo que decía antes, no me cierro. Como preferencia, me gustaría más ser solista o músico de cámara pero también contemplo perfectamente la docencia, quizá no a tiempo completo.

—Ya que esta ha sido su primera entrevista, le voy a pedir también que se estrene como consejero, Iván: ¿recomienda a sus coetáneos que sigan el camino de la música, que la conviertan en protagonista de su aventura musical, que la disfruten como sus palabras y su actitud evidencian que usted la disfruta?

—Yo lo recomendaría, pero es verdad que es difícil y que no todo el mundo estaría dispuesto a realizar los sacrificios que he realizado yo. 

—Ni tampoco todo el mundo tendrá las mismas capacidades...

—Es más importante la capacidad de esfuerzo que las cualidades innatas, se llega más lejos esforzándose que teniendo muchas cualidades pero no haciendo nada. 

 Foto cedida por la familia Galindo Esteban.
Foto cedida por la familia Galindo Esteban.

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