"Si empezara otra vez mi vida laboral, volvería a ser zapatero"
El arjonero José Cortés Poseu, ejemplo vivo de un oficio que pasó de imprescindible a rara avis, difunde ahora sus conocimientos artesanales entre los jóvenes
Ha tenido una tienda de comestibles con su mujer y muchos lo recordarán como cobrador de seguros, pero José Cortés Poseu (Arjona, 1944), puestos a elegir, lo tiene claro no, lo siguiente:
"Lo que más me ha gustado hacer es lo que aprendí de niño, lo he disfrutado. Si empezara otra vez mi vida laboral, volvería a ser zapatero".
Sabe de lo que habla, comenzó a trabajar a la vera del autor de sus días y maestro cuando solo contaba doce años de edad y, a partir de entonces, su existencia ha discurrido entre martillos, leznas, tenazas...
"Mi padre me quitó de la escuela, no se podía estudiar, nos necesitaban a los hijos, y su profesión era fructífera; tenía un taller bastante bueno y nos enseñó el oficio a mí hermano, que ya ha fallecido, y a mí", explica el artesano a este periódico. Y apostilla:
"Mi padre, gracias a Dios, era un buen artista, cuando la zapatería era un arte y se hacían zapatos de artesanía, a mano". El zapatero ejemplar tiene en el arte un lugar, ya lo dice el dicho anónimo.
Tan orgulloso está del trabajo que ha desarrollado hasta su jubilación que solo le ha faltado llamarse Crispín o Crispiniano para tener la gracia completa; pero incluso con ese Pepe por el que todo su pueblo lo conoce y aprecia presume de oficio, él que mantuvo intacto el buen hacer de los Cortés zapateros de Arjona, iniciado por su padre en los felices años 20, hasta el mismísimo siglo XXI.
"Este oficio es, como vulgarmente se suele decir, como los borricos, una especie a extinguir. Posiblemente haya algún taller en Andújar, y alguno más en Jaén o en varios pueblos, pero tiende a desaparecer", lamenta convencido, eso sí, de que vivir como zapatero remendón en estos tiempos es más difícil que encontrar un botijo en uso en una casa.
Una rara avis, sí, pero en palabras de Toñi Escabias, edil del Ayuntamiento urgabonense, "una de esas personas peculiares y singulares del pueblo.: "Es un gran profesional que nos ha sacado de muchos apuros en las fiestas, por esos zapatos que necesitábamos recomponer y que con gran experiencia nos ha arreglado".
"Vivimos años buenos, teníamos mucho trabajo, pero ya solo hago de vez en cuando hago algo para algún compromiso", afirma este arjonero de hablar pausado y segundo apellido francés. ¿El motivo? (no del apellido galo, que está claro que le viene de su madre, sino de la decadencia del sector de los zapateros artesanales): "Entonces los zapatos duraban un montón de tiempo, pero la vida ha evolucionado, la gente quiere tener cinco o seis pares, según sus posibilidades económicas; antes no, se hacían uno a medida y duraban años".
Él ha sido un privilegiado, ha podido sacar adelante a su familia, entre otras cosas, a fuerza de dejarse las manos y la vista en su taller, su hija mayor quiso estudiar y pudo hacerla hasta convertirse en abogada; su hijo, pese a conocer el oficio, escogió también los trabajos manuales y se gana la vida como carpintero metálico.
Vamos, que de relevo generacional en esto de remendar, nanay, porque el nieto, el único que tiene, tampoco parece haber recibido la llamada de las suelas y las hormas. Lo dicho, que la dinastía zapatera termina en José.
DIVULGADOR DEL OFICIO
Lo que no se acaba nunca son las ganas de Cortés Poseu de divulgar los intríngulis de lo que ha sido su medio de vida desde que vestía pantalón corto, y si se trata de acudir a las aulas arjoneras para acercar a los más jóvenes su pasión por la zapatería, ahí está él, pertrechado de herramientas para transmitir a las nuevas generaciones los secretos de su trabajo.
"Pepe es muy rico en experiencias, al haber tenido contacto con tantas personas de Arjona que han pasado por su taller. Un hombre de gran sabiduría al que merece la pena escuchar, como ha pasado con los niños cuando lo hemos llamado para ir al colegio. ¡De qué manera tan sencilla nos ha explicado toda su trayectoria y su larga vida", celebra Escabias.
Cortés, humilde como él solo, sentencia: "Yo siempre estoy dispuesto, y lo hice lo mejor que pude. ¡Ya estoy invitado para el curso que viene!".
Si formará parte del paisaje y el paisanaje local que, en sus propias palabras, hace poco una vecina le espetó: "¿Cuando tú no estés, qué hacemos?", en referencia al "chapucillo" que le llevaba ese día. Cortés aclara: "Yo, que no soy muy beato, le dije que rezara para que no falte todavía".
Muy de iglesia no parece, no, pero su amiga y concejal del Ayuntamiento de Arjona sí proclama: "Es una gran persona, un gran profesional y será siempre lo que ya es, un símbolo del pueblo". Dicho de otro modo: que es ya como la horma del zapato del municipio nazarí.
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