ALBERTO CANCIO URIBE: DEVOCIÓN POR JAÉN
Concejal y alcalde de Jaén, vicepresidente de la Comisión Provincial y presidente de la Diputación y del Casino Primitivo, gobernador de El Abuelo, gestor, agente de negocios, corredor administrativo...
En el año en que se cumple el primer centenario de su muerte, de la mano tanto del rastro documental que queda de su paso por el mundo y, también, de labios de sus propios descendientes, Lacontradejaén inicia 2025 evocando la figura de uno de los protagonistas de su callejero
"El Sr. Cancio fue prestigiosa figura en esta provincia, hombre inteligente, caballeroso y entusiasta de su patria chica. En cuantos cargos desempeñó dejó bien probadas sus iniciativas y su rectitud".
Así define el cronista Alfredo Cazabán al protagonista de este reportaje en las páginas de Don Lope de Sosa, donde Alberto Cancio Uribe brilló con luz propia en varios números hasta la última ocasión en la que se le cita: la noticia de su muerte, el 16 de mayo de 1925 (un lustro cabal desde la muerte de Joselito el Gallo en Talavera de la Reina, al que seguro vio torear en el viejo coso de la Alameda).
Un siglo después de que cerrase sus ojos para siempre, Lacontradejaén evoca su figura a través de los documentos y las páginas que pobló con su nombre y, también, de la mano de sus descendientes, privilegiados depositarios de sus becquerianos ojos azules.
APUNTE BIOGRÁFICO
Nacido en el viejo caserón palaciego de la calle Santo Domingo en 1862 (cuya trasera asoma a la calle Uribe, que lleva el nombre de su aristocrática ascendencia materna), Cancio Uribe (quien también da nombre a una vía urbana en el barrio de la Alcantarilla de la capital jiennense) era sobrino de José María de Uribe y Funáu, propietario del Castillo de Santa Catalina entre 1893 y 1910, cuando lo adquirió Manuel Ruiz Córdoba.
Del matrimonio formado por Francisca María de Uribe y Funáu con Eugenio María Cancio Pérez de Villamil nació Alberto, el mayor de sus cuatro hermanos, emparentado igualmente con figuras como el político absolutista Juan Pérez Villamil, el pintor ferrolano Jenaro Pérez de Villamil y d'Huguet (director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y citado por el 'turista' en Jaén Galdós en sus Episodios Nacionales) o el marino Fernando Villamil, considerado el inventor del destructor y héroe de la Guerra de Cuba.
Descendiente de linajuda dinastía, no en vano allá por 1916 el artista local Juan de Dios Jiménez firmó un primoroso pergamino con la historia de los Uribe, una de cuyas copias adquirió Cancio, precisamente la que muestra la fotografía inferior y, actualmente, en poder de una de sus bisnietas. De esta pieza histórica da cumplida cuenta (fotografía incluida) la revista de Cazabán, en su número de aquel año.
Quien capitaliza hoy estas páginas digitales estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid y, ya con su título bajo el brazo, en lugar de vestir la toga optó por la gestoría como camino profesional.
Agente de negocios y corredor administrativo, la oficina de Cancio pasó por diferentes calles de la Ciudad del Lagarto, entre ellas "la Puentezuela, Hurtado, Abades, Pilarillos y en el número 4 de Cerón con entrada por el popular Café San Francisco" (detalla Manuel López Pérez en la galería de ilustres de la revista Jesús Nazareno de 2009.
No lo sitúa, sin embargo, el recordado cronista de Los Villares en Muñoz Garnica, donde las amarillentas páginas de la prensa de comienzos del XX ubican el despacho de don Alberto, quien hacía pequeños los anuncios publicitarios de la época para abarcar su inabarcable actividad:
"Compra y venta en comisión de papel del Estado; acciones de todas las empresas; pólizas, informes comerciales, negociaciones de cupones, colocación de capitales, compra de monedas de oro nacionales y extranjeras, descuentos de letras y pagarés del comercio, préstamos y cuentas con garantía de fondos públicos tanto en el Banco de España como en las demás sociedades de crédito; comisiones y representaciones, redenciones de censos, alta y baja en la contribución industrial, retractos de fincas que estén adjudicadas a la Hacienda por débitos de contribuciones; certificados de solvencia y pagos de plazos de bienes nacionales; informes comerciales, prórrogas de testamentaría, devoluciones de depósitos; incoación y tramitación de expedientes de clases pasivas, civiles y militares; cobro de letras y pagarés; préstamos sobre fincas, presentación de documentos en el Registro de la Propiedad, seguir la tramitación de expedientes en la Administración, de la clase y concepto que sea".
Y hay más, vaya que sí: "Administración de fincas rústicas y urbanas y compraventa de las mismas, gestión y cobro en suspensiones de pagos o quiebras, aceptación de representaciones de ayuntamientos y minas, habilitación de clases pasivas, compañías, fábricas, almacenes, sociedades y particulares, consultas, representaciones del extranjero y de ultramar...".
A ello se unían las representaciones, en la provincia, de publicaciones como la Revista del Secretariado Español, de la Fábrica de Tabaco de Manila 'La flor de Filipinas', del salón de anuncios del Heraldo de Madrid, la corresponsalía de El Consultor de los Administradores de Consumos, la administración de la contrata del Boletín de Ventas de Bienes Nacionales (en el ámbito del Santo Reino), su tarea como agente del Anuario del Comercio de los señores Bailly-Bailliere e hijos, y la gestión de El Consultor Administrativo de Jaén, del que era director y propietario.
"De ocho a doce de la mañana y de cuatro a siete de la tarde" abría sus puertas aquel entretenido despacho de la calle Ancha, lindante a la sazón con la casa de Correos y en el que pasaría tantas horas que 'su' cofradía de El Abuelo lo registra como domicilio particular en los libros consultados por este periódico.
PERFIL HUMANO
"Mi abuela me decía que era un caballero, supereducado, cariñoso..., y otra cosa que me contaba cuando yo era pequeña; como siempre he sido muy friolera, me decía que era yo la única que me parecía al bisabuelo, que siempre estaba 'helaíco', porque era muy menudillo. Y que era muy buenísima persona".
El testimonio, impagable, es de Mariola del Arco Cancio, hija de Albertina Cancio Francés y del recordado periodista villacarrillense Ángel del Arco Navarrete, bisnieta del reportajeado y depositaria de algunos de sus objetos personales, entre ellos el bastón de alcalde, la propia orla miniada que realizó López Jiménez y...
"Mi abuela María, cuando se casó con mi abuelo Alberto [hijo de Alberto Cancio Uribe] era muy jovencita, y tuvo muy buena relación con su suegro, que la quería mucho; de hecho, mi abuelo le regaló a mi abuela una pulsera con su nombre, Alberto, y el bisabuelo, todos los Viernes de Dolores, le regalaba una moneda de oro que iba enganchando en esa pulsera, que me regaló mi abuela a mí cuando cumplí dieciocho años".
María y Alberto vivirían toda su vida en un amplio y señorial piso de la calle La Parra, donde el propio gestor y corredor de negocios tuvo una de sus oficinas y residencia también de alguna de sus nietas hasta la reciente restauración de dicho edificio, que asoma sus balcones tanto a la vieja calle del mítico mesón como a la mismísima Plaza de San Francisco.
Este Alberto [Cancio Fabres] sería el segundo hijo de los siete que tuvo el matrimonio formado por Cancio Uribe y Pilar Fabres González, fallecida en 1951 y, a día de hoy, sepultada en un nicho del viejo camposanto de San Eufrasio, en tanto los restos de su esposo fueron trasladados al nicho 109 de la sección Virgen de la Capilla del cementerio de San Fernando, la misma calle funeraria donde descansa uno de los condes de Pozo Ancho del Rey, el inolvidable profesor Alfonso Sancho, el caricaturista Vica o el condecorado hostelero Pedro Millán.
Antes de eso, del momento decisivo de la expiración y de su residencia eterna en las afueras de la capital, el domicilio de los Cancio Fabre no podía estar en otro rincón de la ciudad que en la Carrera de Bernabé Soriano, cuya estatua en la Plaza de las Palmeras se inauguró cuando el protagonista de este reportaje vicepresidía la Diputación.
TRAYECTORIA PÚBLICA
Si viviera en la actualidad, la trayectoria como político de Alberto Cancio Uribe seguramente sería contemplada como la de un tecnócrata cuya devoción a su tierra natal lo llevó a tomar partido por el presente y el futuro de su patria chica.
No en vano fue concejal del Ayuntamiento jaenés en varias ocasiones, primero como edil y alcalde liberal a principios de siglo y posteriormente en las filas conservadoras, en las que alcanzó el cargo de diputado provincial.
De su etapa al frente del Consistorio destaca López Pérez: "Su gestión municipal fue muy honrada y eficaz y mereció el apoyo unánime de todos los partidos. Apenas designado por Real Orden de 27 de marzo de 1901, supo afrontar una conflictiva crisis obrera. Luchó intensamente para erradicar la corrupción administrativa; trabajó ilusionadamente para evitar la mendicidad infantil y fomentar la escolarización, promulgando para ello acertados y enérgicos bandos; promovió la construcción de un nuevo edificio para el Ayuntamiento; urbanizó muchas calles y reordenó la Plaza de Santa María (...) Con su activa gestión dispuso un brillante programa de fiestas para las ferias de agosto y sanluqueña de 1901 que fue impreso con gran lujo y tuvo el gesto de enviar cajas con un surtido aguinaldo a los soldados hijos de Jaén que estaban destinados en las plazas africanas…".
Por estos y otros méritos fue condecorado con la encomienda de Carlos III y de Isabel la Católica, y lució igualmente en su solapa las insignias de jefe superior honorario de Administración Civil, como se puede observar en la fotografía inferior.
Además participó en la fundación del Tiro Nacional y presidió el ensolerado Casino Primitivo, fue tertuliano del ácido Portalillo de la Plaza de Santa María (el célebre 4x6=24=6x4) y (como ya se ha hecho alusión líneas arriba), significado cofrade de Jesús de los Descalzos.
En la hermandad nazarena ingresó ya talludito, con treinta y ocho años de edad, siguiendo una tradición familiar vinculada de antiguo a la devoción de las devociones de aquí, que según Mariola del Arco los llevó a vestir como mortaja la túnica estatutaria de El Abuelo.
En 1915, el año del nevazo que blanqueó la capital entera, puso sobre su negro traje de estatutos el medallón de gobernador de Jesús don Alberto Cancio Uribe; un breve periodo al frente de la centenaria institución en el que, sin embargo, logró dejar las cuentas del colectivo más que saneadas, como puede comprobarse en los papeles viejos que conserva el valioso archivo de la entidad que preside ahora Rosa Garrido Cancio.
¡Efectivamente, Cancio de segundo apellido, que la primera mujer hermana mayor de Nuestro Padre Jesús lleva entre sus manos, desde 2023, el cetro cuya estampa vio tras los ojos de su caperuz el mismísimo Cancio Uribe (así lo demuestran las añejas fotos contrastadas con la coloreada que corona la hermosa vara de mando).
Detalles estos (el de la vara y del peso de don Alberto en la historia de la cofradía) que Garrido Cancio desconoció hasta su acceso a la junta de gobierno, en 1999:
"Vi las fotos de los hermanos mayores antiguos, le dije a mi madre que había una cara que me sonaba y mi madre me comentó que mi bisabuelo había sido hermano mayor de la cofradía, alcalde de Jaén y presidente de la Diputación; es que no hablábamos de eso en casa, de títulos ni honores", explica a Lacontradejaén, y apostilla: "Quién iba a esperar que yo fuera hermana mayor!". Pues lo es, vaya que sí, y con barrido en las urnas incluido.
Cosas de la devoción, esa misma que Cancio Uribe tuvo por el Príncipe del Camarín y, de paso, por su ciudad amada.
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