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CINCO PRÍNCIPES DE LA IGLESIA CON ACENTO DE JAÉN

CINCO PRÍNCIPES DE LA IGLESIA CON ACENTO DE JAÉN

Por Javier Cano - Abril 26, 2025
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Un repaso a la escasa nómina de purpurados nacidos en tierras jiennenses, ahora que la presencia de un cardenal del Santo Reino en el próximo cónclave del que saldrá el nuevo Santo Padre y su (según los que saben de esto) improbable elección como Sumo Pontífice pone a la provincia en el mapa universal de la Iglesia

Fuentes más que autorizadas de la Iglesia jiennense, consultadas por este periódico, confiesan su absoluta falta de fe en que del próximo cónclave salga revestido de blancos ropajes un cardenal comprovinciano.

Una posibilidad que, eso sí, ilusiona a muchos ante la sola probabilidad de que el próximo Sumo Pontífice de los católicos gaste acento jaenés en el momento de asomarse al balcón central de la basílica de San Pedro justo después de escuchar el ya legendario 'habemus papam'.

Don José Cobo Cano (cuya fotografía encabeza estas páginas digitales) lleva por nombre el papable en cuestión; un clérigo de apabullante trayectoria eclesiástica que, a día de hoy y si los votos de humildad no se lo impidiesen, podría presumir de ser el único hijo del Santo Reino con el título de príncipe de la Iglesia

El cuarto si se atiende a la lista de purpurados que vieron la luz primera en la provincia, y el quinto si se tiene en cuenta el posible y aún no concretado origen porteño (de La Puerta de Segura) de don Gaspar de Ávalos, allá por los siglos XV y XVI. 

La mañana que acoge el funeral de Francisco I a las puertas del Vaticano, Lacontradejaén repasa la figura de las pocas eminencias reverendísimas que pusieron (o ponen) a Jaén en la primera división de la jerarquía católica. 

UNA PROVINCIA CON TRADICIÓN PONTIFICIA

La vinculación pontifica del mar de olivos fue tratada ya por este periódico en un anterior reportaje que dejaba claro el buen número de monseñores, prelados de honor, nobles de la Iglesia o condecorados por Su Santidad venidos al mundo en tierras jiennenses. 

Pero hoy toca centrarse en la más alta dignidad que un religioso puede alcanzar por debajo del Papa, es decir: el cardenalato. 

Revestidos de sotana filetata con ribetes en tono rubí, ellos son los depositarios de un privilegio y una responsabilidad históricas: elegir al Pontífice una vez fallecido su predecesor, de forma que entrar cardenal al cónclave y salir Papa es (por mucho que lo cuestione el dicho popular) una auténtica opción. 

Algo que no le ocurrió, sin embargo, al más antiguo de los purpurados del Santo Reino de quien se tiene constancia, el santistebeño don Esteban Gabriel Merino, nacido en 1472, muerto sesenta y tres años más tarde.

Trascendental personaje, entre otros motivos, por sus méritos en la construcción de la Catedral de la Asunción, cuyo ideólogo (el gran Vandelvira) fue contratado para su diseño y construcción por este mitrado que fue además arzobispo de Bari y obispo de León y de Jaén, y elector en la sesión de la que salió papa Paulo III. 

En un bellísimo y melancólico sepulcro de alabastro, tendido sobre su corazón renacentista y en el templo romano de Santa María de Monserrat de los Españoles (que da título actualmente al cardenal Cobo y en otros tiempos, al recordado Carlos Amigo Vallejo) descansa en paz muy cerca de su paisano Gutierre González Doncel, fundador de la Santa Capilla de San Andrés y protagonista del rótulo de la entrañable calle Álamos de la Ciudad del Santo Rostro. 

 Sepulcro del cardenal Merino en Roma. Foto: Francisco Juan Martínez Rojas.
Sepulcro del cardenal Merino en Roma. Foto: Francisco Juan Martínez Rojas.

UN CARDENAL SERRANO Y OTRO DE BAEZA

El adjetivo (serrano) no responde al significado que el cante jondo le concede en alusión al buen porte del adjetivado, al menos si hay que guiarse por el retrato que de don Gaspar de Ávalos de la Cueva (1485-1545) se puede contemplar en el palacio arzobispal de Granada, territorio al que se trasladó muy joven y de cuya diócesis accitana bastetana fue titular antes de colgarse el palio de la sede granadina y, posteriormente, el de la ciudad jacobea. 

Y es que si bien no hay unanimidad a la hora de aplicarle patria chica, no son pocos los historiadores de la Iglesia que le conceden patria chica en La Puerta de Segura (entre ellos el recordado canónigo jaenero Juan Higueras): de ahí lo de serrano. 

Miembro de ilustrísima familia, acabó enterrado en la catedral compostelana sin llegar a participar en ningún cónclave, ya que murió antes de recibir el capelo.

De Baeza, por su parte, fue el arzobispo de Zaragoza don Francisco de Paula Benavides y Navarrete (1810-1895), de linajudos apellidos del Santo Reino. Patriarca también de las Indias, una vez revestido de púrpura se encerró con sus compañeros de colegio (cardenalicio, claro) en el cónclave que proclamó Santo Padre al histórico León XIII, el firmante de la encíclica con la que dicen que comenzó la doctrina social de la Iglesia. 

 El cardenal baezano don Francisco de Benavides. Foto: Wikipedia.
El cardenal baezano don Francisco de Benavides. Foto: Wikipedia.

UN PURPURADO ILITURGITANO CON ESTRELLAS DE CUATRO PUNTAS

De Andújar, sí, fue don José Manuel Estepa Llaurens (1926-2019), cuya espalda acariciaron las ínfulas de las mitras como obispo auxiliar de Madrid antes de llevar sobre su pecho las estrellas de cuatro puntas como primer arzobispo castrense de la Iglesia española. 

Un insigne iliturgitano que aparte de llevar los mismos apellidos que su hermano Sebastián (cuyo nombre bautiza una residencia de mayores en la capital de la provincia), ejerció importantes cargos tanto en la Conferencia Episcopal Española y participó en la redacción del último catecismo.

Enterrado en la catedral castrense de Madrid, el hecho de ser elevado a la dignidad cardenalicia una vez superados los ochenta años de edad lo privó de participar en ninguna elección papal. 

EL CARDENAL COBO

Cierra la nómina el ya citado cardenal Cobo, todo un 'joven' de sesenta primaveras al frente del arzobispado de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal.

Sus posturas, muy cercanas a las del aún de cuerpo presente Francisco I, lo rodean de un aura de 'modernidad' que para muchos lo convierten en el candidato perfecto para capitalizar la decisión del cónclave. 

Licenciado en Derecho, también, e hijo predilecto de Sabiote desde el verano de 2024, monseñor Cobo Cano tendrá en vilo al personal desde el mismo momento en que resuene en las naves vaticanas aquello de 'extra homines' y la estufa aledaña a la Capilla Sixtina empiece a vomitar humo, con la esperanza de que en cuanto sea de color blanco prologue la proclamación de don José como el nuevo Papa. 

Si ocurriera (¡quién sabe!), ¿sería el Santo Padre número 267 el primero que llevara el nombre de Ginés de la Jara, patrón de Sabiote, en la relación de sumos pontífices de la Cristiandad? Atentos a la fumata... 

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