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MARIANO CÁRDENAS: JAÉN EN SEIS CUERDAS

Por Javier Cano - Septiembre 14, 2024
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MARIANO CÁRDENAS: JAÉN EN SEIS CUERDAS
El guitarrista Mariano Cárdenas durante una actuación en Jabalcuz, en 2008.

La producción musical del guitarrista y compositor, fallecido en 2020, rezuma un evocador jaenerismo a través de numerosas partituras y tres trabajos discográficos capitalizados por su amor a la ciudad que lo vio nacer  

Cuando el genio de Linares Andrés Segovia afirmó que la guitarra española encierra una pequeña orquesta dentro de sí misma, ya caminaba sobre este mundo otro maestro jiennense, que hizo suyas esas palabras.

Se llamó Mariano Cárdenas Palacios, hijo de La Magdalena, y abrió por primera vez sus manos (destinadas a mástiles, bordones y primas) un 22 septiembre de 1960. Vivió el mismo número de décadas que de cuerdas tiene el instrumento y parecía traer desde no se sabe dónde un talento innato que, además, se encargó de cultivar desde muy joven para convertir su incipiente habilidad en una hermosa obra artística. 

Dotado también de una especial sensibilidad poética, traducida en poemas de inconfundible sonoridad, la guitarra de Cárdenas se convirtió, en la última década de los 90 del pasado siglo XX y en la primera del XXI, en imprescindible en los carteles culturales de la ciudad, principalmente, y de la provincia.

TRAYECTORIA ARTÍSTICA

Como el propio creador jiennense recordó en diferentes entrevistas a lo largo de su existencia, comenzó su carrera cerca del rock sinfónico en grupos como Plenitud y marahon 7 hasta que, allá por 1980, formó un trío de guitarras con Tomás Reyes y Francisco Javier Perales, a cuya vera recorrió multitud de locales, peñas flamencas sobre todo. 

Tocó jazz en Contrapunto y creó un dúo de blues y otras músicas con Diego García, en 1986, antes de que su reputación de maestro lo llevara a acompañar a gente jonda en sus actuaciones. 

Sin embargo, y paralelamente a sus celebradas intervenciones con la sonanta entre las manos, entre los hitos artísticos del protagonista de este reportaje brillan con luz propia las obras músico-poéticas en las que la querencia jaenera se erigió en música gracias a una personalísima concepción armónica que le permitió firmar obras todavía vivísimas en la memoria de quienes las escucharon. 

Tres trabajos de estudio: Huellas, pisadas y pasos, El sonido del aceite y Hielo y ceniza conforman su antología de las seis cuerdas, producciones en las que, a veces, trasladó algunas de sus más celebradas partituras. 

Ahí están obras como Fantasía del alcotán (imbuida del pasado de Jaén) o Las miradas de Shaprut, fruto de su investigación histórico-musical en torno al hoy célebre personaje que, cuando él la escribió, todavía era prácticamente un desconocido por estos contornos. 

Con esta segunda creación pisó no solo un buen número de tablas locales, sino que incluso trascendió las fronteras capitalinas. Verbigracia, su estreno en el festival alcalaíno Etnosur en el año 2000, del que salieron nuevos contratos en Sevilla y otros puntos de la comunidad autonóma y la provincia y que (un paseo por las hemerotecas lo certifica) dejó con la boca abierta al público. 

Antes, y en un apunte entrañable, un balcón de la plazoleta del Arco de San Lorenzo lo acogió para recibir al Abuelo por su viejo y recuperado itinerario, en el año 2000, con la marcha de Cebrián, en una emotiva interpretación 

 El guitarrista y compositor jiennense Mariano Cárdenas Palacios. Foto: Pedro Aceituno Garrido.
El guitarrista y compositor jiennense Mariano Cárdenas Palacios. Foto: Pedro Aceituno Garrido.

FUNCIONARIO, PADRE, POETA...

Padre de Mariano y Ana (el primero artista de la danza y la segunda, conocida cantautora y musicóloga), se ganó la vida como funcionario de la Junta de Andalucía, en su servicio de Empleo, hasta que la salud le jugó una mala pasada y tuvo que jubilarse anticipadamente. 

Le dio tiempo, no obstante, a transcribir tambien sus sentimientos de la mano de la poesía; acompañó a Molina Verdejo, Calvo Morillo y otros nombres propios de la lírica jaenesa, y hasta en muchas ocasiones vertió versos de amor al instrumento que Atahualpa Yupanqui definió como un templo:

"Guitarra de sueño y llanto, 

eterna boca que lloca,

seis besos que de mis manos

caminan hacia la aurora;

tu corazón tienes preso

en el ciprés de la sombra,

y tu alma aprisionada

del abeto que te adora. 

La eternidad dee tu canto

en los mástiles se agolpa,

y las ondas de tu aljibe

en mis manos se desfloran,

¡qué sueños entre los rayos

que nacen de tu memoria,

y qué perfume de azahares

exhala tu boca mora!

El palisandro le pone

a la tarde dos aromas:

uno de aguas fecundas,

otro de selvas remotas.

¡Guitarra de sueño y llanto,

mi corazón se desboca

al ver tu vuelo tranquilo

de soñolienta paloma!

Luego, siete años de supervivencia que concluyeron un 29 de agosto de 2020, cuando cerró sus ojos para siempre y estrenó el silencio eterno. En el nicho 528 de la sección 14 o de San Ildefonso del cementerio de San Fernando, tras una lápida de color claro en la que campea una guitarra, descansa en paz. 

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