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El padre y el hijo que regresan a la encina centenaria de Alcaudete

Por Fran Cano - Junio 20, 2025
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El padre y el hijo que regresan a la encina centenaria de Alcaudete
José de la Torre Márquez, con la encina de Villar Bajo, en Alcaudete.

José de la Torre Márquez y José Miguel de la Torre viajan a la Sierra Sur con el libro El niño que hablaba a la encina centenaria

José Miguel de la Torre (Málaga, 1981) y José de la Torre Márquez (Alcaudete, 1948) han sellado el vínculo familiar que les une con su primer libro, firmado a cuatro manos. Se titula El niño que hablaba a la encina centenaria y son las memorias del padre, ficcionadas con la visión del hijo, guionista y dramaturgo.

Todo nació, cuenta De la Torre júnior, de un primer impulso creativo del padre, quien acumuló hojas de escritura acerca de su niñez en Villar Bajo (Alcaudete), recordando también el éxodo que vivió a Madrid a mediados de la década de los años 60.

"Cuando lo leí, consciente también de los conflictos que hay entre la vida de mis familiares, pensé en crear situaciones y en inventar personajes secundarios sobre esa base real", describe.

En la obra, José y Laureano son nieto y abuelo, respectivamente, tal cual en la vida real, entienden la dificultad de salir adelante en el contexto rural. "Yo me he criado y he vivido en Málaga, soy un urbanita, y siempre me llamó mi atención cómo era eso de surcar caminos o serpentear montañas", concede el guionista.

 Imagen de 'El niño que hablaba a la encina centenaria'.
Imagen de 'El niño que hablaba a la encina centenaria'.

UN ÁRBOL CARGADO DE SIGNIFICADO

La novela viaja por más territorios de la provincia de Jaén, como Castillo de Locubín, adonde se muda Agustina, tía de José Miguel de la Torre, tras perder a su pareja de forma trágica. "Mi padre también sufrió un accidente, y viene de una familia campesina, humilde, que sale adelante en un contexto complejo", añade, y puntualiza que la forma de contar está a medio camino entre el costumbrismo y un punto de realismo mágico.

EL simbolismo del olivar va más allá en la personalización de la encina centenaria, que pasa de ser testigo de la historia de la familia a tener un rol más participativo. La encina tiene más de 200 años, mide 20 metros y su grosor no puede ser cubierto por tres hombres a la vez.

La obra implica el debut literario de padre e hijo y contó con respaldo en la presentación en Alcaudete, hace un mes, con el impulso de la Asociación Cultural Amigos de Alcaudete. "Nos trataron muy bien y por fin pusimos cara a lectores del libro. Para mí padre fue un regreso especial, aunque nunca ha perdido el contacto con la Sierra Sur", detalla. Los autores confían en hacer nuevas presentaciones en Jaén, Torremolinos y Madrid.

 Presentación de la obra en Alcaudete. Foto: Cedida.
Presentación de la obra en Alcaudete. Foto: Cedida.

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