Hijos del 70, colegiales en los 80 y tan amigos en los 2000

La emoción y el recuerdo protagonizan, en Lopera, una esperada reunión de antiguos compañeros de colegio nacidos en 1970
Para regresar a aquellos años en los el móvil y la IA eran pura ciencia ficción no les hizo falta más que cambiar los pupitres por mesas de restaurante, los libros por platos, y las ganas de hablar por...
¡No, no, perdón, que eso no ha variado, y si no fuera porque en esta reunión los profesores venían como invitados, seguro que hubieran vuelto a oír eso de: "Callaos, silencio, por favor".
Son un grupo de coetáneos de Lopera, nacidos en 1970, que después de tener que demorar el esperado encuentro por culpa de la pandemia (esa que les fastidió el cincuenta aniversario) no lo dudaron y, por un buen rato, retomaron la dinámica de su adolescencia, en una suerte de largo recreo que les hubiese gustado alargar hasta... ¡cualquiera sabe!
"Este año, en verano, una amiga me dijo que esto se había enfriado y que al final no se iba a hacer, así que dije de hacerlo y empecé a organizarlo", comenta Mari Carmen Chueco, algo así como la 'delegada' de este 'curso'.
Alumna entonces, maestra a día de hoy, la loperana localizó a los que permanecían en el grupo de wasap y se batió el cobre para dar con los que ya lo habían abandonado, con un objetivo inexcusable: sentirse otra vez en un día de clase, algo más talluditos pero con la misma camaradería.
¡Hasta a los profesores se trajeron, vaya que sí! "Pensamos en nuestros maestros del colegio que quedaban vivos, cinco, pero solo pudieron asistir dos, por diversos motivos, don Felipe y doña Rosa", aclara Mari Carmen, a los que, por supuesto, no les apean el tratamiento. "¡Lo mismo que ahora!", exclama Chueco.
Tantas ganas tenían de proclamar su reencuentro que no les faltó ni pancarta identificativa en la puerta del restaurante, para que se supiera bien que quienes estaban allí contaban cincuenta y cinco tacos. ¿Quién dijo complejos?
Lo pasaron de lujo, como si el tiempo se hubiera detenido en aquellas aulas de las que, entre otros, salieron un general del Ejército o un chef con Estrella Michelin, que aunque no pudieron venir en esta ocasión lo harán en la siguiente, que ya preparan, imaginan... ¡Esperan con la misma impaciencia que unas vacaciones escolares!
No faltó de nada: discurso a cargo de Víctor Ansino, que dicen que hizo saltar alguna que otra lágrima o, al menos, puso tierno hasta al más duro de pelar.
"Hubo también una broma; un compañero del viaje de fin de curso se perdió y un maestro lo encontró dentro de un armario, con una gorra de capitán que se había comprado. Para nuestra reunión le compramos otra gorra ahora y rememoramos aquella historia al regalársela". Lo dicho, como si el tiempo no hubiera transcurrido.
Si hubiera que titular la jornada, lo tienen claro: "Las enseñanzas perduran, el cariño permanece", frase con la que obsequiaron a sus queridos docentes. "Nos ha quedado un recuerdo maravilloso, precioso", asegura Mari Carmen Chueco, a la que también le tocó hablar cuando, casi al final, sus compis le tributaron gratitud por la organización, impecable, de la cita.
"Fue una experiencia muy positiva, memorable, emotiva, llena de abrazos, de cariño, de contarnos cómo nos va la vida a cada uno; hacía mucho tiempo que no compartíamos un rato así, fue como si estuviéramos en el colegio otra vez".
¡En los 80, deseando que llegara el viernes, la Navidad o el primer día del verano, y no precisamente para volver a clase, y ahora, varias décadas después, contando los días, semanas o meses que faltan para repetir el encuentro! Cosas de la nostalgia y esa aura suya de la que escribió Kundera. ¡O no!

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