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Justino Flórez Llamas, un leonés muy pero que muy jaenero

Por Javier Cano - Abril 28, 2024
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 Justino Flórez Llamas, un leonés muy pero que muy jaenero
El arquitecto Justino Flores Llamas. Foto: Archivo de Javier Cano.

La huella creativa del arquitecto es visible en un buen número de obras repartidas a lo largo y ancho de la capital y la provincia jiennenses

Tenía de jiennense lo que un rinoceronte tiene de animal de compañía, pero a fuerza de firmar obras arquitectónicas de postín en las tierras del Santo Reino terminó convertido en un jaenero de pleno derecho. 

Se llamó Justino Flórez Llamas y aunque nacido en León un ya lejano año de 1848, sus restos mortales reposan en el viejo cementerio de San Eufrasio de Jaén capital desde aquel 4 de marzo de 1927 en que exhaló su último aliento, solo un día antes de que en Cádiz se botara el buque escuela Juan Sebastián Elcano o a dos semanas de que don Antonio Machado se conviertiese en académico de la Lengua: o sea, hace la tira de tiempo. 

Un arquitecto de renombre que recaló en el mar de olivos allá por 1884, cuando la Diputación lo fichó como arquitecto provincial y el Obispado, ídem de ídem pero en modo diocesano. En el empinado cuestón de la calle Julio Ángel lo sitúan avencidado historiadores como el recordado Manuel López Pérez. 

Venía cargado de experiencia, si se tiene en cuenta que desde su titulación en 1872 y hasta 1883 había desempeñado las funciones de arquitecto municipal en Pontevedra y Vigo (ciudad natal de su hijo y continuador el también arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta) y en Burgos.

Un bagaje que, sin embargo, alcanzó su punto más alto a la sombra del cerro de Santa Catalina y en numerosos pueblos del mapa jaenés: ahí está su contribución al Palacio Provincial (ampliamente estudiada por el doctor Casuso Quesada), la iglesia porcunense de la Asunción, los planos del Seminario, el teatro Darymelia... 

 El Teatro Darymelia de Jaén.
El Teatro Darymelia de Jaén.

De este último espacio, aunque archisabido y divulgado, cabe destacar el simpático acrónimo que lo bautiza, conformado por la unión de sílabas de los nombres de sus dos primeras esposas: Daría Urdapilleta Lasa (víctima del cólera en 1885) y Amelia Yáñez Llorente.

Viudo de ambas, en 1891 volvería a pasar por el altar, esta vez por poderes y para unirse a la cubana María Purificación de Amenábar y Oteiza. Con ella tuvo tres hijos, una de las cuales, la más pequeña, recibió el nombre (de claro valor sentimental para él) de Daría. 

Suyos son también la residencia de las Hermanitas de los Pobres (iniciada en 1891) o los cementerios de Jódar y Baeza (del mismo periodo finisecular el primero y ya metido en el XX el segundo), y llevan su sello la remodelación del palacio de los márqueses de Bélgida (o lo que es lo mismo, el antiguo caserón del condestable, hoy Patronato Municipal de Cultura de Jaén, en cuya manzana conformada por las calles Maestra, Plaza de la Audiencia, Cerón y Bernardo López se cuajó el coqueto cine-teatro de aires regionalistas).

Fue lo que se actualmente se conoce como un emprendedor, que no contento con su rentable trabajo arquitectónico se echó para adelante, en más de una ocasión, hasta convertirse en exitoso empresario de los ámbitos ferroviario, constructivo o minero, entre otros.

No en vano, presidiría la Cámara de Comercio de Jaén desde 1925, institución esta que, tras su muerte, costeó el monumento con el que la capital le rinde tributo cotidiano en la Plaza del Deán Mazas, desde 1930, obra de José Capuz.

Poseedor de una saneada fortuna, se marcó el detallazo de que no solo la recibieran sus herederos directos, sino también la amplia lista de instituciones y particulares beneficiados por su caridad. Eso, y su empeño en que las yeserías mudéjares de la Casa de la Virgen no desaparecieran y formen parte, ahora, de los fondos del Museo Provincial, lo convierten en un janero de pro, en un protagonista de eso que Antonio Almendros Soto llamó "la historia pequeña de lo nuestro".

 Bajo esta losa yacen los restos de Justino Flórez Llamas. Foto: José Luis García Carreño.
Bajo esta losa yacen los restos de Justino Flórez Llamas. Foto: José Luis García Carreño.

 

 

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