'La noche en que Logan despertó': contradicciones coherentes
Todo en la serie es tan orgánico como artificial, tan pictórico como realista, tan elocuente como verborreico y tan sutil como abrupto
Dos semanas después de su visionado, aún es difícil para el que escribe sintetizar una opinión sólida sobre la nueva obra de Xavier Dolan. Por una parte, es innegable el poderío visual del joven director canadiense, pero a su vez también resulta complicado no acabar exhausto ante el desequilibrio de su genuino y torrencial estilo. La noche que Logan despertó es una serie tan corta como inabarcable, con una serie de elementos que más que llenar, abrasan la pantalla, dejando la constante y vulnerable sensación de estar presenciando solo la punta del iceberg. Sin poderlo expresar mejor, digamos que todo —y son muchas cosas— pasa con la celeridad de un rayo y sin embargo, procesar lo escuchado, visto y en definitiva, sentido —porque pocos directores son capaces de apelar de forma tan directa lo sensorial— requiere una eternidad.
La trama, tan densa como sencilla, versa sobre una familia desestructurada a raíz de un suceso irresuelto en el pasado. Tres hermanos y una hermana —uno de ellos el propio Dolan— distanciada completamente de ellos, se reúnen de nuevo con motivo de una tragedia familiar. A través del montaje paralelo, presente y pasado conectan para vertebrar el relato de personas al borde del abismo. Y todo orbita alrededor un trauma fundacional, escena que prevemos pero que no presenciamos hasta bien avanzada la serie. Si bien, una vez resuelto el misterio, el conjunto puede parecer un tanto forzado, el tono que imprime el ganador del premio del jurado en Canes, oscilante entre el thriller y el drama —o fusionado a veces—, capta por completo la atención del espectador. Pero dejando de lado tan prescindible como necesaria descripción del argumento, lo que de verdad importa es como Dolan lleva su lenguaje al máximo exponente.
Para aquellos reacios al cine del autor mencionado, quedan avisados, los que ya formaban parte de su credo acabarán extasiados. Con esto hago referencia a la expresividad salvaje que caracteriza al canadiense; cada plano esta inundado de desatado romanticismo, cada escena —con ese aire a videoclip marca de la casa— procura ser más barroca que la anterior y la cantidad de recursos —fuera de plano, transiciones de montaje...— subrayan sin complejos una forma manierista de entender el cine. No hay contemplaciones, la saturación es tal que nos sentimos desbordados y frágiles, como los personajes. Todo es tan orgánico como artificial, tan pictórico como realista, tan elocuente como verborreico, tan sutil como abrupto: todo es defectuoso y virtuoso al mismo tiempo.
Si les parece incoherente lo hasta ahora dicho, no se preocupen; también a mí. La serie contenida en el catálogo de Filmin va creciendo por días. Como un festín visual pantagruélico, de calidad contrastada, si bien la digestión es pesada, lo digerido es exquisito. Quizás en una semana está crítica sería más lúcida, pero aún sigo atragantado con una obra contradictoria sobre personas contradictorias y con la expresividad imposible y arrolladora de un director, capaz de componer planos —como el inolvidable que cierra el último capítulo y que desde ya es uno de los más impresionantes que he visto nunca— de tal contenido, que quizás nunca acabemos de digerir.
FICHA TÉCNICA
Título original: La nuit où Laurier Gaudreault s'est réveillé
Año: 2022
Duración: 55 minutos
Creador: Xavier Dolan
Nota en IMDB: 7,7
Nota en FilmAffinity: 7,3
Nota del crítico: 4 de 5
La serie está disponible en Filmin.
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