EL VIAJE DE ABOUBAKAR
Aboubakar Aminou es un camerunés de 17 años que vive sus últimos días en el Centro de Protección de Menores Carmen de Michelena; narra cómo cruzó el Mediterráneo en patera sustentado en los pilares de su vida, el arte y la esperanza
—El mundo puede cambiar un poquito. Hay gente con medios que pueden ayudar a personas que se mueren y sólo necesitan una pequeña ayuda para sobrevivir. Mi viaje duró muchas horas, pero no significa nada. El sufrimiento te hace crecer.
Habla Aboubakar Aminou (Camerún, 2001) desde el despacho de uno de los educadores del Centro de Protección de Menores Carmen de Michelena de Jaén. Todos lo conocen en el centro como Abou. Habla del viaje donde pudo acabar todo y que al final continuó su sueño: pintar. Para él y para otros. El chico —cascos verdes, la sudadera negra y blanca, vaqueros azules— tiene 17 años y cumplirá la mayoría de edad el próximo 1 de octubre. Vive sus últimos días en el Carmen de Michelena, donde ha dejado huella por su talento y por la capacidad de adaptación que ha demostrado desde que llegó hace once meses.
El viaje fue muy largo antes del mar. Aboubakar salió de Camerún hace dos años. Y desde entonces cruzó cuatro países. Lo cuenta a este diario con un castellano estupendo, aunque llama más la atención cómo lo narra: todo despacio haciendo hueco para los silencios.
–Después de Marruecos crucé el Mediterráneo –dice.
Cruzar el Mediterráneo significa que vivió horas –horas de días; horas en la noche– en el mar con más de 20 personas hasta que tocó tierra en Algeciras (Cádiz) el 7 de octubre del año pasado. Un barco de Cruz Roja rescató a los supervivientes. La Policía Local derivó al joven a un centro velado por la Fundación SAMU, con dilatada experiencia en el cuidado de menores extranjeros no acompañados. Allí estuvo tres días hasta que el equipo SAMU decidió que el viaje de Aboubakar continuaría entre olivos. Llegó a Jaén, al 'Carmen de Michelena'.
EL ARTISTA QUE BUSCA SU MIRADA
Aboubakar pinta entre once y doce horas al día. Tiene formación en ciclos de grado medio. Quiere ir a la Universidad, y mientras tanto pinta por su cuenta. En el centro calcula que ha completado en torno a 40 obras. Muestra al equipo de Lacontra la que parece la joya de la corona: un cuadro gigantesco, de dos metros por uno y medio, que muestra a un menor sentado en las rodillas del padre, con un paisaje natural como telón de fondo. Lo ha clavado: hasta las ojeras del crío son genuinas.
–Me gusta el realismo. Aquí tenía que acentuarlo más aún, porque el cuadro es muy grande.
La obra ha tomado protagonismo en una sala de ocio destinada para los usuarios del centro. En un armario están las herramientas de pintura. Cuando los trabajadores del 'Carmen de Michelena' pasan junto al cuadro proyectan orgullo, como la directora, Silvia Cazalilla. Todos están felices por lo que representa Aboubakar, quien reconoce que los encargos –tiene clientes desde 2014 repartidos en los países donde ha vivido– le roban tiempo para crear para él. Quiere contar más allá de cuanto muestra en la tableta que siempre lo acompaña: la madre que es abrazada por sus hijos; un niño con cara de ser feliz, y dos hermanas que lucen como modelos en Barcelona. También quiere contar sobre la naturaleza y en concreto sobre el mar. En junio le propusieron exponer en Jaén, pero la carga con los estudios lo evitó. Y quiere pintar la Catedral. Confía en que llegue el momento oportuno.
–Me apasiona el mar. Me gustaría trabajar en algo relacionado con la restauración de barcos –expresa.
DOS FAMILIAS: VIVIR EN EL 'CARMEN DE MICHELENA'
Aboubakar utiliza las tecnologías para estar en contacto con la familia de Camerún. Tiene 14 hermanos. Los padres siguen en África. Él cuenta que en el centro de menores ha conocido a gente muy buena.
—Mi plan en Jaén es tranquilizarme y seguir con las buenas relaciones. Eso es lo importante de la vida, y no el dinero. Tengo buenos amigos —dice.
Como usuario del 'Carmen de Michelena' está al corriente de la desinformación que propagan quienes esperan cualquier incidente en el conjunto histórico para culpar a los internos. Ocurre tanto a pie de calle como en las redes. La última vez hasta los propios atacados en una guía turística desmintieron en público a una cuenta de Facebook cuya ideología va por delante de los hechos: ya había imputado el delito a los usuarios del centro de menores.
–A mí no me importa lo que dicen. Siempre hablan de nosotros sin saber de nuestras vidas. Todos los que he conocido aquí son buenas personas, pero están esos comentarios: "Si han robado, son del Michelena. Si ha habido una pelea, son del Michelena", critica.
El periodista ubetense José Antonio Bautista, colaborador de La Marea y The New York Times, entre otros medios, ha enjuiciado el uso extendido del término Mena (Menor Extranjero No Acompañado). "Es una palabra que deshumaniza y burocratiza la cuestión de fondo: hablamos de niños, de chavales menores de edad que están solos y que son muy vulnerables", opina. "No le estamos prestando atención suficiente a la experiencia de vida de estos chicos. Hay que repensarlo antes y después de saltar a los titulares", añade y manda un mensaje a la sociedad y a la prensa.
Aboubakar tiene en su estado de WhatsApp la siguiente leyenda: "Tu dirección es más importante que la velocidad". Se refiere a la gente que camina muy rápido sin saber adónde va. A él le gustaría volver a Camerún, pero conoce la historia de Picasso y sabe que los caminos del arte son inexcrutables. El viaje sigue en marcha. Aún en el inicio.
–El camino del arte es muy difícil, pero es mi gran esperanza. Sé que es la única cosa que nunca me decepcionará.
Fotografías de portada e interior de la entrevista: Esperanza Calzado.
Fotografía de los efefantes: Cedida por Aboubakar Aminou.
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