"La Junta de Andalucía no apoya al flamenco"
Alfonso Ibáñez Sánchez (Jaén, 1958) preside desde 2018 la Peña Flamenca jiennense, una auténtica "catedral" de este arte por cuyo ensolerado 'presbiterio' han pasado todos sus mitos contemporáneos. Cerrada a cal y canto durante el confinamiento, la entidad se apuntó a las nuevas tecnologías para seguir 'dando el cante' en lo suyo y, desde su reapertura en junio del año pasado, mantiene vivo el 'candil' jondo de la capital del Santo Reino.
—Presidente desde hace tres años, pero no nuevo en esta plaza...
—Sí señor. Presidente desde abril del 18, pero he sido secretario, con Rafael Valera, más de quince años. Y socio desde 1991. No son solo estos tres años y aquí estoy, no.
—La calidad de 'cabales', de aficionados hondos al arte flamenco, se le supone a quienes acuden a esta peña como el valor al militar pero... y los socios, ¿son cabales también, según el significado oficial del adjetivo, a la hora de aceptar las decisiones del presidente?
—Bueno, hay opiniones para todos los gustos. Aunque el flamenco nos gusta a todos, es verdad que a algunos que piensan que les gustan unos cantaores más que otros, unos cantes más que otros, y hay diversidad de opiniones, que es lo importante. Pero al final, cuando viene aquí un cantaor, eso siempre (o casi siempre) se decide en la junta directiva. Tenemos unas juntas directivas previas y ahí es donde debatimos si, en función del presupuesto, viene uno o viene otro. ¿Qué es lo que intentamos hacer...?
—¿Qué, Alfonso? Cuente, cuente ya que han salido los dineros a colación.
—Dos cosas: traer a cantaores de los distintos puntos de España, aparte de que siempre procuramos que haya, sobre todo en los festivales, gente de Jaén, cantaores y guitarristas; pero de los distintos puntos de España donde se origina el flamenco, que es Cádiz, en Sevilla con Triana...
—Ese triángulo mágico...
—Claro, el triángulo de los puertos. De Córdoba vienen menos, pero también. De Granada, Jaén, Murcia, Extremadura (que ha venido ahora El Perrete) y Barcelona, que son donde nosotros nos movemos. Ese es un poco el abanico de los cantaores que vienen, procuramos que vengan ellos y apostamos casi siempre por la juventud. Lo digo porque en algunas ocasiones hemos traído gente que a lo mejor no ha dado el do de pecho. Pero vamos, suelen ser una peña y unos socios muy generosos. También es verdad que son muy críticos, sobre todo los más antiguos, que son muy exigentes y además hablan con los cantaores.
—A pie de escenario, ¿no?
—Sí, en estas últimas fechas que hemos tenido actuaciones, el 11 y el 18 de junio, que han sido seguidas, con El Perrete y El Berenjeno, lo han hecho. Son muy estudiosos.
—Cabales...
—Cabales, sí.
—¿A qué artistas se refiere cuando dice que, en ocasiones, no dan el do de pecho? ¿A los jóvenes?
—No, no, todo lo contrario. Hombre, los jóvenes necesitan un camino que recorrer y la Peña se lo ofrece asumiendo los riesgos. Cuando traes a un cantaor joven, no tiene por qué ser una persona que no conozca, de hecho se ha demostrado en estas últimas actuaciones, que no superan los treinta años y que son ya cantaores formados, consolidados, serios, con conocimiento del flamenco. Pero ya digo que hay aquí algunos socios, sobre todo de los fundadores, de los más antiguos, que no digo que sean críticos, pero sí colaboran con ellos, contribuyen y debaten con ellos los orígenes de algunos cantes, las letras también.
—Jóvenes serios, dice usted, con conocimiento ¿pero también con 'nuevos aires', apóstoles del 'flamenquito?
—No.
—Ese 'no' ha sonado muy rotundo, casi como el que responde a una blasfemia.
—Es que es una blasfemia. A mí, cuando estoy en algunas reuniones y algún responsable administrativo saca la palabra, la expresión esa de 'flamenquito', se me remueven las tripas. Sobre todo porque me acuerdo de los que han defendido tanto el flamenco y han sido referente del flamenco en Andalucía, y por lo tanto en España, como son un Rafael Valera o un Paquillo Cañada, de los cuales yo he bebido, he estado con ellos mucho tiempo y algo se me ha pegado. Entonces, eso de 'flamenquito'...
—Le sale de pronto un 'ay' de siguiriya cuando lo escucha.
—Lo rechazo de frente. Eso no significa que no se apueste por la innovación, es diferente. Es difícil entender estas cosas.
—Pero, ¿qué es la innovación en el flamenco?
—Bueno, algunos giros que hay. Lo que pasa es que hay conocedores del flamenco que dicen que en el flamenco está todo inventado. Si está todo inventado (salvo la época de la Niña de los Peines, que innovó en algunas cuestiones que luego se han continuado, o Enrique Morente), ya es muy difícil innovar. Creo que está claro lo que es esa aportación al flamenco respecto al 'flamenquito'. El 'flamenquito' son otras historias, otra película más comercial, que la juventud la puede entender y me parece bien, pero también hay jóvenes a los que les interesa mucho el flamenco y lo estudian mucho. Esa es un poco nuestra misión como peña, defender, enseñar y difundir el flamenco, que ha ido evolucionando, lógicamente, y ahora estamos en esa evolución, pero separada una cosa de la otra.
—Y esta apuesta por los cánones la predica, precisamente, un rockero como Alfonso Ibáñez.
—Pues sí, yo tengo una formación más tangencial, más amplia...
—Transversal se dice ahora, presidente.
—Tangencial sí, sí, sí, efectivamente, y soy blusero y soy rockero, porque yo no sé tocar una guitarra flamenca. Si supiera me dedicaría a eso, pero sí sé tocar el bajo. Ahí es donde yo me muevo personalmente, pero tengo buen oído y sé diferenciar un buen cante del que no lo es.
—Algún cantaor ha habido por ahí que ha incluido bajos en sus espectáculos flamencos, ¿lo ve como un alivio, como una esperanza para bajistas como usted?
—Hay que diferenciar. ¿Qué bajo le vas a meter a una siguiriya o qué cajón de no sé dónde le vas a meter? No tiene sentido, hay que conocer lo que es el flamenco, flamenco y a partir de ahí puede haber variaciones pero diciendo: "Esto lo voy a hacer por las razones que sea, pero distingo perfectamente una cosa de la otra". No se puede mezclar, y vuelvo a decir que cuando he oído a algún responsable de la Administración hablar de 'flamenquito', eso ya me pone a mí un poco nervioso porque sospecho que no tiene ni idea. Sin embargo, en las administraciones nos encontramos gente de este tipo.
El escenario de esta entrevista sobrecoge, de tan ensolerado y hermoso. Ubicada en la calle Maestra de la capital de la provincia, en pleno casco histórico de la ciudad, la sede de la Peña Flamenca destila historia desde ese amplio local ya centenario donde estuvo el Lion D'or, uno de los cafés más concurridos de los locos años 20. Altos techos sostenidos por columnas de hierro delatan la edad de un inmueble poblado de fotografías de figuras de ayer y hoy que acoge a este ya cincuentenario colectivo jiennense.
—Habrá quien haya venido a esta peña atraído por su solera, por las grandes figuras que han pasado por aquí, y se habrá encontrado la puerta cerrada a esos nuevos aires, a ese 'flamenquito'.
—La peña es un monumento, una catedral, este edificio y esta entidad es algo muy grande, tenemos que preservar el flamenco, flamenco y, además, decirlo con la boca llena, pese a quien pese. Eso no significa que fuera de la peña se haga lo que se tenga que hacer, algún festival municipal... en fin, eso ya los responsables municipales sabrán. Pero esta peña es muy exigente con ese tipo de artistas, y además ellos lo saben; cuando viene alguno de ellos viene nervioso, porque sabe donde viene, que esta es una peña señera, seria, y tienen que cumplir y demostrar lo que saben. Ahí es donde algunas veces se nota la ausencia de conocimiento. Procuramos que vengan los mejores, pero nos la tenemos que jugar con los cantaores consagrados y no tan consagrados y siempre se puede encontrar de todo un poco. Pero vamos, en general, la audiencia que hay aquí, el público, suele ser bastante condescendiente y generoso. También crítico, pero las críticas no se hacen públicas.
—Eso de que los trapos sucios se lavan en casa, ¿no?
—Pues sí, salvo cuando cogemos a un cantaor y algunos socios conocedores del flamenco le matizan algunos cantes, algunas variaciones que no se corresponden, porque se pierde el sentido de la letra si se hacen cambios. Somos muy exigentes con este tipo de cosas.
—Rafael Valera, Paco Cañada, Rosario López son algunos de esos nombres propios de importancia capital en el flamenco jiennense que han dejado huella en esta peña.
—Y que nos han influido mucho. Yo me dedicaba a otras cosas, y sigo dedicándome a otras cosas, y el flamenco lo veía como una cosa intereseante, pero solo me acercaba, acercaba el oído a ver si aprendía algo. Aquí, en los 70 y los 80 sobre todo, ha habido reuniones muy importantes, han venido José Mercé (que ahora se dedica a otras cosas pero empezó aquí), Enrique Morente, la Fernanda...
—Dicen que Morente, una vez que vino a cantar a la peña, tuvo un problema con Tráfico y se llevó el coche matriculado con aquella 'J' de Jaén que ya es historia.
—¿Sí?, hay muchas anécdotas, me gustaría tenerlas todas. Tenemos aquí un buen archivo de documentación, y ahora mismo estamos acogidos a una subvención del Instituto de Estudios Giennenses para recopilar todas las grabaciones que tenía Paco Cañada. Desde el año 76, o quizás antes, iba con su grabadora, su magnetofon y su cinta grabando.
—Gracias a eso no se ha perdido, por ejemplo, el legado de Polluelas, ¿verdad?
—Efectivamente. Tenemos ahí mil cantes, que además están sistematizados perfectamente, con su índice, indexados, todo perfecto; lo ha hecho un flamencólogo que se llama Rafael Chaves, que sigue trabajando en los archivos de Paquillo. Esa es la historia de la peña. Y tenemos un archivo fotográfico tremendo, de gente que ha estado ahí al quite, con su cámara, y muchos programas que ha hecho Rafael Valera, que están grabados. Además tenemos la revista Candil, que eso son ya palabras mayores.
—A usted le ha tocado ser el presidente de la pandemia. Eso debe de ser como superar un 'máster en dirección de peñas flamencas'...
—El máster es cuando te dejan dos amigos tan grandes como ellos dos [Valera y Cañada] y Manolo Canalejas, que no hablamos de él nunca; esas tres figuras para mí han sido muy importantes para introducirme en el flamenco, los que me han enseñado cómo llevar una peña, y yo procuro hacerlo lo mejor que puedo, con mi junta directiva. Ellos me decían: "No pierdas de vista nunca a la junta directiva". Eso son unos cimientos que tiene la peña muy importantes, que permiten que esto siga funcionando, y además para muchos años. Lo que sí estoy haciendo yo como presidente de esta pandemia ha sido renovarla, en el sentido de meter gente joven, de cuarenta años. Ya estaba empezando la peña, la directiva, los socios...
—¿A caducar?
—No sé si es esa la palabra, pero sí a tener ya setenta u ochenta años, eso requería una renovación y la verdad es que lo estamos haciendo, respetando por supuesto la historia de la peña y a estos socios.
—Ya que ha salido la pandemia: usted ha pasado por juntas anteriores, sabe lo que es dirigir una entidad como esta, pero en una situación como la provocada por el Covid llevar las riendas no ha debido de ser fácil. ¿Cómo afrontó lo que se vino encima de sopetón?
—Nosotros hemos tenido unos periodos (Rafa sobre todo, que era quien lo sufría) de deudas, de unos préstamos que hemos ido pagando como hemos ido pudiendo, pero al final eso se ha hecho, se ha pagado y cuando muere Rafa prácticamente cojo las riendas de la peña sin deuda alguna, eso te da mucha tranquilidad. Luego, la pandemia ha sido un golpe muy fuerte para todos, pero sin embargo al flamenco le ha permitido hacer. La primera actuación que se hizo, en junio del año pasado, cuando abrieron un poco la mano, se hizo aquí, con Juan Pinilla, fuimos la primera peña de toda Andalucía que organizó un recital flamenco, ¡la primera peña de toda Andalucía! En estos formatos pequeños, aunque hemos tenido que reducir en cuarenta o cincuenta personas el aforo, se da muy bien.
—Aquella actuación debió de ser memorable, la cogerían ustedes con muchas ganas.
—Sí, con mucha ilusión y también mucho miedo, por la gente mayor, por las mascarillas, la temperatura... El socio ha sido comprensivo, no ha habido muchas actividades pero tampoco bajas prácticamente; alguno se ha ido, ha dicho: "No hay actuaciones, pues me voy".
—Vamos, lo mismo que los cofrades que se han dado de baja porque no había procesiones.
—No sé si en las cofradías se habrán dado mucho de baja, no lo sé, se habrá ido alguno. Hombre, y te duele cuando se va alguien que sabes que le gusta el flamenco, no hay actuaciones y se va a su casa.
—Hablaba usted, líneas arriba, de la revista de la peña. Ese Candil sí permaneció encendido...
—Candil sí. ¡Si es que no hemos parado!, y además ha servido no voy a decir de entretenimiento, pero sí para cubrir esos espacios muertos en la casa en pleno confinamiento. Lo hicimos con la inestimable colaboración de la Diputación y de la imprenta, que trabajaba bajo mínimos. A base de hablar con el presidente, con el diputado, sacamos un número que pudieron tener todos mientras estábamos encerrados.
—Se adaptaron a las nuevas tecnologías, no quedaba otra, ¿no?
—Claro. La sacamos en PDF y tuvo una aceptación impresionante, y muchísimo agradecimiento por parte de los usuarios; eso nos ha servido para modernizarnos también un poco telemáticamente. Y ya está terminada la digitalización (firmada en el convenio con la Diputación) de los 165 números, se van a colgar en una plataforma para que los estudiosos puedan trabajar con Candil.
—Mantuvieron accesible la publicación, recuperaron las actuaciones a partir de junio de 2020...
—No hubo mucha actividad, pero hicimos la Semana de Estudios Flamencos dedicada a Manuel Ángeles Ortiz, en septiembre, y en octubre el [festival ] Polluelas, cuando nadie hacía festivales ni nada de eso, con reducción de aforos y demás. Eso sí, en octubre dijimos 'quieto parao', no terminaba nunca la pandemia, todavía estamos inmersos en ella.
—Y desde el pasado octubre hasta junio de 2021, ¿nada?
—Hasta junio, sí; hemos estado siete meses u ocho sin hacer absolutamente nada.
—¿Qué ofreció la peña el pasado junio a sus socios, antes del periodo estival? ¿Qué sabor de boca se llevaron a la playa, al campo o a sus azoteas?
—Pensando en las vacaciones, en que llegaba el verano y la gente se va a los campos, hicimos dos actuaciones con la Federación de Peñas, en el primer caso con Cajasur y en el segundo con la propia federación. El día 11 estuvimos con Francisco Escudero, El Perrete: ¡maravilloso, hizo una gran actuación muy bien acogida!, y eso que no era conocido en esta peña, es extremeño. Y la última con El Berenjeno. No es habitual que hagamos en siete días dos actuaciones. Y ya estamos trabajando, preparando lo próximo, que es la Semana de Estudios Flamencos.
—¿A quién dedicarán este ciclo en 2021?
—Estará dedicada a ese hombre que hay ahí [señala una fotografía en blanco y negro enmarcada junto al escenario de la peña]: Canalejas de Puerto Real. Se le dedicó una semana hace treinta años, los que hace que falleció, y ahora le dedicaremos la de este año.
—Canalejas de Puerto Real, un grande del flamenco y un gran desconocido para muchos aficionados y también entre los jiennenses, pese a que vivió y murió aquí.
—Sí. Con los que yo he hablado, todos han dicho lo mismo, se conoce muy poco y era un gran cantaor, un gran artista.
—Va a haber que rematar esta entrevista, Alfonso. Dentro de algunos años, seguramente, el Covid, la pandemia, el confinamiento sean materias de estudio en los colegios. Una situación tan tremenda, tan de pena negra, ¿cree usted que también se verá reflejada en el flamenco, en las nuevas letras del cante por ejemplo?
—Yo creo que sí, casi seguro que sí. La pregunta que yo me hago es si ha habido muchos cantaores que se han retirado, si estos casi dos años han provocado ese retiro. Algunos se han dedicado a hacer otras cosas, tampoco había trabajo. Y creo que hay muchas ganas de volver a los escenarios, esto ha sido un lío.
—Por cierto, ya que habla de la situación de muchos artistas. ¿Cómo valora las subvenciones aprobadas por la Junta de Andalucía para el ámbito flamenco este año? La Federación Provincial de Peñas, en su día, alzó la voz en protesta por lo que considera unas "ayudas ridículas".
—Estoy de acuerdo totalmente con ellos. Es que la Junta de Andalucía (y otras administraciones) no están apoyando al flamenco, para que vamos a darle más vueltas. Esto [el flamenco] creo que es una cosa muy nuestra, muy de Andalucía. Ni ahora ni antes, lo que pasa es que ahora creo que incluso han reducido el presupuesto, eso lo sabe bien Paco Viedma [presidente de la federación] y él es el que nos informa. Si antes había doscientos mil euros, ahora son cien mil, y son muchos artistas sobre los escenarios.
—"La Junta de Andalucía no apoya al flamenco...". Eso es un titular, presidente.
—No lo sé, pero yo te hablo porque tengo que decirte las cosas. Pido apoyo a la administración, cuidar nuestro arte, tan nuestro, tan andaluz: el flamenco.
—¿Cree que le escucharán?
—Espero que sí, supongo que las administraciones tendrán muchas responsabilidades donde acudir, a lo que atender, supongo que los de los teatros y los de las letras y los del pop también se quejarán, pero es que el flamenco es una cosa del pueblo.
Vídeo y Fotos: ESPERANZA CALZADO.
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