"Montar este gran Belén es ya una tradición familiar"
Desde el 6 de diciembre, María José Ramírez Aguirre y Joaquín Colmenero tienen un horario de vida muy especial. Todos los días acuden a su negocio, abierto desde hace más de tres décadas en la calle Cerón de Jaén capital, frente al mítico bar Montana. No importa los festivos, ni las celebraciones de estos días entrañables. Persianas Colmenero abre, desde la mañana hasta la caída de la noche, la persiana, nunca mejor dicho, para cumplir con la tradición familiar que mantienen desde hace 32 años: mostrar su Belén, de unas dimensiones admirables si se tiene en cuenta que ocupa la mitad de la tienda, al público.
—¿Cuánto tiempo llevan montando el Belén en el escaparate?
—Llevamos 35 años en este establecimiento, con lo cual llevaremos unos 32 años, más o menos, haciendo el Belén. Pero claro, comenzamos con una cosa muy pequeñita. Luego fue creciendo, te va animando y llegamos hasta donde estamos.
—Es decir que fue abrir y prácticamente comenzar con lo que ya es una tradición.
—Sí, porque cuando comenzamos aquí yo tenía un niño pequeño con dos años y hacíamos mucha vida aquí.
—¿Recuerda cómo eran esos primeros nacimientos?
—A lo primero teníamos un pequeño expositor de madera que me sirvió para poner artículos de los que yo tenía aquí en la tienda. En esa pequeña escalera de ahí poníamos un papel atrás decorado con paisaje navideño. Y le pusimos un Misterio y los Reyes Magos. Poco a poco ha ido creciendo hasta lo que se ve ahora.
Nos fuimos animando. Mi cuñado es carpintero y me hacía las casas. Algunas de esas ya han desaparecido y otras se han ido modificando. Aunque no lo parezca es muy gratificante.
—¿Por qué lo siente tan gratificante?
—Es muy gratificante ver que la gente aprecia tu trabajo. Algunos entran y te felicitan y eso me llena a mí más que cualquier otra cosa. Además, es una manera que tenemos de luchar por la tradición belenista, que no se pierda. De hecho, siempre me he quejado que nunca se pierda la tradición por el sitio tan emblemático que tenemos.
—Seguramente mucha gente les preguntará cuánto trabajo supone montar el Belén. ¿Cuándo empiezan?
—Cuando empezábamos a hacerlo pensábamos que teníamos que apurarnos, que no llegábamos. Con el tiempo, ya nos hemos ido relajando, con la edad (ríe). Empezamos a prepararlo unos 15 días antes, porque tienes que ir poniendo la base, todo el accesorio, el trapo de alrededor... Poco a poco hacemos los ríos y, en fin, van tomando forma. Y el 6 de diciembre es cuando tenemos ya la tradición de montarlo.
—Aprovechando el festivo.
—Sí, porque es un momento en el que nos juntamos la famiia. Tengo mi hijo más mayor que no está tan interesado. Pero tengo una hija que lo ha vivido desde que nació y para ella ese día es especial, es un reunión familiar. Viene un cuñado mío y su mujer y es, bueno, un día tradicional en el que comemos juntos y no tenemos prisa por terminar el día. Lo pasamos muy bien la verdad.
—¿Dónde se guarda luego todo esto? Porque hace falta un poquito de espacio...
— (Ríe) Sí hace falta espacio sí, pero tenemos muchos rincones para guardar porque, evidentemente, hay muchas cajas, ademas de la base y los tableros.
— ¿Para desmontarlo también se junta la familia?
—No, ahí ya no. Lo vamos desmontando mi marido y yo. Lo hacemos el 6 de enero, que ese día ya ni abrimos. Lo tenemos que hacer rápidamente, porque nuestra actividad continúa, entonces esto no puede durar mucho tiempo.
—¿Hay algunas piezas a las que le tengáis especial cariño?
—Hay cosas bonitas, pero todo nos gusta, porque ahí está parte de nuestra historia. Empezamos por escayolas, luego ya íbamos metiendo resina y ya todo lo que se va comprando es barro. Además, hay gente que ha venido y nos ha traído algunas de regalo y les tenemos mucho cariño, como cuando un muchacho nos trajo un baúl de Cuba y otro señor mayor que murió que nos trajo una carretilla de madera.
—¿Se seguirá con la tradición cuando el matrimonio se jubile?
—Esto conlleva mucho trabajo y la gente joven ya no tiene las mismas tradiciones. A mi hija le gusta, pero ella quizás no se quede en la tienda, que lo haga mi hijo. Pero no creo que continúen, porque requiere mucho sacrificio. Se trata de un mes en el que tienes que estar aquí todo el día, abrir todos los días, aunque sea festivo. No te puedes ir de vacaciones y te corta muchos momentos especiales en estas fechas.
—Y todo de manera voluntaria, el Ayuntamiento no colabora ¿no?
—Nosotros lo hacemos porque nos gusta, porque estamos en un sitio muy emblemático y queremos mantener esta tradición. Pero no contamos con que el Ayuntamiento, ni este ni los anteriores, sea nuestra voz.
—¿Y alguna vez alguien le han querido comprar Belén?
—Pues sí. Pero esto es parte artesanía nuestra como las piezas que ha pintado una cuñada mía, que se le daba muy bien; pero otras son compradas. Entonces no ves tampoco un precio para venderlo. No es algo que se nos pase por la mente.
—Última pregunta, ¿en casa tiene Belén? casa tienes Belén?
—No. Pongo un árbol de Navidad y un pequeño Misterio.
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