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"Este es un año que todos los cofrades debemos disfrutar"

"Este es un año que todos los cofrades debemos disfrutar"

Por Javier Cano - Febrero 27, 2022
Compartir en X @JavierC91311858

Como un blasón industrial sobre las puertas de sus ensoleradas tiendas o un logo inconfundible en sus bolsas tricolores de patatas, el apellido de la protagonista de este domingo es un clásico de la capital del Santo Reino que huele a tradición de aquí, a parque, a días de feria... o de Semana Santa.

Se llama Carmen Oya Gutiérrez (Jaén, 1978) y además de nieta del fundador de una de las firmas locales de toda la vida es, desde el año pasado, la hermana mayor de La Amargura, esa joven cofradía ochentera que entre sus joyas cuenta con una de las Dolorosas más sobrecogedoras de la Pasión jiennense..., y de la no jiennense.

Sosegada y curtida en el trato con el público, con las ideas más claras que la cal reciente de la Cruz del cerro de Santa Catalina, recibe a Lacontradejaén en la casa de hermandad, un inesperadamente hermosísimo bajo de Peñamefécit que más de uno quisiera como 'loft' pero que, definitivamente, se ha convertido en hospitalario museo cofrade en manos del colectivo de la tarde del Lunes Santo.   

—El próximo miércoles viene cargado de ceniza. ¡Ya huele a incienso, Carmen! Usted, con ese primer apellido suyo, desde un punto de vista empresarial, quizás espere con los brazos más abiertos la feria que la Semana Santa... 

—Bueno, esta época también es muy buena para el negocio, se reactiva muchísimo la venta después de un mes de febrero que es uno de los peores, junto con noviembre. De ahí lo de los viajes del día de los enamorados. En marzo se activa bastante, la gente se anima a comprar y sale más. Y a nosotros, con el tema de las procesiones, nos beneficia, siempre hay quien está comiéndose sus pipas, sus patatillas...

—Vamos, que la Pasión le colma corazón y cabeza a la par.

—Sí, satisfecha, pero salgo muy cansada. Tienes que compaginar que tienes más trabajo, y encima doble por ser Cuaresma. 

—Lleva toda una vida vinculada al mundo cofrade pero, ¿solo a El Despojado, o hay sitio en su alma para otras hermandades jiennenses?

—Solamente a la Cofradía de la Amargura. Me gusta en general el mundo cofrade, soy cofrade de otras hermandades. Tengo muchísima vinculación con Nuestro Padre Jesús por la devoción que me han inculcado en mi casa; desde mi abuela, que nos sacaba (a mí concretamente no me llevaba, porque era una niña más pequeña, y llevaba a mi hermano al Encuentro a la Plaza de Santa María, yo iba un poquito más tarde); Nuestro Padre Jesús, en mi casa, es muy grande; con mi madre, todos los meses estamos allí en el Camarín viéndolo, es una devoción grande. 

—¿Cómo entró La Amargura en su casa, en su sangre?

—Por tradición. Nos vinimos a un sitio distinto del que nos hemos criado (yo soy del barrio de la calle Maestra), pero la cofradía, en sus inicios, no tenía una sede canónica establecida y vino a parar al barrio del Salvador. 

—¿Cuando dice "nos vinimos" se refiere a su familia?

—No, no, a la cofradía. Mi hermano estaba vinculado. Cuando empezaron a buscar sede canónica entre tres personas (uno de ellos mi marido [José María Francés Morillas]) comenzaron a pedir sitio, como María posada pidió, ellos pedían posada y al final acabaron aquí, en la parroquia del Salvador; don Francisco Rosales fue quien los acogió. 

—Toda una vida, pues, dedicada a la hermandad y desde 2021, su hermana mayor. ¿Le vino o lo buscó?

—Nunca lo había pensado; de hecho, hice los cursos que te exigen para preparar la andadura como hermano mayor pero lo hice como algo formativo, jamás pensé en ser hermana mayor. Siempre me ha gustado trabajar en un segundo plano, estar al quite, a lo que haga falta, no tener un cargo concreto. Si hace falta aquí, en la priostía, entre las camareras, limpiar, llevar cosas a la superlimpieza...

—Pero no le quedó otra, ¿verdad?

—Surgió, llegaron las elecciones y ¡ha sido tanta la gente que me ha animado a presentarme! Se lo dije a José Ángel, mi vice hermano mayor: "¡Es que me da hasta cargo de conciencia si no me presento!". Ya el culmen que me hizo dar el paso fue nuestro párroco, que fue a visitarme a la tienda y no se me olvidará nunca que me dijo: "¡Márcate el detalle!". 

—Su marido, que ya había sido hermano mayor de la cofradía anteriormente, ¿tuvo algo que ver en esa decisión? ¿La animó, o le quitó las ganas?

—Lo decidí por mí misma, la verdad es que no; aunque mucha gente piensa que mi marido me animó, en realidad me dijo: "Piénsalo bien, que eso no es moco de pavo, luego llega Cuaresma y es teléfono, entrevistas, estar al frente...". La verdad es que cambia mucho de ser cofrade a estar al frente, porque tiene que salir todo bien y del fallo o el beneficio el responsable es siempre el hermano mayor. 

—Por eso le preguntaba, Carmen: usted había sido 'mujer del torero' antes de 'tomar la alternativa", tenía en casa a alguien que podía advertirle dónde se metía.

—Sí, claro. 

—Sin embargo tiró para adelante.

—Sí, y no me importó. La cofradía pasaba, después de una pandemia, una época mala. Invertimos en esta casa de hermandad y justo llegó la pandemia y se paralizó todo el proyecto, pero la hipoteca está ahí y hay que hacerle frente. Yo pienso que si de verdad sientes a tu hermandad, cuando te necesita es cuando tienes que estar. Lo medité, se lo pedía a mi Virgen y le dije: "Si es para bien y Tú me necesitas, mueve Tú los hilos y aquí estaré". Y así fue. 

—Antes de hablar del futuro inmediato, ¿qué balance realiza de estos seis meses largos como máxima responsable de La Amargura? ¿Muy 'amargos' (permita y perdone el juego de palabras, el chiste fácil)?

—Yo estoy muy contenta, muy satisfecha. Tengo un equipo de trabajo muy bueno, una gente que me apoya y está al quite de todo. Mucha gente joven que se está involucrando, gente que a lo mejor es del barrio y se le está brindando la oportunidad de que nos acompañe. La casa de hermandad ya se puede abrir y mucha gente viene aquí por las mañanas, tenemos nuestro equipo de priostía que viene también por las mañanas a cuidar la casa, a mantenerla. Tiene mucha vida, no toda la que querríamos todavía pero cada vez está cobrando más. 

—Faltan horas para que comience una Cuaresma parecida a las prepandémicas tras dos años de sobresaltos, y la Semana Santa pinta bien 'a priori'. ¿Cómo vive usted este periodo previo, este ambiente que anuncia procesiones? 

—Al principio lo vivía con desconfianza. Hemos vivido hace poco la sexta ola y no creía que esto se pudiera llevar a cabo, pero parece que la situación está mejorando y sí que ya podremos, con cautela, porque siempre tienes el miedo, pero sí se va a poder llevar a cabo con normalidad. 

—Defina normalidad, por favor. 

—El domingo pasado estuve en la 'igualá' de los costaleros y he visto que hay gente que ha declinado salir este año, que tiene miedo, y lo entiendo. Hay gente que su mujer cumple el embarazo, sale de cuentas una semana después y tienen miedo de que pueda contagiarse. Hay gente mayor en su casa... En fin, es entendible. Pero vi muchísima ilusión y muchísimas ganas por parte de los costaleros y de los hermanos en general. Estamos ya con el reparto de túnicas y es una barbaridad la de gente que viene. Teníamos esa cosa en la cabeza, después de dos años las cosas se enfrían, pero estamos teniendo muy buena respuesta. 

—Ya que la suya es la cofradía jiennense de los toreros, valga el símil: ¿ha habido 'espantá' en las filas de El Despojado en estos dos años sin tocar calle?

—Bueno, siempre hay gente que no abona la cuota porque no hay Semana Santa, que pierde un poco la ilusión, pero en general sí, la gente está respondiendo y no hemos tenido demasiadas bajas. Pensaba yo que íbamos a tener más, pero va bien la cosa. 

—Llevará soñando con el próximo Lunes Santo todas y cada una de las noches que han pasado desde la irrupción del Covid-19. ¿Cómo será ese día del reencuentro desde el punto de vista de las limitaciones, de la prudencia ante los posibles contagios? ¿Qué normas manejan ustedes para evitar sustos?

—Ahora mismo estamos esperando a que las autoridades sanitarias nos guíen un poco, porque las recomendaciones que nos han dado han sido para el tema del ensayo de costaleros, pero para lo que es la Semana Santa normas no nos han dado ninguna. En principio parece que va todo adelante pero es verdad que no nos han dicho más. Se habló de aforamiento de calles, de evitar calles estrechas, pero bueno, a día de hoy se han hecho los recorridos normales, como un Lunes Santo normal. 

—¿Con faldones en los pasos o sin faldones? Benditas sean las precauciones pero, según muchas voces, ¿hay algo menos bonito que un trono con las patas al aire (las de los propios pasos, que nadie busque aquí tres pies al gato, nunca mejor dicho)?

—Lo de los faldones nos lo han dicho para los ensayos, pero es que sabemos que en los ensayos no hay faldones. Para la procesión no nos han dicho nada. 

—Vamos, que están ustedes expectantes con lo que puedan exigir las autoridades sanitarias. ¿Tienen fecha límite para esperar propuestas?

—No, desde la Agrupación de Cofradías nos dijeron que todo seguía adelante como si nada. Imagino que estarán esperando a ver cómo evoluciona el tema de la pandemia, y si no hay ningún brote, ninguna variante nueva ni nada imagino que seguiremos tal cual.

—Y desde la emoción, desde las ganas de vivirlo, ¿cómo se imagina Carmen Oya el Lunes Santo de este año?

—Creo que va a ser muy emotivo y muy intenso. Cuando me encerré el Lunes Santo de 2019, prácticamente me iba a 'jubilar', porque salía muy cansada. Jamás me hubiera imaginado que iba a surgir una pandemia de esta envergadura y que iba a volver a la calle siendo hermana mayor. La verdad es que lo imagino muy intenso, aunque toda la responsabilidad que tienes, pretendiendo que todo salga siempre lo mejor... Pondremos todo de nuestra parte. Pero sí me he propuesto disfrutarlo, creo que es un año que todos los cofrades lo debemos disfrutar. Han sido dos años, olvidamos muy pronto. Dos años en nuestras casas. 

—Dos años duros, ¿no?

—A mí no se me olvidará nunca, viendo al Papa en aquella plaza del Vaticano, de San Pedro, solo totalmente, y los cofrades preguntándonos a través del teléfono: "¿Lo estás viendo?". Creo que el mundo cofrade lo tenemos que vivir intensamente. Fíjate que esto es una cosa que jamás la hubiéramos imaginado y a lo mejor decimos: "Otra Semana Santa más", pero no, no sabemos si puede ser la última o puede venir cualquier cosa, no sabemos qué puede pasar. Así que tenemos que vivirla de una manera intensa este año. 

—¿Concibe un tercer año sin procesiones?

—Sería muy duro. Además creo que es necesario. Esto, ante todo, es una actividad de la Iglesia, no solo un folclore, aunque así se intente vender. Para los cristianos de verdad esto es dar testimonio público de nuestra fe. Hoy en día, en los tiempos que corren, hay niños que solo ven la imagen de Jesucristo en un paso de Semana Santa, porque ya es difícil ver una cruz en cualquier sitio, las cruces cada vez molestan más. Un niño ve la Borriquita o ve a María, un apósto, un Crucificado, el Santo Entierro..., y es necesario totalmente. Entre que los tiempos no ayudan a los cristianos, ¿otro año más sin procesiones? Ya va tocando, hay que echarse a la calle. 

—Está claro que el próximo 11 de abril, quien quiera encontrarla no tiene más que pasarse por esta casa de hermandad o por la parroquia del Salvador pero, ¿y el resto de la Semana Santa? ¿Cuáles son los escenarios de Carmen Oya fuera de los límites sentimentales del barrio de su hermandad?

—Los días previos, en la parroquia; los hermanos mayores saben que no te mueves de allí. Los días siguientes estaremos en el desmontaje de los pasos, puesto que para el Jueves Santo tiene que estar todo quitado, para entorpecer lo más mínimo la vida de la parroquia. Cuando desmontas, el Martes Santo sales corriendo a ver si pillas El Silencio, El Cautivo (este año con la Trinidad, que sale por primera vez), y el Miércoles Santo lo mismo. Primero cumpliremos con la obligación y después no iremos. 

—¿Y la Madrugada, ya que se confiesa usted incondicional de El Abuelo, el protagonista indiscutible del Viernes Santo?

—Suelo pasarla "casa de mis padres" [expresión jaenera cien por cien], porque pasa por calle Maestra, y si no por la óptica de mi marido, en la Carrera.  

—Esa noche, junto con el Lunes Santo, ¿es su momento especial de la Pasión de su tierra, la que más la conmueve?

—Sí, sí, sí. Después de La Amargura, sí. Como cofrades que somos, nos gusta conocer otras semanas santas, te vas a Sevilla, a Málaga... Pero cuando las conoces, lo que te tira es lo tuyo.

—¿'Emigrará' usted a otras provincias, este año, en busca de nuevas experiencias, de sensaciones desconocidas, o ya no hay quien la mueva de aquí del Domingo de Ramos al de Resurrección?

—Yo, por lo menos, no me voy ya. He estado varios años que me iba, pero ya no. En Jaén hay cosas muy bonitas, muy grandes, de mucha devoción, y tenemos que estar aquí apoyándolas. La curiosidad siempre es buena, aprender de otras ciudades, sobre todo Sevilla, que es madre y maestra, pero al final tus raíces te tiran. 

—Acaba de abrir una de las cajas de Pandora entre los capillitas del mar de olivos, Carmen. Dice usted que Sevilla es madre y maestra, pero hay quien asegura que eso de importar costumbres, de copiar incluso el 'idioma' que se gastan por allí a la hora de salir en procesión...

Para mí sí es madre y maestra. Hombre, vamos a ver: el 'idioma', el lenguaje, es que hay capataces que a lo mejor no son de aquí de Jaén; el nuestro, que es de Andújar, tiene un acento más de Córdoba, tira más para toda esa zona de Sevilla. Yo a esas cosas no les doy mayor importancia, pero sí es verdad que si hay que adaptarse a lo que la moda a veces va imponiendo, nos adaptamos. Las cofradías se rigen por modas a veces.

—¿Qué quiere decir cuando asegura que las cofradías se rigen por modas?

—El tema del costal: tú sabes que lo pones y donde no había cuadrillas, ahora las hay. Si eso es lo que se demanda... Yo no soy quien para juzgar si el que va a costal tiene más devoción que el que va a hombros, cada uno vive su devoción desde su punto de vista, no somos quiénes para juzgar si el costalero va para lucirse y el otro, como va tapado, tiene más devoción. El Señor nos llama a cada uno de distinta manera, a unos debajo del antifaz, a otros en el costal, a otros con una trompeta. A veces tiene más auge la agrupación musical, otras las bandas de cornetas y tambores. Eso va por tendencias. 

—Si la 'moda' despojase a La Amargura de su actual idiosincrasia procesional y la pillara a usted como hermana mayor, ¿se rendiría a esas nuevas tendencias? ¿No le dolerían prendas?

—Depende, si te lo demandan los tiempos y los cofrades tampoco hay por qué cerrarse. Yo nunca me cerraría, buscaría el bien común. Y si es verdad que eso es un bien para la hermandad, abría que estudiarlo. No hay que cerrarse a nada, a veces te sorprendes y dices: "¡Mira, esto no me lo imaginaba yo así!".

—Vamos de recogida. ¿Qué mensaje le envía Carmen Oya Gutiérrez, toda una hermana mayor, a la gente de Jaén, con vistas a la agenda cofrade que se abre el próximo miércoles y que llenará la ciudad de aromas de Pasión hasta mediados de abril?

—Yo le diría a Jaén entero que acompañe a sus hermandades, siempre con mucha cautela y con las medidas sanitarias que se impongan en ese momento. Pero que estén con nosotros, es el regreso después de años a las calles, y es un bien para Jaén en todos los ámbitos. Que se echen a la calle, que ya es necesario para todo, para el comercio, para compatir con la familia. Son días muy entrañables que invitan a la oración y hoy [por el jueves, día en que se realizó esta entrevista], con la guerra de Ucrania, es lo menos que podemos hacer. Y creo que lo único. 

—Sacar tronos en lugar de tanques.

—Eso es. 

Fotos y vídeo: Esperanza Calzado.

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