Cerrar Buscador

“Estoy en ALES para devolver lo que han hecho por mí”

Por Fran Cano - Mayo 29, 2022
Compartir en X @FranCharro
“Estoy en ALES para devolver lo que han hecho por mí”

Juan Galera Oliver (Jaén, 1965) ha vivido una de las peores experiencias como ser humano, ver sufrir a su hija enferma de cáncer. Aquel momento lo llevó a ALES, la asociación que preside desde hace más de una década. Cuenta que ahora navega con más ganas que nunca, de ahí que ya tenga en mente un proyecto “grande” para el Hospital: habilitar una sala de audiovisuales para los menores oncológicos.

Galera visita la Redacción de Lacontradejaén para hablar de su pasado, del presente y también del futuro de un colectivo que cada vez que convoca a la sociedad de la provincia recibe un respaldo mayúsculo, como quedó patente en la carrera solidaria celebrada en la capital. Juan Galera presume de vivir en Mogón (Villacarrillo) y expresa con criterio que es posible vivir tranquilo sin dejar de ser inquieto.

—¿Cuándo supo primera vez de ALES?

—Buena pregunta. Conocí a ALES horas después del diagnóstico de mi hija. Tenía leucemia de alto riesgo. Entré en la tercera planta del Hospital de Jaén y ahí encontré a la psicóloga de la asociación. Esta mujer me brindó su apoyo y me habló de ALES. Mi hija cumplirá 13 años en julio. Normalmente hablamos de ‘cumplevidas’ en estos casos. Después del diagnóstico tuvo complicaciones e hicimos un transplante de médula gracias a un alemán que fue el donante y salvó la vida de mi niña.

—¿Qué le animó a ser presidente? ¿Por qué dio el paso?

—La expresidenta de ALES me invitó a formar parte de la asociación. Primero lo hice como miembro de la junta directiva y como secretario. Estuve casi dos años en el cargo. Lo que me movió a entrar en el colectivo fue devolver lo que habían hecho por mí. Es de bien nacidos ser agradecidos.

—¿Se ve muchos años más en el cargo?

—He vivido etapas de cansancio. La pandemia nos pasó factura a todos. Un tiempo me planteé abandonar la Federación Española de Niños con Cáncer, que es la que aglutina al resto de asociaciones de España. Yo formé parte de la junta directiva cuatro años y no renové por cansancio. Era duro subir a Madrid y además restaba tiempo a ALES. Me mueve que ALES esté por encima de todo, y eso a veces supone dejar a un lado mi vida personal. Lo hago con mucho orgullo.

¿Cuántos años me quedan? Ahora me encuentro fuerte. Tengo ganas. El otro día me hacía la misma apreciación la delegada de Salud. Y es verdad que estoy con ganas. Por eso he renovado cuatro años.

—Usted sabe lo que es ver a su hija sufrir por una enfermedad tan espantosa. ¿Qué necesitan los familiares en una situación así?

—Es quizá la sensación más desagradable con la que te puedes tropezar en la vida. En mi caso lo ha sido. El ser humano está preparado para que fallezcan nuestros mayores, pero nunca para ver la vida de tus hijos en peligro. Es bestial. Se rompen todos los esquemas. No hay nada igual. Nada me ha hecho sufrir tanto ni me ha llevado al extremo como la enfermedad de mi hija.

—¿Se le da la importancia suficiente al apoyo psicológico?

—Nosotros desde ALES ofrecemos apoyo psicosocial. Cuando diagnostican a un menor, enferma toda la familia. Los dos apoyos son importantes: el soporte de la trabajadora social y el de la psicóloga van de la mano. En mi caso, recuerdo que apagué el teléfono y desaparecí. Hasta que me hicieron entrar en razón los médicos y la psicóloga de ALES. Con ellos volví a la realidad par afrontar la situación como debía. El apoyo psicológico es muy importante y sobre todo en los primeros días. En el momento del diagnóstico es cuando más falta hace esta cobertura, porque es cuando la familia toca fondo. El niño pasa de estar jugando en un parque a vivir encerrado en una habitación fría y blanca. Digerir todo eso cuesta. Es difícil explicar para los padres, porque esta situación también nos golpea. La psicóloga moldea las cabezas de los niños y de los padres.

“QUEREMOS HACER UNA SALA DE AUDIOVISUALES EN EL HOSPITAL”

—La II Carrera Solidaria Muévete con ALES por el cáncer infantil resultó un éxito. ¿Lo esperaba?

—La respuesta ha sido más de lo que yo esperaba en esta primera carrera presencial. El año pasado ya notamos el respaldo con gente que hizo la prueba de forma telemática desde sus pueblos. La carrera en la capital ha empezado con mucha fuerza, con 1.500 dorsales. Somos muy optimistas. Fran Lara, que es embajador de la prueba, también piensa que esto ha venido para quedarse, con el apoyo de la Concejalía de Deportes. Estamos todos encantados.

—Cada vez que organizan un evento reciben el respaldo de la sociedad jiennense. Supongo que así  es más fácil emprender iniciativas benéficas.

—Siempre hemos tenido una buena respuesta por parte de la ciudadanía, sí. Y eso nos hace afrontar los proyectos con cierta calma y responsabilidad. Por ejemplo, el del Jardín de los Sueños exigió mover masas, porque era carísimo. Cuando la sociedad lo entendió resultó más fácil posibilitar esta obra para los menores de Oncología. No sólo pensamos en ellos, sino en todos los que están hospitalizados. Quizá quienes menos lo utilicen sean los de ALES, pero estamos orgullosos de crear estas iniciativas.

—¿Y que proyecto tienen en mente y aún no han podido desarrollar?

—Tenemos uno que expondremos al gerente del Hospital. Se trata de humanizar el centro aún más. Estamos en sintonía con la Consejería de Salud. Queremos crear una sala audiovisual. Lo he observado en otros hospitales y tiene muy buena acogida. Yo creo que Jaén se lo merece y los niños que entren en el Hospital tienen que disfrutarlo.

“HOY YA NO ME IMPORTA SI GANO MÁS O MENOS”

—¿Siempre ha sido agricultor?

—He tenido varias labores. Empecé de camarero muy joven. Mi padre falleció cuando yo tenía cuatro meses. Mi madre se quedó al cargo de cuatro hijos. Yo era el menor y tuve que trabajar muy pronto para ayudar a mi familia. Estuve en un salón de bodas muy reconocido. Alternaba las bodas con mi faena en el campo. Más tarde, fui tractorista en la empresa donde estoy ahora. Después me picó el ‘gusanillo’ y aposté por el transporte internacional con una empresa ejemplar de Almería. Estuve siete campañas de camionero, hasta el diagnóstico de mi hija. Me bajé del camión y estuve más de un año detrás de mi hija, con baja psicológica. Finalmente regresé a la empresa en la que estuve antes de ser camionero. El jefe me acogió con los brazos abiertos. Ahí estoy, ahí sigo y ya no me voy.

La enfermedad, como decía antes, cambia todo. Ya soy otra persona. Antes miraba si ganaba más o si tenía más. Hoy ya no me importa eso. Quiero tener para pagar las carreras de mis hijas, y poco más. Quiero estar cerca de mis tres soles y de mi mujer, y pare usted de contar. Quiero vivir más despacio y vivir los momentos más importantes que antes me perdía.

—Dicen que la gente que trabaja en el campo, al aire libre, está más despejada y se olvida de los problemas. ¿Está de acuerdo?

—Bueno, yo estoy muy contento en el campo. Es mi forma de vivir, en mi tractor y con mis olivos. Yo disfruto. Otra gente sólo quiere el campo para un rato. ¿Lo de la cabeza? Según te compliques la vida. Yo soy miembro del consejo rector de la cooperativa de Aceite Puerta Las Villas, donde llevo 23 años; soy presidente de un riego, y estoy al frente de ALES. Lo de agricultor y la cabeza despejada no lo llevo muy bien. Siempre la tengo ocupada.

—¿Cómo es la vida en Mogón?

—Tengo el privilegio de vivir en un paraíso. Nosotros pertenecemos a Villacarrillo. Somos el primer pueblo que atraviesa el río Guadalquivir y en el centro, justo donde vivo, confluyen el afluente y el Guadalquivir. Eso de despertarse con el sonido de los ruiseñores es una maravilla. Llevo muy bien la tranquilidad de escuchar los vehículos justos y de pasear sin problemas. Lo pasaba mal cuando tenía que ir a Madrid y esquivaba a la gente por las aceras. Soy más de pueblo.

—¿Le preocupa la despoblación ahora que tan candente está la idea de La España Vaciada?

—Sí me preocupa, porque es una realidad: hay despoblación. Creo que los políticos deben mirar hacia la clave. Y la clave es que el producto valga lo que tiene que valer. El aceite de oliva debe estar en su precio justo. Y hay que apostar por el olivar tradicional, que es el que fija población y el que da jornales. En mi empresa somos nueve personas trabajando todo el año. Es un olivar tradicional y ecológico. ¿Qué fija población aquí? El olivar tradicional. Ahí es donde deben mirar los políticos. Deben favorecer este tipo de cultivos. Miro a mi alrededor. Un abogado en mi municipio tiene poco futuro. Tenemos que intentar, en la medida en que se pueda, focalizar el problema para que los políticos intervengan. Desgraciadamente, no puedo hacer nada por esto más que mantener mi cultivo mientras pueda.

—Puede acabar la entrevista como quiera.

—Me gustaría mencionar un proyecto muy bonito que hicimos en el Hospital llamado ‘Color ilusión’. Contamos con 54 artistas de la provincia, como Belin, que plasmaron su arte en “las frías paredes blancas” del Hospital, como dije antes. Intervenimos en la tercera y en la cuarta planta. Luego hicimos una apuesta fuerte dentro de las habitaciones de Oncología, con una reforma integral que abarcó prácticamente todo. Fue lo último que hicimos y ahora estamos deseando tener luz verde para el próximo.

Fotografías y vídeo: Miguel Ángel González.

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK