'Reality': realidad acotada
La ópera prima de Tina Salter es un thriller político con aroma a clasicismo propio del acervo norteamericano con virtudes y defectos
Hay cierto tipo de cine rayano en el documental. Películas cuyo interés por contar una historia basada en hechos reales les lleva a primar la veracidad por encima de cuestiones artísticas. Dentro de esta categoría se encuentra Reality, cuyo mayor objetivo es transmitir de forma honesta un fragmento de realidad. Por fortuna, la obra no peca de ferviente ortodoxia y, a pesar de varios pecados comunes al subgénero, posee hallazgos estilísticos de cierto interés.
La historia se centra en la polémica que causaron documentos filtrados que insinuaban un amaño electoral en los Estados Unidos; Rusia parecía estar intentando influir en el proceso electoral norteamericano a favor de Donald Trump. Pero la trama en sí no se aleja más de 50 metros de una casa. El hogar de Reality Winner, personaje interpretado con una sobriedad ejemplar por Sidney Sweeney (Euphoria), que llegó a estar en la cárcel varios años acusada de las filtraciones referidas anteriormente.
Como en cualquier buena cinta política estadounidense que se precie, la crítica al estado paranoico de una sociedad en constante tensión es inevitable. Luces y sombras se arrojan sobre las personas involucradas en el caso, así como en un país que ha perdido la lucidez para distinguir amigos de enemigos. Todo el metraje fluctúa a través de un interrogatorio; dos agentes del FBI preguntan a la protagonista, en un ejercicio consciente y premeditado de asfixia dialéctica.
Los diálogos son las transcripciones literales de las grabaciones que dichos policías hicieron durante algunas horas. Y aquí se destapan virtudes y defectos; tanto el minimalismo como la austeridad formal son una certera elección para concentrar la atención del espectador en los agentes, la ansiedad en aumento de Reality y el substrato del asunto. También es un acierto el tono cómico y distendido que muestra el filme al principio y como éste va gradualmente tornando en dramático. El escenario, tan teatral como muchas escenas, bien puede ser un aspecto positivo que resalta lo inusual del relato, pero a la postre acaba ahogando formalmente a la cinta. Al igual que la literalidad autoimpuesta, que hace a la película moverse en márgenes narrativos angostos.
Al final, la ópera prima de Tina Salter es un thriller político con aroma a clasicismo propio del acervo norteamericano, encadenado en la dicotomía de ser patriota y crítico con el chovinismo a la vez. Y como ciertas cintas de un experto en estas lides —Alan J.Pakula—, aunque salvando las distancias, aquí hay tanto de oficio como de rutina. Como arte político, sin duda la información es objetiva, veraz y de sumo interés. Que ya es muy meritorio. Como arte a secas, le falta provocar alguna emoción más allá de la indignación que puede suscitar un reportaje periodístico.
FICHA TÉCNICA
Título original: Reality
Año: 2023
Duración: 83 minutos
Directora: Tina Salter
Nota en IMDB: 6,7
Nota en FilmAffinity: 6,2
Nota del crítico: 3/5
La película está disponible en Filmin
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