'The Killer': la muerte cotiza
David Fincher matar dos pájaros de un tiro: desmitifica el thriller y, en consonancia con nuestra época, reconceptualiza el asesinato
Si hay un director capaz de fundar y refundar —o construir y deconstruir— géneros desde finales del siglo XX es sin duda David Fincher. Desde El club de la lucha, que funcionaba a la vez como paradigma de la esquizofrenia política contemporánea y thriller-psicológico con mayúsculas, hasta Zodiac, que sólo compartía con el thriller la temática –pero siendo anticlimática y analítica—, pasando por una tragicomedia como La red social, perfecto reflejo de nuestros tiempos posmodernos, pero a la vez revestida de un desbordante clasicismo formal.
Con esta trayectoria, que su última película iba a seguir la senda genuina trazada por el artista norteamericano no era de extrañar. La cuestión es si el nuevo salto al vacío perdurará en la memoria cinéfila como los trabajos citados anteriormente, o quedará como un intento —loable— de fidelidad a su personalidad creativa, pero sin el impacto de las obras anteriores. En cualquier caso, como en sus mejoras cientas, a este crítico le cuesta digerir una película de tal densidad como The Killer, y es consciente que sólo en posteriores visionados se puede transmitir un veredicto que, aunque no justo, al menos sí tenga un peso argumental.
Como el protagonista de la cinta referida —un Michael Fassbender que de pura contención da miedo—, esta crítica sólo es un intento contradictorio de justificar algo imposible. En su caso, racionalizar el asesinato de otras personas, en el mío, racionalizar una obra con tanto contenido en un primer vistazo.
La vida de un asesino a sueldo; desde el principio de la película, con la voz en off del protagonista narrando tanto la acción como su interpretación de la misma, ya nos podemos hacer una idea del tono y el desarrollo de lo que estamos por ver. En primer lugar, en vez de encontrarnos con un antagonista clásico, el personaje principal y su inteligencia emocional —recalcada en cada uno de sus monólogos, donde parece buscar validación— nos invita a entender su proceso, por muy perturbador que sea. Para él no hay víctimas, solo objetivos; su concepción del mundo es tan fría como pragmática, rayando el nihilismo.
Pero con un matiz clave, es un hombre que a pesar de su “profesión” es capaz de amar. Y a partir de aquí, de ese amor profesado a su novia y lo que a esta le ocurre, se desencadena una espiral de venganza donde, por primera vez en la prolífica carrera de tan implacable verdugo, voluntad y trabajo convergen. Es decir, su filosofía impersonal sobre el resultado de su ámbito laboral —matar personas— se convierte en la más personal de sus tareas. En esta vorágine vengativa, nuestro antihéroe tendrá que eliminar tanto objetivos civiles como aquellos implicados en el ataque a su pareja. Entre ellos —y más destacable— el personaje interpretado por Tilda Swinton, que funciona como trasunto femenino del 'killer'.
Y sí, hay violencia explícita. Fincher vuelve a su registro habitual. Pero —y también habitual— dando otra vuelta de tuerca al thriller y despojándolo de sus códigos. Con una dirección marca de la casa, que con precisión quirúrgica disecciona el género con maestría, The Killer deja con la sensación de haber sido testigos de algo tan áspero como inefable. Un filme antiformulaico, racional, desapasionado y gélido, que —atentos a su impresionante final— es capaz de matar dos pájaros de un tiro: desmitificar el thriller y a su vez, en consonancia con nuestra época, reconceptualizar el asesinato adecuándolo a la actualidad. Es decir, como un producto más de consumo, susceptible de cotizar en bolsa.
FICHA TÉCNICA
Título original: The Killer
Año: 2023
Duración: 118 minutos
Director: David Fincher
Nota en IMDB: 6,8
Nota en FilmAffinity: 6,4
Nota del crítico: 3,5 de 5
La película está disponible en Netflix.
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