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Brindar con Vodka Lemon

Por Fran Cano - Marzo 24, 2019
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Brindar con Vodka Lemon

La película de Hiner Saleem cruza las vidas de Hamo y Nina, viudos que se ven de camino al cementerio para honrar a sus parejas

El noviazgo consumado entre Ángel y Tania, la pareja que se conoció en First Dates, me llevó a pensar en otra historia de un amor muy diferente: si el de Sevilla y la de Linares representa el amor genuino felizmente encontrado, la historia de Hamo y Nina, personajes de Vodka Lemon (Hiner Saleem, 2005) es el necesitado.

La cámara de Saleem nos cuenta cómo Hamo y Nina pasan los días entre la nieve de un pueblo de la Armenia post-soviética. Ella ha llegado al medio centenar de vida sin perder atractivo; él es un hombre viejo y solo que se va despojando de todo lo material por necesidad. Hasta es capaz de vender un armario enorme después de cargarlo a cuestas. Al hombre solo le queda visitar la tumba de su esposa, quedarse mirando el cuadro de ella mientras retira la nieve de la lápida. Recordar, como le dice a un amigo matando un día más, que con el comunismo no había libertad, pero que él tenía "de todo". La escena es igual de triste unos metros al lado, con Nina embuida en un abrigo, también honrando al esposo que tuvo.

Los dos repiten una liturgia que implica esperar un autobús, aguantar el frío en la parada y cruzar el pueblo solos en el vehículo, separados por tres filas. Cómo no van a mirarse. Cómo no va a él a pagarle el billete a ella. De pronto toda la esperanza de Hamo es quitarse de encima la soledad y pegarse un baile con Nina después de que se cuenten brevemente sus vidas. Tan contento está él con la nueva ilusión que ya le da igual el dinero que ha perdido. El armario que no tiene.

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