'Modesto Cantaclaro', un jiennense con 3 lápidas

Una placa en la casa natal, otra en la calle de su nombre y la que sella su nicho convierten al decimonónico periodista García Requena en rara avis en la capital

No llega a la decena la selecta nómina de jaeneros cuyos descendientes pueden disfrutar de la presencia pública de sus nombres en diferentes espacios de la capital de la provincia.

Ilustres homenajeados en la memoria urbana con lápidas que los recuerdan diariamente, toda una rara avis en esta ciudad donde una calle o una placa se cotizan más caros que un billete de cinco euros en una tienda de barrio.

Pero ahí están, insignes como Bernardo López, Martínez Molina, Almendros Aguilar, José Nogué, el doctor Sagaz, Fausto Olivares, Ortega Sagrista o Pilar Palazón, entre otros, que a su recuerdo en los rótulos del callejero jiennense unen el tributo de Jaén en monumentos y nombres de centros o instituciones.

Entre ellos un periodista nacido en 1861, como atestigua el documento gráfico que preside este reportaje, Ricardo García Requena, con lápida en su casa natal, rótulo en la calle que lleva su nombre (con inicio en la Carrera de Jesús y fin en la Senda de los Huertos), incluso denominación de un premio periodístico y, como todos sus 'compañeros' de estas páginas, mármol sobre su sepultura. 

Sí, Ricardo García Requena ('Modesto Cantaclaro' en muchos de sus escritos) es uno de esos contados ejemplos de hijos del Santo Reino con los que la ciudad echó el resto a la hora de aplaudirle la trayectoria, y Lacontradejaén quiere recordarlo este domingo de resaca sanluqueña acaso como una suerte de primer episodio de una serie que pondrá sus ojos sobre estos más o menos diez "magníficos" que copan fachadas, peanas y tumbas. 

Por partes: ¿Por qué una lápida conmemorativa en el número 12 de la calle Maestra? Sencillo, porque allí nació este "periodista de nervio y de brío, ágil y ameno, ingenioso y agudo, dúctil en la polémica por cuanto la utilizaba a su placer, crítico sagaz que no dejaba ningún cabo suelto, justo en el concepto, fluido en las ideas, preciso en la frase, sobrio en la expresión, natural en el estilo, feliz en el comentario, austero en el propósito...", como lo describía la revista del cronista González López, allá por los 50.

¿Y en la antigua calle Recogidas? Porque allí murió en 1911, con una brillante carrera a sus espaldas como periodista, director de La Regeneración, modesto funcionario municipal, masón y una vasta cultura (aseguran las páginas de Paisaje), respetado y querido y con el proyecto de creación de la asociación de la prensa jiennense en su carpeta.

Otro mármol lo evoca cada día, lo hizo durante décadas en el viejo cementerio de San Eufrasio y, desde no hace muchos años, le abriga los fríos eternos en el Nuevo, el de San Fernando (sección San Félix de Valois, sepultura 598) una vez trasladado desde la doble muerte que supone yacer en el romántico camposanto del Camino de las Cruces. 

Tres placas, tres lápidas... y algo más, que de eso sí que no pueden vacilar los sucesores de muchos de los ínclitos enumerados líneas arriba: su nombre en un premio. Un galardón municipal que alcanza su decimoctava edición, que  de un tiempo a esta parte goza de carácter nacional y embolsa seis mil en el bolsillo de su ganador.

"García Requena es hoy una lección que tenemos un tanto olvidada, un testimonio de laboriosidad y de empeño por un Jaén más culto y mejor informado, aun a costa de renunciar al aplauso de la villa y corte", escribió de él Manuel Caballero Venzalá. Olvidado... ¡No será por lápidas!