'Joaquín Costa' pide socorro desde una fachada de Jaén

Salido de los legendarios talleres talaveranos de Ruiz de Luna hace más de un siglo, el artístico rótulo que da nombre a la calle está deteriorado y sin protección alguna

Rótulos del XIX conservan todavía algunas calles de Jaén, en algunos casos heroicos supervivientes y en otros, cubiertos de insensibles manos de cal o pintura hasta prácticamente la difuminación completa. 

Otros, casi coetáneos, aún campean con dignidad sobre nobles fachadas de la capital y la provincia, aunque ejemplos hay para considerarlos en peligro de extinción o incluirlos en una hipotética lista roja, de tan deteriorados y desprotegidos como soportan el paso y las inclemencias del tiempo. 

Ahí está el que da nombre a la estrecha, zigzagueante y legendaria calle dedicada al político regeneracionista aragonés Joaquín Costa en los primeros años de la segunda década del XX, tras su muerte en 1911. Allí tuvo su casa, en el hermoso predio marcado con el número 7, y allí continúa viva la memoria de su paso por Jaén como notario, entre 1888 y 1894.

"Que a la calle del Duende donde vivió se le ponga su nombre y al lado de la casa una lápida conmemorativa", se puede leer en el acta de la sesión plenaria del Ayuntamiento de Jaén del 11 de febrero de 1911, solo a tres días de su pérdida, de boca del concejal Enrique de Guindos. 

La placa es una pieza característica de los talleres talaveranos de Ruiz de Luna y, sin tener en cuenta las desaparecidas (que las hay), acaso presente el peor estado de cuantas, a día de hoy, se ganan la mirada de los viandantes con el sudor de sus letras. 

Una grafía inconfundible, arropada por el escudo de la ciudad, sobre teselas de cerámica huérfanas ya de una de sus hermanas y, si no se actúa, viudas de sí mismas más pronto que tarde. 

Un vecino sensible de Jaén, domiciliado en la calle Espiga, conserva en el patio de su casa, a salvo de lluvias y gamberradas, aquel rótulo que nominaba la antigua Puentezuela en honor de Ignacio Figueroa (el que fuera gran benefactor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País). Su mano la salvó de una destrucción segura, el mismo destino que (si nadie lo remedia) amenaza a la protagonista de esta información.