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Una cita con las urnas contra la que no pueden los años

Por Javier Cano - Mayo 27, 2023
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Una cita con las urnas contra la que no pueden los años
Juana posa en su casa con un ramo de flores. Foto cedida por Antonia Maza.

A sus noventa y una primaveras, Águeda Montero Hurtado rebosa ganas de vivir y cumple con su derecho ciudadano al voto

"Si puedo, voy a votar", dice Águeda Montero Hurtado (Torreperogil, 1932), y su hija Antonia Maza Montero lo certifica: "Hasta ahora ha ido siempre".

Ni el peso de los años puede con esta espléndida peroxileña que a sus noventa y una primaveras (91, que se dice pronto) luce un aspecto envidiable y se confiesa amante de la vida: "No estamos mal, para el tiempo que tenemos", exclama. 

Una de los cinco hijos de los caseros de la casa "de los señores" de la aldea de San Bartolomé (la pedanía que regaló al cronista Cazabán una segunda residencia de esparcimiento), Águeda recuerda: 

"Vivíamos en la casa pequeña y doña Elvira, la señora, echaba perras gordas en el suelo, porque a los chiquillos les llamaba la atención; yo, cuando me encontraba una, se lo decía, y ella me daba las gracias. Jamás me he quedado con una perra gorda de nadie". Lo mismo que pensaba Publio Tiro hace la tira de siglos, que Dios mira las manos limpias, no las llenas. 

Huérfana de padre desde la más tierna infancia, perdió al autor de sus días, arriero también, por culpa de una "laña" que le invadió el cuerpo, le sembró el tétanos y, joven, lo llevó a la tumba dejando viuda y esas cinco criaturas que tuvieron que salir adelante gracias el empuje de su madre: "Nos sacó trabajando, cosiendo, era modista, siempre estaba haciendo dotes y esas cosas", recuerda. 

Luego, regreso definitivo a Torreperogil, el pueblo que cantó Machado, y por más que sus hermanos tiraron para otras tierras en busca de un presente y un futuro mejores, ni Águeda ni su marido, Manuel Maza Villar (hombre del campo de Jaén) se movieron de su pueblo: 

"Unos se fueron a Barcelona y otros a La Mancha, a trabajar". No eran precisamente apocados los hermanos, no, si se atiende a la aclaración que hace Antonia Maza, la tercera hija de Águeda y Manuel:

"El más pequeño cogió una bicicleta, se fue hasta Lorca (Murcia) y llegó a Barcelona, y cuando se colocó empezó a tirar de todos. Pero mis padres nunca se fueron, mi padre decía que no, que mientras estuvieran el alcalde y el cura en el pueblo, no nos íbamos".

Y es que, como ella misma asevera, se lleva bien con todo el mundo, con todos los vecinos: "Estoy muy a gusto aquí y muy contenta, somos muchos vecinos, con muchos hijos, y nunca nos hemos peleado. Hay muy buena gente en Torreperogil".

 Con su marido y sus hijos, en una imagen familiar. Foto cedida por Antonia Maza.
Con su marido y sus hijos, en una imagen familiar. Foto cedida por Antonia Maza.

Entre las anécdotas que conserva en su memoria, Águeda se ríe (pero de verdad) cuando recuerda el día de su boda y ahora, en pleno alivio de sequía, se le viene a la cabeza la odisea en la que se convirtió regresar a casa tras la ceremonia nupcial, celebrada en el convento de hermanas de la Cruz que hace un siglo fundó en tierras peroxileñas la mismísima Santa Ángela:

"Llovio mucho, hubo una nube muy grande y por pocas podemos entrar a la casa, había una alberca, un chargo muy grande, no podíamos entrar".

Al hilo de los recuerdos de aquel día tan especial para cualquier mujer, la pregunta de adónde fueron de viaje de novios da noticia clara de cómo han cambiado los tiempos:

"No pudimos echarnos ni una foto, ni un recuerdo, no teníamos dineros. La gente decía que iba muy guapa, pero no me pude retratar de novia", comenta mientras ríe, ya de vuelta de todo. 

Abuela de once nietos y bisabuela de siete bisnietos, le encanta rodearse de ellos pese al miedo que todavía le tiene "a las juntas", secuela de los días duros de la pandemia, que le trastocó sus costumbres:

"Me daba miedo de contagiarme, decían que era eso tan malo que estuve un montón de tiempo sin salir de mi casa. Desde que vino la enfermedad que nos ha tocado vivir, ya no salgo", lamenta. 

Bueno, un poco sí, que desde hace nada y menos se desplaza "con su bastoncillo, más derecha que cualquiera" (añade Antonia) al centro de día, de donde vuelve diciendo "que es la más vieja, pero la que está mejor". 

"Me gusta vivir, si estoy como ahora quiero vivir más, pero si no prefiero que no. Aunque será lo que Dios quiera", concluye. 

 Águeda, rodeada de su gran familia. Foto cedida por Antonia Maza.
Águeda, rodeada de su gran familia. Foto cedida por Antonia Maza.

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