El mejor regalo de cumpleaños para la bisabuela Carmen

Recién cumplidos los 94, la villariega presume de haber podido conocer al último miembro de su familia hasta ahora, su bisnieta Graciela

Desde su cumpleaños en 2023 hasta el lunes 21 de abril de 2024 (cuando cumplió noventa y cuatro primaveras), Carmen Anguita Hernández (Los Villares, 1930) dice que prácticamente no ha cambiado nada: "Estoy igual que el año pasado, lo mismo gracias a Dios. ¡A mí no hay quien me mate!".

Desde luego su voz conserva el vigor y la rotundidad que tenía doce meses atrás, lo mismo que le ocurre a su envidiable lucidez: "Eso pasa, que estoy muy vieja ya", exclama en su conversación con Lacontradejaén, mientras apostilla: "Estoy conforme porque gracias a Dios estoy bien, duermo bien y como bien, ¿qué quiero más?".

Solo un "resfriaejo pasajero" se ha incorporado a su historia clínica: "¡Hay que resfriarse también!", esgrime la protagonista de este reportaje.

Por lo demás, sigue como una rosa de esas que el pintor Francisco Cerezo plasmó sobre tabla allá por los años 90: ¿que no? En su museo de Villargordo se pueden ver bajo el título de Cerezo en flor, que bien podría resumir también el estado físico y del alma de Carmen. 

Con sus hijos, nietos y bisnietos más próximos (en lo geográfico, claro) celebró su cumpleaños el pasado lunes 21 de abril, acompañada asimismo de sus vecinas de "corrinche" (o sea, de corrillo y silla de enea a la puerta de casa) y su querida Mari Carmen Vela. 

Hubo tarta, alegría y música, mucha música, que es otra de esas predilecciones que Carmen conserva intacta: "Todavía canto coplas de la iglesia y coplas normales, que me gustan", aclara. Pero algo importante sí que ha cambiado, vaya que sí.

Y es que a su familia se ha unido Graciela, una preciosa criatura nacida en tierras catalanas a la que pudo conocer la pasada Navidad, cuando la pequeña aún olía a vientre de amor y sementera, con palabras de Miguel Hernández, el poeta oriolano que en su estancia de meses en Jaén (en tiempos de la Guerra Civil) tanto gustaba de escaparse a las cercanías de Los Villares.

"Me gustan mucho las niñas", sentencia Carmen Anguita, que puede presumir de haber tenido entre sus brazos a la más flamante rama de su árbol genealógico y, con ella, protagonizar una entrañable fotografía nada más y nada menos que con cuatro generaciones villariegas como protagonistas. A por los 95, pues.