Sin piscina y con el horizonte de los Juegos Paralímpicos

Miguel Ángel Martínez Tajuelo, nadador paralímpico iliturgitano, entrena en casa con ingenio a la espera de regresar a la piscina

Fuera de su hábitat natural, el agua, Miguel Ángel Martínez Tajuelo (Andújar, 1984) también es un hombre dedicado. La crisis sanitaria ha propiciado que entrene con ingenio: basta con un banco, gomas elásticas y la barandilla de una terraza para practicar la natación de espalda, especialidad de un deportista que extraña la piscina aun cuando reconoce que la prioridad es la salud, ahora más que nunca.

"Mi ultimo entreno en la Piscina Municipal de Andújar fue el día 13 de marzo por la mañana. La cerraron por la tarde", recuerda Martínez Tajuelo en declaraciones a este periódico. Entonces entrenaba para lograr la marca mínima necesaria para competir en los Juegos Paralímpicos de Tokio, pospuestos al verano del año que viene, todavía un aliciente para el iliturgitano. "Con el Estado de alarma pensé en la incertidumbre, en qué iba a pasar más allá del deporte. No he vivido nada igual en 36 años", manifiesta.

El Comité Paralímpico ha enviado material a los deportistas precisamente para apoyarlos con las prácticas en cuarentena. Martínez Tajuelo reconoce que siente envidia sana de los compañeros de la selección española que viven en zonas costeras y ya han podido entrenar en el agua, con el permiso que permite la desescalada. "Ahora mismo no veo seguro salir a un embalse, porque hablamos de zonas naturales y me parece peligroso", apunta.

Las ganas de volver a nadar siguen ahí, porque han pasado las semanas y todavía no hay una fecha fija. En clave de competición, la hoja de ruta en el deporte adaptado es posponer todas las competiciones al último cuatrimestre del año. Martínez Tajuelo abunda en el mensaje que ya defendió en el inicio de la crisis sanitaria: "La situación manda y está por encima del deporte. Quiero volver, pero lo principal es que la pandemia mengüe y que no haya gente pasándolo mal", sentencia.